GALLEANDO

«Mira, ahora sin red»

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Eduardo Canorea y Ramón Valencia junto a Juli, Manzanares y Morante, tres de las seis figuras que no volverán a torear más en la Maestranza si ellos continúan de empresarios. (FOTO: Paco Díaz)
Eduardo Canorea y Ramón Valencia junto a Juli, Manzanares y Morante, tres de las seis figuras que no volverán a torear más en la Maestranza si ellos continúan de empresarios. (FOTO: Paco Díaz)

«…El conflicto y la polémica suscitada en Sevilla deja inmerso al toreo en una triste historia en la que todo se retuerce y se tambalea, gira y caracolea sin que nadie de los que de él se benefician sean capaces de caminar por un tiempo en la misma dirección. Al final se está donde se está, tristemente enfrentado a la incertidumbre…”

Manuel Viera.-

     Al principio, desconcierto. Normal. Después, pese a tanta confusión, nadie parece acostumbrado a tan poco aire para respirar. A la provocación de un empresario y al ‘guantazo en la cara’ de cinco toreros contra las verdades mal dichas de Pagés. No obstante, debiera ser fácil ponerse de acuerdo si el ruidoso ultimátum tuviese respuesta sólo en billetes grandes. Argumento, más que enrevesado, que hace necesario abordar esta cuestión que necesita depurarse de sus originarias connotaciones económicas. De todas formas, ha llegado el momento de ponerse a pensar en el futuro y dejar de jugar con el presente. De hacerse cargo de una realidad, no imaginada, que está convirtiendo el toreo en una pista de circo en la que se exhibe el más difícil todavía: «Mira, ahora sin red».

     Y es que parecen haber olvidados, si es que alguna vez lo supieron, que la evidente falta de criterios generales provoca estas actitudes con las que emergen de inmediato los poderosos intereses que dañan, y de qué manera, a una Fiesta abocada al grotesco desastre.

     Mérito tiene, y se agradece, que cinco toreros se planten y le echen cojones a la irónica y espontánea intromisión crítica de una realidad hostilmente auténtica. La hostilidad especialmente emanada de afanes individualistas de una y otra parte. Sin embargo, su respuesta, desmesurada y rotunda, no ha de hacer olvidar la aceptación de quien los contrata de los encargos más peregrinos que, aunque no estaban a la altura de la categoría de la plaza, sí delataban la impronta de las exigencias de quien es figura del toreo. ¡Ay, cómo le jode esto al aficionado! El que paga y nadie respeta.

     El conflicto y la polémica suscitada en Sevilla deja inmerso al toreo en una triste historia en la que todo se retuerce y se tambalea, gira y caracolea sin que nadie de los que de él se benefician sean capaces de caminar por un tiempo en la misma dirección. Al final se está donde se está, tristemente enfrentado a la incertidumbre sin que ningún sector propicie la comprensión y el análisis de los viejos y eternos problemas del sistema. Y uno piensa: ¿todavía es posible seguir jugando a la radicalidad de las exigencias? Pues jueguen.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina. (manuelviera.com)


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