REAL MAESTRANZA - 8ª Feria de Abril

Juan Ortega o el arte de torear

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El gran toreo del sevillano Juan Ortega en el último de la tarde, premiado con dos orejas.

El sevillano Juan Ortega rompe la Feria con una faena memorable en el último toro de la decepcionante corrida de Domingo Hernández. Torea lentísimo y con una calidad al alcance sólo de los mejores, cortando dos orejas. La ambición de Daniel Luque le reporta una importante oreja. La creatividad no acompaña a Morante.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Domingo Hernández (el tercero con el otro hierro familiar de Garcigrande), desiguales de presentación, sin remate ni cuajo en general, anovillados, desrazados; el sexto tuvo clase en las embestidas. El cuarto se partió un pitón y se lidió un sobrero de Hermanos García Jiménez, desrazado y parado.
ESPADAS: –Morante de la Puebla (de gris plomo y oro), silencio tras aviso y silencio tras aviso.
Daniel Luque (de tabaco y oro), saludos y oreja tras aviso.
Juan Ortega (de canela y oro), silencio y dos orejas.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Joao Ferreira y Alberto Zayas. Curro Javier destacó en la brega.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’.


Francisco Mateos.-

     Está el toreo dentro del Ministerio de Cultura -mal le pese al ínclito responsable de ministro del ramo que padecemos en la actualidad, antitaurino declarado-, y los protagonistas de la Fiesta son galardonados casi todos los años con alguna Medalla a las Bellas Artes. Como debe ser. Y si queda alguno que duda que la Fiesta es Cultura y es Bellas Artes, hoy un sevillano ha cincelado sobre el granito de la Maestranza a golpe de muletazos bellísimos una monumental escultura al arte de torear. Porque una cosa es torear, y otra el arte de torear. El matiz es muy importante. Hay un amplio espacio entre torear y torear con arte. Torear, torean muchos; incluso torean bonito. Pero artistas del toreo se cuentan con los dedos de una mano. Y este sevillano calladito, prudente, actual, con una formación universitaria, sin querer figurar, hecho a fuego lento, ha roto definitivamente la Feria de Abril en el sexto toro.

     No cabía otra opción que sucumbir a los fogonazos de arte de Juan Ortega al último toro de un decepcionante encierro de Domingo Hernández, por debajo en presentación de lo que debería haber sido, y desrazados. Lo de la presentación en Sevilla este año es una constante salvo contadas excepciones: los presidentes y veterinarios están humillando la categoría de la plaza admitiendo toros anovillados, sin cara, sin remate, sin cuajo… El propio presidente popular Juanma Moreno Bonilla que hoy ocupaba el burladero de la Junta de Andalucía debería tomar nota y renovar al completo los presidentes y veterinarios de Sevilla después de los petardos que cometen en los últimos años; pero ya sabemos qué prefieren los políticos respecto a los toros: no hacer nada.

     Ese sexto de Domingo Hernández, castaño, sacó clase en la muleta de Ortega. Antes, en los irregulares lances de capa de salida, hubo algunos de gran calidad, pero el toro no acompasó y le costó a Ortega hilvanar dos o tres seguidos buenos. En la muleta desarrolló calidad en las embestidas; también porque el sevillano hiló fino en el comienzo de faena, haciéndolo todo bien con ayudados por alto. La siguiente tanda por la derecha ya tomó nota sobresaliente, lento, lentísimo. Algunos ya comenzaban a levantarse de sus asientos como resortes cuando uno de esos muletazos lentos como bajan las aguas del Guadalquivir hacia Sanlúcar pellizcaban el alma del toreo. Estuvo cumbre, no se puede torear más lento y con más dulzura en los dedos. Cada muletazo era celebrado con un profundo ¡olé! y la gente no sabía si quedarse en pie o volver a sentarse, porque tras cada pincelada con la muleta de Ortega era irrefrenable la necesidad de botar literalmente de la dura piedra para celebrar manos en alto el fogonazo lento del arte de torear.

