REAL MAESTRANZA - 2ª Feria de San Miguel

La calidad del toreo de capote de Juan Ortega

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1899
El toreo de capote de Juan Ortega.

El diestro alicantino José María Manzanares corta la única oreja de la tarde a una descastada corrida de la ganadería de Jandilla. El sevillano Juan Ortega encumbró el toreo de capote a la la verónica, con inspiración, lentitud y cadencia; fue ovacionado. El Fandi no dejó pasajes que recordar salvo lo vistoso de sus pares de banderillas.


SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de las ganaderías de Jandilla y el otro hierro familiar de Vegahermosa -el segundo-, aceptables de presentación, nobles, descastados y mansos. Noble y sin motor el primero; con calidad en sus embestidas el segundo; complicado y a la defensiva el tercero; noble y sin recorrido el cuarto; de embestida descompuesta y a la defensiva el quinto; manso y descastado el sexto.
ESPADAS:David Fandila ‘El Fandi’ (de burdeos y oro), silencio y silencio.
José María Manzanares (de gris plomo y oro), oreja y saludos.
Juan Ortega (de verde y oro), saludos tras aviso y ovación.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Andrés Revuelta y Perico.
INCIDENCIAS: Media plaza.


Manuel Viera.-

     Hoy, en el día soñado de su presentación en la Maestranza como matador de toros, confirmó su toreo. Aunque sólo lo pudo hacer con su portentoso capote. ¿Habrá algo más escultural y bello que una verónica? Definir lo indefinible se hace difícil. Porque fue tan sublime lo hecho que el tiempo, esa entidad absoluta que transcurre a distintas velocidades, y que es circunstancial dependiendo de quien lo mida, de quien lo consuma o lo emplee, de quien lo alargue o lo pare, lo paró Juan Ortega con un ramillete de lances que alcanzaron su epicentro en la equilibrada simbiosis entre la inspiración, la despaciosidad y el ritmo, la pureza, la elegancia y la belleza. Confluencias de un particular estilo donde la media verónica belmontina terminó por convertirse en marca trianera.

     Peculiaridad de un lance de reconocible y diferencial factura con el que ofreció las claves necesarias para la apertura de una obra rebosante de emociones que tuvo el colofón de los sones de la música torera. Abandonados a la calidad excelsa de la verónica del sevillano, toda la plaza pasó por un tránsito inolvidable. Belleza e intensidad emotiva en el toreo de capa de Juan al tercer toro de la tarde. Un toreo de verdadera grandeza.

     Y poco más de unas chicuelinas al paso -brindó a Rafael Chicuelo-rematadas con escultural media le pudo trazar al complicado ‘jandilla’ que, después, se defendió en la muleta tras un inicio de faena para saborear por la originalidad inspirada de su pureza. Ni con la derecha ni con la izquierda consiguió Ortega hilvanar faena. Tras la media estocada no acertó con el descabello. La ovación final fue de órdago.

     Tampoco el sexto le permitió expresar su clásico, sentido y emotivo toreo. Volvió a lucir a la verónica y en un posterior quite por delantales finalizado con media de lujo, esta vez, con gracia sevillana. Los intentos posteriores resultaron baldíos. La estocada tumbó al toro patas arriba.

     José María Manzanares, dispuesto y contundente, logró con el noble segundo, con el hierro de Vegahermosa, un conjunto de faena en la que hubo sutileza en el camino del trazo, ritmo, ligazón y, sobre todo, elegancia. Ese empaque que le imprime el diestro alicantino a su templada tauromaquia. En general la lidia fue de buena ejecución, aunque con esa habitual característica del desajuste. Mejor al natural, sin obviar el epílogo de faena con un toreo en redondo largo y despacioso que llegó con claridad a los tendidos. Finiquitó con fulminante estocada.

     Muy complicado y a la defensiva fue el quinto. Manzanares supo situarse por encima de las embestidas descompuestas y pudo sacarle, con seguridad y firmeza, muletazos diestros en una faena de poder que fue transcurriendo de menos a más. E incluso con la izquierda logró el impactante natural en una mezcla de mando y temple. Con certera estocada acabó con el manso toro de Jandilla.

     Con dos largas cambiadas de rodilla en el tercio recibió El Fandi al primer toro de la tarde para seguir con unos ajustados lances a pies juntos y rematar con vistosa revolera. Y es que el diestro granadino se gusta y gusta con el capote. Sin embargo, su fuerte es ese tercio de banderillas al que impregna de espectacularidad y poderío. Hoy estuvo desigual ejecutándoselo a su primero, aunque se superó con el cuarto. Después inició faena de muleta de manera firme y ordenada, diluyéndose según transcurría. Algún que otro muletazo diestro con su característico toreo en línea, y una izquierda desigual que se quedó en escasa muestra del dibujado trazo.

     Con el cuarto, un toro noble, aunque de escaso recorrido, lo banderilleó con acostumbrada facilidad. Un par de adentro hacia fuera hizo las delicias del público. Poco sucedió después. Pese a sus intenciones, la cosa no llegó a convencer. Una colección de pases demostró su oficio y buena técnica. Una faena que quedó sólo en eso. A ambos toros lo mató de estocada.

     La corrida finalizó con la tristeza del aficionado tras trascender durante el festejo el corte de temporada de Pablo Aguado debido al agravamiento de su lesión de rodilla producido ayer. La histórica y diferente Feria de San Miguel se queda sin el ilusionante diestro sevillano en su cartelería.


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