Salvador Cortés: «Ni en estos difíciles momentos había perdido la confianza en mi capacidad»

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El torero valora con satisfacción y serenidad el triunfo de Puerta del Príncipe en su encerrona como único espada en Sevilla. Ahora reconoce que sólo puede esperar a que sus apoderados y las empresas le despejen el futuro. Considera clave el esfuerzo realizado en el quinto y confiesa que hubiera pedido el sobrero si no hubiera logrado la Puerta del Príncipe al caer el sexto.


Cortés, posando en la terraza de la habitación de hotel tras la corrida,
con la catedral sevillana iluminada en el horizonte.
FOTO: Manny Rocca.

Francisco Mateos.-

     Quinta planta. Habitación de hotel a la espalda de la Maestranza. Acaba de salir de la ducha. Mientras el héroe se viste de calle, el terno purísima y oro que estrenaba, con restos de la dureza de la lidia, descansa junto a unas zapatillas toreras que secuestran en sus suelas un 'puñaíto' de albero maestrante. Salvador Cortés aparece sereno, tranquilo, demasiado tranquilo. Acaba de salir a hombros por la Puerta del Príncipe y parece que no se permite, ni por unos minutos, que se le suba a la cabeza.

     Salimos a la terraza particular de su habitación de hotel y posa feliz pero sereno para el fotógrafo. En el hall, abajo, le espera un sinfín de profesionales y aficionados. La noche cae sobre Sevilla y hace aún más impactante la recortada silueta iluminada de la cercana catedral de Sevilla. Sentados en la terraza, el torero habla sosegado de las faenas que acaba de firmar en la otra catedral de Sevilla, la del toreo: la Real Maestranza.

     "Ha sido todo muy bonito. El secreto ha sido soltarse la responsabilidad e intentar disfrutar de un privilegio: torear seis toros en la Maestranza. En mi etapa de becerrista repartía programas de toros a los aficionados en la puerta de entrada a la plaza y con eso me ganaba el poder entrar a la corrida; hoy han sido otros chavales los que repartían esos programas, como yo hace diez años, y el único nombre que aparecía como torero era el mío. Eso, para mí, que lo he vivido, es muy fuerte. Un sueño hecho realidad. Cuando veía entrar a los toreros por la calle Iris, camino del patio de cuadrillas de pequeño, le decía a mi padre: "¿Seré yo capaz de hacer algún día?" Y aquí estoy, con una corrida entera para mí en la Maestranza. Es un sueño".

     Sobre la corrida, el torero comenta que "los toros comenzaron a ponerme un poco cuesta


El torero atiende, sereno, a las preguntas de Francisco Mateos.
FOTO: Manny Rocca.

arriba la tarde. Cuando iba a salir el quinto toro sólo llevaba una oreja. El primero daba unos cabezazos muy molestos, sin dejarse llevar. El segundo mejoró algo, porque aunque fue noble también daba cabezazos al final del pase y le faltaba transmisión. El tercero tuvo buen aire pero se apagó muy pronto. El cuarto no me ha gustado; creo que no le habrá gustado a nadie. El quinto, sin duda, ha sido el mejor. Ese toro sí me ha dejado disfrutar de verdad, ha sido un buen toro. Y el último se ha dejado sin más".

     Salvador Cortés confiesa que "el secreto ha sido la confianza que siempre he tenido en mí mismo, en mi capacidad como torero hasta en estos difíciles momentos. Afortunadamente Dios aprieta pero no ahoga y todo ha salido bien. En el quinto me la tenía que jugar. Había cortado sólo una oreja y me quedaban por conseguir tres para abrir la Puerta del Príncipe. Por eso me fui a portagayola. Iba a por todas, a por las dos orejas o a por la cornada. Hacía mucho tiempo que no cogía las banderillas, porque la lesión de la rodilla no me permite ni hacerlo en el carretón, pero tenía que hacer el esfuerzo. Hombre, no he sido El Fandi pero creo que me he defendido. Y la faena a este toro sí me ha gustado, me he sentido muy compenetrado con él y lo he pulseado para templarlo y torearlo lento. A la hora de matar me he tirado a lo que fuera, sin reservas".

     El torero sevillano reconoce que "si tras el sexto no hubiera logrado abrir la Puerta del Príncipe estaba dispuesto a pedir el sobrero, o los dos, quién sabe". Cortés valora con emoción el cariño de Sevilla. "Ha sido increíble esa ovación que me han dedicado en el paseíllo. Eso me ha llegado al


El vestido y las zapatillas con las huellas de la lidia.
FOTO: Manny Rocca.

alma y ha sido de las veces que más me he emocionado en una plaza. Durante la corrida he sentido el calor y el aliento de la gente de Sevilla. En las vueltas al ruedo he paladeado sus muestras de respeto y me sentía muy feliz al ser capaz de distinguir a mucha gente amiga en los tendidos. He disfrutado muchísimo esas vueltas".

     Sobre la repercusión de la Puerta del Príncipe -segunda que consigue en tres años de matador-. el diestro sevillano dice que "habrá que tener paciencia sobre lo que me puede servir este triunfo. De todos modos era algo que necesitaba para mí, como torero, quedarme tranquilo de que lo sucedido este año en el que he toreado menos y he faltado a grandes ferias donde había triunfado no ha sido siempre por culpa mía, ni mucho menos. Quedarme tranquilo sobre mi capacidad como torero. Esa duda que pudiera tener ya la he despejado y la tarde de hoy me ha confirmado que puedo llegar mucho más lejos. Ahora bien, los contratos y las corridas son cosa de los apoderados y los empresarios. Yo he cumplido. La cuestión, ahora, es saber si los empresarios cumplirán conmigo. El toreo es así de duro y más no puedo hacer".

     Tras salir a hombros, la noticia entrañable la puso Salvador cuan o, en la propia furgoneta, le dijo al chófer que no le llevara al hotel, sino directamente a la casa de su madre. "Es algo que sentía en ese momento. También me pasó el año pasado, cuando salí por la Puerta del Príncipe. Me monté en la furgoneta y me faltaba algo. Por eso, vestido de torero y con la cuadrilla conmigo, me fui a buscarla a Mairena. Ella sufre muchísimo conmigo y cada vez que salga por la Puerta del Príncipe voy a hacer lo mismo: llevarle las orejas hasta su casa. Se lo merece todo".

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