     La faena de la Feria la ha firmado Juan Ortega. Salvo que resuciten las viejas leyendas del toreo, difícil que en lo que queda de Feria pueda superarse la lentitud y belleza de esta obra grabada sobre el albero sevillano. Juan Ortega lo vivió intensa y discretamente a la vez. No le dio importancia a lo que estaba haciendo. No hubo el más mínimo gesto fuera de la torería más discreta. El final, con una rodilla genuflexa, alargando la embestida y a cámara lenta, resumió en 30 segundos la belleza del arte de torear. Mató de estocada y el efecto fue rápido. Las dos orejas son indiscutibles. Sevilla ya tiene otro torero de arte, de personalidad y capaz parar el tiempo.

     En su primero -tercero de la suelta- no pudo haber faena con un toro cinqueño sin fondo, desrazado. El torero se justificó, imposible de sacar algo positivo sin la materia prima necesaria. Sólo pudo haber algún muletazo estimable aprovechando la querencia del toro hacia los adentros, pero nada que recordar.

     Daniel Luque está en un momento excelente. La madurez le ha llegado a un torero que siempre tuvo la moneda en sus manos. Ahora rompe el torero de Gerena -otro torero sevillano- al que le funciona la cabeza delante de toro a la perfección. Estudia al astado, lo va haciendo poco a poco y saca faenas de un nivel artístico que pocos pensaban que podría realizarse. En su primero se estiró con el capote en siete u ocho lances a la verónica, ganando terreno y rematando con dos medias. A este toro le hizo un precioso quite Juan Ortega, lentísimo, respondido por el gerenero con otro ajustado quite por chicuelinas. Lo intentó en la muleta Luque, pero no había fondo ni raza en el toro para armar faena. Lo bueno vino en el quinto. Nadie esperaba gran cosa de un toro manso y desrazado. Nadie, salvo Luque. Primeras tandas de enseñarle al toro el camino y recorrido, embebiéndolo y alargando la embestida, hasta que obró el milagro de arrancar vibrante tandas, poderosas, bellas. En las cercanías, debajo de la música -pidió cesar el pasodoble-, enjaretó muletazos que calaron en los tendidos, que reconocieron el poder de Daniel con una oreja de peso.

     Morante fue casi un convidado de piedra en el ‘mano a mano’ Luque-Ortega. ¿Se llevó el peor lote? Puede ser; el lote de Luque tampoco fue bueno y hubo emoción grande en el quinto, con premio de oreja. Los toros se lidian por un matador y es imposible hacer cábalas ficticias. Con Morante siempre hay algún momento de cierta calidad, pero supo a poco y, sobre todo, da la impresión que José Antonio no está en su mejor momento creativo, artístico. Los artistas tienen esa necesidad de sentirse inspirados, creativos, y no parece que sea ese momento. Morante tiene la gran suerte, además, de ese reconocimiento y ese saberlo esperar.


 AL NATURAL 

La Feria de los sevillanos

Francisco Mateos.-

     Sevilla tiene toreros. Hemos pasado un cierto bache, pero el momento actual es excelente. La Feria de Abril está siendo la de los sevillanos. La capital del toreo lanza un ramillete de toreros que tienen que entrar en todas las Ferias. Hoy había un cartel de sevillanos, colgando el ‘No hay billetes’. Esa nómina de toreros sevillanos tiene a Morante a la cabeza de forma indiscutible, porque su creatividad y nivel artístico son únicos. Los otros dos toreros del ‘cartel sevillano’ han triunfado: Daniel Luque suma y sigue con una oreja de mucho peso a la Puerta del Príncipe del viernes. Juan Ortega ha roto la Feria de Abril con la que será seguro la mejor faena del ciclo abrileño. Y ya van tres sevillanos básicos para cualquier Feria.

     Pero es que el sábado se vivió una página más en la épica trayectoria de Manuel Escribano, un derroche de valor, entrega y sacrificio que emocionó a la plaza. El triunfo de dos orejas con el muslo recién cosido hora y media antes tiene que volver a abrirle las puerta del circuito principal. Y ya van cuatro sevillanos.

