REAL MAESTRANZA - 6ª Feria de Abril

Dos historias, Escribano y Borja emocionan con ‘victorinos’

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El sevillano Manuel Escribano recibe las dos orejas del sexto toro de Victorino Martín tras una tarde épica en la que fue corneado.

Dos orejas le ha cortado Manuel Escribano a su segundo toro, en una faena épica: salió a lidiarlo tras ser operado de una cornada de diez centímetros, pidiendo anestesia local y reapareciendo en el ruedo bastante mermado por el dolor. Oreja para Borja Jiménez tras un faenón a su segundo ´victorino’. No fue la tarde de Roca Rey.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Victorino Martín, bien presentados, complicados y exigentes. Complicado por encastado, el primero; Bronco el segundo; bravo, el tercero; cuarto muy complicado; el quinto midiendo al toreo.
ESPADAS: –Manuel Escribano (de tabaco y oro), cogido en el primero y dos orejas en su segundo.
Borja Jimémez (de malva y oro), saludos y oreja.
Roca Rey (de burdeos y plata), silencio y silencio.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Iván García y Jesús Arruga.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’. Manuel Escribano fue atendido en la enfermería de «herida por asta de toro cara interna, tercio inferior del muslo derecho de 10 cm que afecta a tejido celular subcutáneo, sin compromiso vascular. Se realiza sutura bajo anestesia local. Buen pulso periférico en MID. Contusión costal derecha, sin evidencia de fractura. Se comprueba buena ventilación en ambos campos pulmonares y auscultación torácica normal. Pronóstico: menos grave».


Manuel Viera.-

     Como cualquier otro arte creativo el toreo es un testimonio de aquel que lo dice. Lo ha hecho Borja Jiménez en la tarde heroica de Escribano con la exigente corrida de Victorino Martín. Un torero que se mostró trascendente por su perfecta colocación y profunda despaciosidad. Y, sobre todo, por ese sello de indudable personalidad que le hacer torear sin aditivos, sin adornos superfluos que distraigan de un concepto colmado de verdad.

     Con su indudable potencial, la faena del diestro de Espartinas al exigente y bravo tercero de Victorino Martín constituyó una de las culminaciones del toreo al natural. Una síntesis perfecta entre el rigor de la colocación y la fluidez de cada trazo, del temple y la pureza de un portentoso toreo de izquierda. Esta fusión obtuvo resultados espléndidos, logrando el justo equilibrio entre el fervor y la emoción. Fueron naturales que recorrieron un largo espacio enroscados a la cintura para morir detrás de la cadera. No quedó más que seguirlos con la mirada hasta verlos perderse en las estancias infinitas, mientras el torero ahondaba en la belleza y en lo efímero de un excelente toreo. También el trazo diestro, expresivo, elegante e interesante, tuvo cabida en una faena que provocó el delirio en la gente.

     La lidia constituyó una de las faenas más logradas de Borja. Rigor y expresión. Frescura e incisividad rítmica. Todo hecho a mayor gloria de una brillante lidia con la que dejó demostrada la hondura creativa de su toreo. El más exigente y decisivo arte de matar convirtió una obra de dos orejas en sola una. La mala espada se llevó la segunda al desolladero.

     De todas formas Borja Jiménez ha dado otra gran tarde de toros. Anduvo firme y decidido con el complicado primero, el que hirió a Escribano. Fue una faena de hondo calado, impecable en el aspecto técnico, templada y profunda, por momentos con ambas manos. La estocada caída lo dejó todo en una ovación.  Con el exigente quinto dio otra lección de colocación y seguridad. Faena templada basada en la mano derecha y algún que otro natural con el toro muy parado. Hundió la espada y saludó una ovación.

     La otra historia de la tarde la escribió Manuel Escribano, que tras marchar a los medios para recibir a su primer toro con larga cambiada hincado de rodillas, y lancear después con vibrante compás, fue cogido y herido. Lo operaron de una herida en la pierna de 10 cm con anestesia local por decisión propia, con el único objetivo de salir de nuevo a torear. Y salió para lidiar al sexto. Y se fue de nuevo delante del portón de chiqueros, se paró el tiempo en minutos eternos, mientras Tejera le puso fondo sonoro a la épica, el valor y la ambición de un gran torero. Música capaz de potenciar lo hecho, que no fue baladí. Un toreo que constituyó un importante testimonio de poder y querer para gozo de los que lo vieron. Un público enloquecido consiguió las dos orejas para el valor, la épica y el toreo del diestro de Gerena.

