Javier Conde y Estrella Morente, una velada sevillana entre el toreo y el cante

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Los «mano a mano» de Cajasol han proseguido con una nueva entrega. En esta ocasión, como aquella primera de Curro Romero y José Mercé, se han fusionado dos artes tan unidas como el toro y el cante, dos artes muy puras. El diestro Javier Conde y la cantaora Estrella Morente llenaron de arte y embrujo la noche sevillana.


Javier Conde y Estrella Morente, protagonistas del coloquio.
FOTOS: Toromedia.

Elena Aguilar Riqueni.-

     En esta nueva cita del arte del toreo con el del cante todo ha sido pura improvisacion. Aseguraba Javier Conde que tras haber pasado una semana complicada por sus preparativos para torear en Venezuela, al encontrarse con Estrella, su mujer, en la habitación, no se habían planteado la faena del mano a mano. "Nos hemos encontrado en la habitación y le he dicho, ¿qué vamos a hacer? Honestamente, no lo sabíamos".

     Una vez en el ruedo y ante la aficion sevillana ha habido compenetración, entrega y chispa. Ambos han declarado sentirse flamenco, Javier, y torera, Estrella, y todo por lo común de la sensibilidad, el respeto y la personalidad que conlleva el toreo y el flamenco. Siempre con el agravante que supone el jugarse la vida, y así lo sacó a relucir Estrella. "Lo suyo es mas arriegado, temerario; requiere de más concentración. Un error para ellos, a los toreros, se les convierte en un calvario". Una sensibilidad que quieren, ambos, expresar con la pureza de un niño, nacida de la bondad y del sentimiento más sincero. Así lo declaraba la propia Estrella. "Me gustaría cantar con la inocencia de los niños. Eso es para mí la pureza".

     Y si en el cante existe, en el toreo esa verdad es absoluta, y así lo defendía y razonaba Javier. "Soy un aficionado al arte en general. A la pintura; mi padre lo era y me trasladó su gusto, como a otras artes. Me entusiasma ver cómo la gente, emocionada ante una estampa taurina, se


Toreo y flamenco se volvieron a dar la mano.

pasa horas contemplándola. Eso es grande. Nuestro cuadro está vivo todas las tardes, la obra magna está viva. Es una realidad, lo demás son bulos y cosas raras que se inventan. Es extraño que se vistan de toreros chiquillos con trece años. Eso es de mérito, consigan lo que consigan, por someterse a una gran disciplina para jugarse la vida. Tenemos algo que es nuestro y único. Disfrazados de cultura, respeto, honradez y mil miedos, el grande es Picasso".

     Una sensibilidad que comienza por el respeto a los maestros, y que termina en la libertad del artista. A Javier le encauzaron cuando no sabía por dónde quería encaminar su vida, pero después buscó en su esencia. "De pequeño no sabía lo que quería ser. Me fui a Salamanca. El Capea me acogió en su casa y me enseñó la gran realidad de ese hombre como torero. Hubo un momento que le dije que tenía algo en mi interior. Sabía que mi naturaleza tenía que fraguar, ser libre. Para mí fue muy importante que un maestro estuviera respetando la naturaleza de un niño. Hay que saber respetar el pasado pero ser uno mismo. Esa es la libertad de cualquier artista".

     A su vez, Estrella comparte ese sentir. "Mi padre me ha dejado ser Estrella Morente, aunque me dijo que era una de las carreras mas difíciles. Eso si, es necesario tener la base de los maestros, es un buen esqueleto, un buen método para caminar. En Sevilla hay mucha afición al cante. Ahí están Manuel Torres, la Niña de los Peines… Es una cantera de artistas y me ha marcado desde chica". Un público al que le reconoce la capacidad para captar el arte. "En Sevilla se siente ese respeto, esa sensibilidad para con los artistas, para decidir qué le gusta y qué no". Algo que Javier siente de idéntica forma. "El dia de mi triunfo en Sevilla sentí y expresé lo que es el temple y la cadencia. Aquello fue maravilloso. Además de los ecos de la memoria, lo que me queda es el cante de mi mujer. Me sentí más sevillano que nunca y más propietario de la nada".

     Tras esas palabras se arrancó Estrella a cantar: "Me ha contado Pepe el churrero / que esta tarde ha ido a los toros; / que ha llorao con un torero / que vestía de grana y oro. / Acordándose del Conde, / tambaleándose va…". Fue una ovación cerrada a la artista de un público que llenó el antiguo teatro Álvarez Quintero. Una 'cantaora' plagada de proyectos profesionales; y un torero, que considera estar en buen momento para afrontar la nueva temporada. "Estoy teniendo buenas sensaciones en mi preparación en el campo. Me encuentro en un momento afortunado de mi vida. Había momentos en los que no tenía creatividad. La vida artística está llena de altibajos. No sé si torearé en Sevilla, aunque la cosa va por buen camino, pero sí lo haré como quisiera. En estos momentos me interesa torear para dejar algo, y no para llevarme nada".

     Sin duda, un mano a mano para el recuerdo.

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