REAL MAESTRANZA - 2ª Feria de Abril

David de Miranda y el enorme placer de torear la bravura

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El diestro onubense David de Miranda, a hombros tras cortar dos orejas en el quinto.

Extraordinaria corrida del hierro de Santiago Domecq en la primera corrida del ciclo continuado de Feria de Abril. El quinto debió ser premiado con la vuelta al ruedo, un gran toro al que el onubense David de Miranda le ha cortado las dos orejas tras una faena vibrante y de alta calidad. José Garrido corta una oreja.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Santiago Domecq, de bonitas hechuras, serios y de demostrada bravura. De notable calidad, el primero; bravo en la muleta, el segundo; noble, aunque de embestida sosa, el tercero; de escasa clase, el cuarto; muy bravo el quinto; bravo el sexto.
ESPADAS: –José Garrido (de rosa palo y oro), oreja y silencio tras aviso.
David de Miranda (de rioja y oro), saludos tras aviso y dos orejas.
Leo Valadez (de espuma de mar y oro), silencio y silencio.
CUADRILLAS: Picó bien al quinto Aitor Sánchez.
INCIDENCIAS: Un tercio de plaza. Leo Valadez fue asistido en la enfermería de un puntazo en la fosa ilíaca derecha y erosión en la zona pretibial, de pronóstico leve.


Manuel Viera.-

     Centrémonos de inmediato en lo que interesa. En lo sucedido con la gran corrida de toros de Santiago Domecq lidiada en la Maestranza. En la bravura simbolizada en ‘Tabarro’, el magnífico toro del ganadero gaditano al que David de Miranda le ha cortado las dos orejas pese a pinchar en el primer intento de hundir la espada. En la versión de natural. Porque el torero onubense logró sumergir a toda una plaza en estado de suspensión. La verosimilitud que hace creíble las situaciones más soñadas. A ello contribuyó la tauromaquia que confiere a quien la ve el enorme placer de sentir, gozar y emocionarse. Auténtica magia que alimenta el alma.

     Naturales para remarcar, profundos, lentísimos, eternos. Trazos que fueron in crescendo hasta alcanzar altísima cota. Naturales interpretados con una sensibilidad exquisita. De lentitud desesperante hasta desaparecer detrás de la cadera. Hubo tensión emocional entre lo que ocurría en el ruedo y el espectador, en el instante fugaz en el que se produjo.

     Hablar de lo hecho por David de Miranda al gran quinto es algo más que definir su toreo. El motivo que realmente le lleva a volcar toda la intensidad de la lidia en un concepto tan clásico como auténtico. Un toreo que contuvo empero todos los significados capaces de enriquecerlo. La quietud en los lances a pies juntos marcaron el inicio de una lidia que acabaría apoteósica. La derecha viajó sincera, con muletazos luminosos, ingeniosos, hilvanados y de una emotividad directa y generosa. Y la izquierda impecable para transmitir una veracidad escalofriante. ¡Qué toro! y ¡qué torero! Dos pañuelos blancos en el balconcillo del presidente, tras errar con la espada, y ocultado el azul. Cuantificar la calidad de las embestidas de un toro es el paso inicial para poder valorar la bravura y, por tanto, premiarla. ¿Quién falló?

     Santiago Domecq trajo a Sevilla una corrida de Sevilla. De bonitas hechuras, seria y brava. Toros para el toreo, para el disfrute y la emoción. Bueno fue el segundo, noble y bravo en la muleta. David hizo gala en todo momento de un toreo sólido pero con demasiadas intermitencias. Buscó en la quietud y el ajuste su arma para convencer, epilogando faena de manera emotiva. La espada y el descabello malograron lo hecho.

     José Garrido caminó dispuesto a la puerta de chiqueros para hacer suya la tarde. Larga cambiada y vibrante lancear. Presentación de lo que quería conseguir. Consiguió una oreja a un toro de dos. Porque el buen toro primero ya dijo sobre el albero maestrante lo que habría de venir después con una corrida que coge nota muy alta nada más empezar el ciclo. Tuvo la lidia momentos importantes. Muletazos templados, ligados, ajenos a esquematismos preconcebidos, y naturales con los que consiguió los fragmentos más interesantes de la faena. De todas formas, faltó algo. Hundió el acero y paseó una oreja.

     Menos calidad en las embestidas tuvo el cuarto. Sin embargo, galopó de largo al caballo para alegría del público. El diestro pacense hilvanó una faena muy suya, de cites con muleta adelantada, elegante y templada. También con la izquierda logró algún que otro natural expresivo. Un feo bajonazo malogró lo hecho.

     Leo Valadez también tuvo toros para el triunfo. El sexto mostró calidad en su noble embestida. El mexicano lo toreó despacio con la derecha e incluso con la izquierda, pero todo demasiado mecánico. Y además lo pinchó. Al tercero, de embestidas nobles aunque con una pizca de sosería, lo lidió con ambas manos sin llegar a convencer. Quizá, la falta de sentimiento en la expresión de la lidia llegó más a los tendidos que su toreo.


 AL NATURAL 

¡Qué difícil es ser torero!

Francisco Mateos.-

     Hay toreros. Muchos se quejan que los carteles son siempre los mismos y se basan en toreros que acumulan muchos años de alternativa. Pues tanto el domingo con Calerito y Lama de Góngora, y hoy con David de Miranda, demostrado queda que toreros hay. Toreros que, al margen del rodaje que aún necesitan, torean muy bien, y tienen entrega y afición. El problema, por tanto, es otro. La falta de estímulo y enganche de la Fiesta hacia el público joven, la dinamización del propio espectáculo y las estructuras taurinas, mayor protagonismo en la sociedad con una estrategia bien definida… Pero por falta de toreros no será. Los hay.

     David de Miranda ha rozado la gloria esta tarde. Y es que es tan difícil ser torero… Cuando haces una faena buena como la de su primero, con momentos de alguna inconsistencia por la escasez de corridas, y metes la espada, pero al final el toro no cae y necesitas varios descabellos y el premio se esfuma… Esa oreja unida a las dos del quinto le hubieran abierto la Puerta del Príncipe. Y es que se tienen que reunir tantos condicionantes a la vez en un mismo momento: las condiciones del toro, que el torero lo tenga claro ese día, la capacidad, la preparación, el viento, la lluvia, la atención del público, la espada,… tantas aristas que deben converger en un mismo punto para que el prisma del triunfo rotundo pueda tener volumen… ¡Qué difícil es ser torero! David de Miranda lo ha acariciado, lo ha tenido, y en buena medida lo ha logrado con esas dos orejas del quinto, pero no es lo mismo que la rotundidad de una Puerta del Príncipe que se le ha escapado porque un par de aristas no han convergido en el momento oportuno.

     Y excelente la corrida de Santiago Domecq. Además de toreros, parece que toros también hay. Lástima que el que no ha estado a la altura de la tarde ha sido el palco presidencial un día más, ocupado hoy por Luque Teruel. Velar por el prestigio de la Maestranza no es conceder la oreja en el arrastre y mandar al alguacilillo al desolladero a recogerla. Y mucho menos dejar al toro quinto sin una justa vuelta al ruedo. Otro petardo. Hace falta renovar el palco de presidentes de la Maestranza ya. Pero el señor delegado de la Junta del PP, Ricardo Sánchez, está mas entusiasmado en el taurineo de callejón que en ejercer sus funciones, más allá de su consabido frustrado oficio de modelo de fotografías; no se pierde una en la que pueda salir metiendo cacho.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 


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