     No resulta fácil determinar si Roca Rey hizo fácil lo difícil o al contrario, difícil lo fácil. Sin llegar a ese punto medio donde el toreo se hace emotivo. Con el diestro peruano, una parte del público, que llenó la Maestranza, se comportó de manera hostil. Quizá demasiado y debido a circunstancias de vetos y ninguneos que parece le pasan factura. De todas formas no fue ésta la tarde del peruano, pese a dejar instantes de un toreo de mano baja y compás abierto, muy característico en él. También la espada viajó con certeza. No obstante, la colocación para ejecutar su toreo no gustó. Y se lo hicieron saber. Es deseable la exigencia a una figura del toreo, y Roca Rey lo es. Lo que no es de desear es la chusma porque sí.


 AL NATURAL 

La emoción

Francisco Mateos.-

     Tuvo que llegar la corrida de Victorino Martín para poner orden y diferencias en los desmadres y abusos de las dos últimas jornadas taurinas en el coso del Baratillo, consentidas por los nefastos presidentes. Si algo debe caracterizar a la Fiesta es la emoción. Y la primera sensación de emoción se debe encontrar en la presentación de los toros para la plaza de Sevilla. Los toros de Victorino no invitaban a que nadie del tendido osara a decir lo de: «eso de ahí abajo lo toreo hasta yo…»; y mucho menos con el comportamiento encastado, exigente y complicado de los astados. Es lo mínimo que se puede exigir previamente a un ganadero: que lleve una corrida bien presentada y acorde con la categoría de la plaza, a diferencia de los ‘novillos’ de Cuvillo y Juan Pedro estos dos últimos días.

     Después -dicho queda- la emoción de un toro en su comportamiento. El juego de los astados no ha dejado hueco para la pasividad en los tendidos, ni el sopor o aburrimiento. Y después la disposición de los toreros. Escribano ha escrito una página épica. Con el muslo rajado tras ser cogido y volteado con violencia de salida por el primer toro, forzando a los médicos que le operaran la cornada con anestesia local por si pudiera salir al final del festejo y lidiar el segundo toro de su lote, no sólo logró salir a torearlo, sino que además dejó una faena poderosa y maciza. Se fue a portagayola de nuevo, donde fue herido al inicio del festejo, puso cojeando dos pares de banderillas, teniendo que hacer una semi-carrera cojeando y a punto estuvo de echarle mano el toro porque a esa velocidad no alcanzaba las tablas. Ese salto del torero sevillano por encima de las tablas y caer a plomo todo el cuerpo sobre los pies, convencido estoy de que le abriría las grapas que unían el boquete de la pierna. Además, los efectos de la anestesia local sobre la musculatura de esa pierna debe influir en no responderle totalmente. En definitiva, no cabe mayor afición, tesón y ganas, pura emoción puesta al desnudo por Escribano.

     Borja Jiménez logró un faenón lleno de emoción. Está en un momento excelente. Entendió perfectamente a sus toros. Si mete bien la espada le corta las dos orejas. Y me dio la impresión que Roca Rey se vio atrapado por esos dos leones sevillanos en corral ajeno. Las formas, la colocación, los cites de Escribano y Borja fueron diferentes a los de Roca, y la gente lo vio. Es verdad que estuvo especialmente crítica con el peruano, pero a las figuras hay que exigirles, y hoy Roca Rey no ha estado a la altura de sus propias exigencias cuando decidió afrontar el reto de lidiar una corrida del hierro de Victorino.


 LA CORRIDA, AL COMPÁS 

De sangre valor y lágrimas

Fernando Naranjo.-

Se compuso ayer la tarde
y hubiera de todo en ella.
La emoción y la querella
se unieran a los alardes
de Fiesta tan nuestra, que arde,
cuando los hombres que la aman
viriles, ellos reclaman
como siempre, hacerla suya,
la hombría fielmente fluya
enhiesta como una llama.

Han vuelto los de albaserrada,
de carácter singular,
volvieron a demostrar
la severa seriedad
de andaluza identidad
y aquella antigua rabieta
la de irse tras la muleta,
de aguerridos coletudos
donde la suerte sostuvo
vigilarlos muy de cerca.

Quiso escribir tan cercano
que se fue a portagayola
y un ‘disparate’ de ola
arrolló a tal Escribano,
mandándolo al cirujano
para salir tan repuesto,
con plenitudes y arresto
sin emitir una queja,
para arrancar las orejas
del cárdeno que hizo sexto.

Probó el gallo americano
cantar a arboladas nubes
de aquellas cárdenas ubres
núcleo para él lejano,
y volvió a ser tan cercano
que, pudo salir airoso.
Aunque prudente y garboso
de aquel corral tan ajeno,
firmó su pasar sereno
sin un facto glamuroso.

Bravo el rubio de Espartinas,
castizo y leal espartano.
El que le bajo las manos
y sometió sin rutinas
a tres cárdenos con rimas
y con guasa pa’vender
¡Cómo estuvo en su quehacer!
Con gusto ejemplar y garbo
fruto fiel de aquel buen árbol
de aljarafeño nacer.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

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