     Aunque es portugués de nacimiento, a Diego Ventura se le considera de La Puebla del Río, y en la única de rejones del abono sevillano de ayer domingo le cortó las dos orejas al quinto de El Capea. Y ya van cinco…

     Borja Jiménez va camino de ser el nuevo Espartaco del siglo XXI. Montado a lomos de su enorme ambición y poder, cortó una oreja de gran peso en una faena maciza a un toro de Victorino el sábado, y se vio eclipsado por la Puerta del Príncipe de Perera en su otra gran faena del miércoles de la semana pasada a un toro de El Parralejo. Otro torero que debe estar en todas las Ferias de primer nivel, porque ya conquistó el año pasado Madrid; y en esta Feria de Abril suma y sigue. Y ya me van saliendo seis toreros sevillanos para las grandes ferias.

      Es verdad que no ha triunfado -aún- Pablo Aguado en esta Feria; fue imposible hacerlo el pasado jueves con la nefasta enésima corrida de Juan Pedro Domecq lidiada en Sevilla, pero a pesar de ello dejó momentos de calidad; queda esperarle en su segundo paseíllo del sábado en un cartel estrella de la Feria. Pero es otro torero que ya tiene ganado su hueco en ferias de importancia. Y ya sumo siete toreros sevillanos.

     Y no podemos olvidarnos de la corrida de toreos que inicio el ciclo abrileño, la de Bohórquez de hace dos domingos, en la que Calerito cortó dos orejas y Lama de Góngora ganó un apéndice. Aunque a estos toreros les costará muchísimo más entrar en ferias de primer nivel, deben tener algún hueco en plazas del segundo circuito para seguir escalando. Con Calerito y Lama ya son nueve los toreros sevillanos a buen nivel para reclamar el cetro del toreo.

     Además, quedan por delante en esta Feria paseíllos para otros dos sevillanos que buscan su relanzamiento: el veterano El Cid y el desparpajo de Esaú Fernández.

     Sevilla tiene toreros y manda en el toreo. Nueve toreros, y alguno más que pueden llegar. Nadie puede discutir que por toreros y plaza Sevilla es el centro del toreo. Algo debe tener Sevilla. Y no contamos los toreros de fuera que han decidido vivir en Sevilla finalmente (Castella, Roca Rey,…). Con nueve toreros se hace media Feria; o incluso una Feria corta al completo. ¿O no me dirán ustedes que se podría rehacer el Ciclo de San Miguel de septiembre con esta nómina de nueve toreros sevillanos combinándolos de forma razonada: Morante, Juan Ortega, Luque, Borja Jiménez, Escribano, Ventura, Pablo Aguado, Calerito y Lama?


 LA CORRIDA, AL COMPÁS 

Despacio, despacio

Fernando Naranjo.-

En sí la sevillanía
buscó siempre el compás lento,
acentuándole el talento
a aquellos que la servían.
Por ser la soberanía
donde conviven sabores,
sabiendo traer honores
con despaciosas maneras,
las especias más toreras
de sus hijos matadores.

¡A quién cargarle la culpa
del desorden ganadero!
¿A la empresa, o al torero?
Entre ambos dos se disputan
el ser la mayor cicuta
que envenena la corrida;
y a sofocos nos convidan
para acabar con la Fiesta,
haciéndola deshonesta
apuntillándola en vida.

Y así mermó la eficacia
su emblemático torero
que, anda en un puedo y no quiero,
desparramar la elegancia
y la suprema fragancia
que perfuma en primavera.
Esa torera manera
que sólo el río bautiza
y esta tierra es la nodriza
que amamanta postinera.

El de Gerena hecho un tío
con un poder exquisito
que doblega despacito
al que tiene poderío
y al noble llevar ‘embebío’
en vuelos de su muleta.
Siendo de firmeza quieta
doblegando al barrabás
v despacio y a compás
los despena su escopeta.

Todo el lujo de ir despacio
hoy lo practica un trianero;
Juan Ortega, el alfarero,
componiendo cada espacio
para ese toreo rancio
que sabe a menta y canela
y Sevilla lo venera
por ser la flor de su vientre,
tan despacio y tan valiente
que postrada está a su vera.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

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