REAL MAESTRANZA - Novilada con picadores

¿Y la emoción?

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1922
Lama de Góngora, con la oreja del sexto.
Lama de Góngora, con la oreja del sexto.

El novillero sevillano Lama de Góngora ha dado la vuelta al ruedo en el tercero y ha cortado una oreja en el sexto en la descastada novillada de Cayetano Muñoz. El también sevillano Juan Ortega, con parados novillos, fue ovacionado en el cuarto. El debutante Posada de Maravillas fue silenciado en ambos utreros.

LA FICHA

NOVILLOS: Se han lidiado novillos de Cayetano Muñoz, de desigual presentación, nobles, descastados, flojos y sosos.

NOVILLEROS: -Juan Ortega, de grosella y oro, silencio y saludos.

-Posada de Maravillas, de blanco y oro, silencio, silencio y silencio.
Lama de Góngora, de grana y oro, vuelta tras petición de oreja y oreja. 
 
INCIDENCIAS: Menos de media plaza.

 

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López-Matito
LOS NOVILLOS, UNO A UNO
López-Matito
VIDEO DE LA NOVILLADA

 

 Lama de Góngora, con la oreja del sexto.

 

Manuel Viera.-

     El toreo es un lenguaje infalible para mantener a raya la emoción, pero también para olvidarse de ella si el animal con el que hay que provocarla carece de bravura. Y algo de esto último pasó en la desigual novillada de Cayetano Muñoz. Animales de almibarada nobleza, ayunos de casta, con las fuerzas justas, que iban y venían en los inicios de faena con la sosería de sus apagadas embestidas, y que dejaban la aborregada acometida a menos de la mitad de trasteo. Y así es imposible darle a la gente lo que la gente pide. Así es imposible transmitir sensaciones desde abajo hacia arriba. Emocionar. Que al fin y al cabo es de lo que se alimenta la lidia. Entonces, ¿de qué va esto?

     Por esto, la función se convierte en el más insufrible de los espectáculos. En un pasar el tiempo, en comentarios de lo que pasa alrededor del vecino. Hoy, el público que asistió a la Maestranza estuvo más pendiente de quitarse de encima la plaga de mosquitos que invadió los tendidos que del derechazo y el natural sin una pizca de entusiasmo. Así que no hubo festín de naturales, ni fascinantes derechazos hilvanados. Ni la naturalidad y la frescura que se le atisba a lo mejorcito de la novillería actual. Sí hubo un público escaso y cambiante en cada tarde, sin demasiadas exigencias y dispuesto a premiar lo mínimo que sucede en el ruedo.

     No cabe duda que Lama de Góngora transmite sentimiento y provoca el delirio con un concepto diferente y esperanzador. Ni la menor duda de su enorme actitud durante toda la tarde. Las dos portagayolas lo demuestran. Todo pareció cumplir los improbables requisitos que el toreo reclama, pero le faltó la brava acometida de sus dos utreros. Con el tercero dibujó notables muletazos aprovechando las primeras embestidas, mas todo quedó en eso porque el bien dibujado y aislado natural no tuvo continuidad. Faltó la emoción. Los excelsos detalles, quizá, hicieron que revolotearan al viento algunos pañuelos tras la contundente estocada. No los suficientes para el deseado despojo, pero sí para pasear el redondel entre las palmas de sus muchos seguidores.

     Sí agarró con fuerza, y la paseó, la oreja del sexto. Quizás el novillo con mayor movilidad de la tarde. Pero se apagó su nobleza en el leve intento del toreo al natural. No obstante, el sevillano, dejó muestras de su transparencia, su nitidez y sensibilidad en la belleza de algunos muletazos diestros bien hilvanados. Muy pocos, pero los suficientes para provocar en su gente el deseo de triunfo. No fue la intermitente faena de oreja, aunque al final los detalles aportaron la chispa necesaria para que lo hecho y, sobre todo, su talante fueran premiados con el apéndice deseado.

     Juan Ortega perdió parte de su ánimo con sus dos utreros, nobles, como todos, y sosos y parados, como todos. Dejó escasas muestras de buen gusto sin poder levantar faena en ninguno de sus novillos. Le dibujó muletazos con ambas manos al parado primero, e hizo calco con el soso cuarto. Todo sin contenido emocional. Pinchó al su primero e introdujo el acero con contundencia en el cuarto, al que tumbó sin puntilla.

     Faenas de circunstancias las realizadas por Posada de Maravillas. Y no por los anodinos muletazos, sino por las características de sus dos novillos. Así que el buen concepto del debutante extremeño se quedó en esporádicas muestras de buen gusto. Ni con el descastado segundo, ni con el desfondado quinto pudo trazar más de dos muletazos seguidos. A ambos los pinchó.


GALERÍA GRÁFICA (López-Matito)

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Juan Ortega.

Posada de Maravillas.

Posada de Maravillas.

Posada de Maravillas.

Posada de Maravillas. Posada de Maravillas. Lama de Góngora.
Lama de Góngora. Lama de Góngora. Lama de Góngora.
Lama de Góngora. Lama de Góngora. Lama de Góngora.
Lama de Góngora. Lama de Góngora. Lama de Góngora.
Lama de Góngora. Lama de Góngora. Lama de Góngora.
Lama de Góngora. Lama de Góngora. Lama de Góngora.
Lama de Góngora. Lama de Góngora. Lama de Góngora.

LOS NOVILLOS, UNO A UNO (López-Matito)

El primero (Cayetano Muñoz).

El segundo (Cayetano Muñoz).

El tercero (Cayetano Muñoz).

El cuarto (Cayetano Muñoz).

El quinto (Cayetano Muñoz).

El sexto (Cayetano Muñoz).

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