Un abono que no está a la altura de Sevilla

El Grito

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'El Grito': alguien grita 'horrorizado' al acercarse dos sombras.
'El Grito': alguien grita 'horrorizado' al acercarse dos sombras.

«…Gritó cuando vio que tampoco esta vez toreaba José Tomás. Gritó cuando su vista cansada no encontró a El Juli. Gritó cuando comprobó que tampoco aparecía Perera. Gritó de espanto cuando confirmó que no estaba Curro Díaz y sí Rivera Ordóñez. Cuando contabilizó el doblete de El Fandi, la comparecencia de Cayetano y la ausencia de Abellán. Gritó cuando vio a Castella y a El Cid cuatro tardes, cuatro…»

Álvaro Acevedo.-

     Mi amiga, una vez recaudado el dinero de la Lotería y habiéndose operado ya todo el cuerpo incluidos (todos) los labios, decidió marcharse a Roma una semana. De turismo, pero dice que había muchas ‘piedras’ y se volvió pronto. Aterrizando compró el periódico, vio los carteles de Sevilla y ella –que le gusta gritar– lanzó un alarido con no mucha pinta de placentero, precisamente. Gritó cuando vio que tampoco esta vez toreaba José Tomás. Gritó cuando su vista cansada no encontró a El Juli por ninguna parte. Gritó cuando comprobó que tampoco aparecía Miguel Ángel Perera. Y gritó cuando leyó a Canorea diciendo que es que su apoderado (Fernando Cepeda) tampoco le había llamado a él.

     Gritó de espanto cuando confirmó que no estaba Curro Díaz y sí Rivera Ordóñez. Cuando contabilizó el doblete de El Fandi, la comparecencia de Cayetano y la ausencia de Miguel Abellán. Gritó cuando vio a Castella y a El Cid cuatro tardes, cuatro. Que sí, que todo el respeto que ustedes quieran, pero cuatro y cuatro son ocho y mi amiga es morantista, la pobre. Suspiró de alivio un momento al constatar que estaban Morante, Talavante y Manzanares, pero tuvo que leerlo dos veces por si acaso. Se alegró de las dos tardes de Nazaré pero volvió a gritar horrorizada al ver la manera de combinar los carteles, como el que echa los nombres en el papel con una pala y a ver cómo caen. Y gritó cuando adivinó que la rueda de prensa había sido otra balsa de aceite. No pudo confirmar, en cambio, que hubiese habido ovación final para con los empresarios de los chicos (es un decir) de la prensa, como sí había sucedido en otras ocasiones.

     Mi amiga gritó también al pasar la página y ver en primer plano un gesto horripilante y desencajado. Al fondo, un laberinto de curvas violentas e inquietantes, y el punto de fuga sobre dos figuras anónimas en la parte izquierda de la imagen. Ella no lo sabía pero estaba contemplando ‘El Grito’, una obra espeluznante de Edvard Munch cuyo brutal mensaje fue capaz incluso de inspirar a la corriente existencialista que tomaba cuerpo en Europa por aquel tiempo. ‘El Grito’, aparte de dramas personales de su autor, expresa toda la angustia, el pavor, la locura y el espanto del ser humano a las puertas del siglo XX. Mi amiga, en cambio, creyó verse reflejada en aquel rostro cadavérico cien años largos después. Y le pareció, para más inri, que las dos siluetas anónimas del fondo eran las de Eduardo Canorea y Ramón Valencia. Total, que se quedó convencida de que estaba ante el cartel de la Feria de Abril de 2012. Luego se enteró de que no: que es que ‘El Grito lo habían puesto en venta. «Coño, pues que lo compren los maestrantes».


*Álvaro Acevedo es periodista taurino sevillano. / Publicado en ‘6 Toros 6’.


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