Análisis de dos semanas de toros

Reflexiones sobre la Feria de Abril (la que llaman del indulto)

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El Juli y Manzanares, por la Puerta del Príncipe en la Feria de Abril. (FOTOS: lamaestranza.es)
El Juli y Manzanares, por la Puerta del Príncipe en la Feria de Abril. (FOTOS: lamaestranza.es)

«…No conozco una preferia más floja que la de este año, con rotundos fracasos ganaderos (Aguirre, Alcurrucén y los ‘matices’ de Victorino), y con toreros que ni se motivaban ni quisieron motivarse ante algunas embestidas esperanzadoras de esas ganaderías que fracasaron. Se vieron detalles en Oliva Soto, Luis Vilches, Salvador Cortés y algún ‘despiste’ en el Cid con los ‘victorinos’, pero he de advertir que esa preferia necesita una pensada de la empresa Pagés…»

Pérez Alarcón.-

     He querido dejar pasar conscientemente un tiempo desde la finalización de la Feria taurina de Sevilla -en la que hemos estado dos semanas de intensa afición taurina- para hacer mi modesta reflexión, a modo de conclusión, de lo que ha sido la cita taurina. A priori parecía que la cita tenía varios nombres en la palestra como adalides de la gloria del toreo: Manzanares, Morante y El Juli eran los mejores posicionados para alcanzar ese deseo eterno en la plaza de toros de Sevilla (o de la Maestranza). Pues bien, ese Domingo de Resurreción nos anunció que un torero de Madrid -El Juli- anda muy poderoso y fuerte, y venía a llevarse todo esa gloria, ante la mirada de un Morante en tono menor, y un Manzanares expectante pero desilusionado con esa primera cita.

     No conozco una preferia más floja que la de este año, con rotundos fracasos ganaderos (Aguirre, Alcurrucén y los ‘matices’ de Victorino), y con toreros que ni se motivaban ni quisieron motivarse ante algunas embestidas esperanzadoras de esas ganaderías que fracasaron. Se vieron detalles en Oliva Soto, Luis Vilches, Salvador Cortés y algún ‘despiste’ en el Cid con los ‘victorinos’, pero he de advertir que esa preferia necesita una pensada de la empresa Pagés para ponderar su rentabilidad comercial -que la hay- con la posible aceptación del público de ganado y toreros, extremo que no ha estado compensado este año. El viernes y sábado (de gloria para algunos) tuvieron dos momentos importantes de la Feria. El primero, el viernes, con la autoridad y dominio de Julián López ‘El Juli’, que demostró ante Ponce y Cayetano que su momento es muy dulce, y muy poderoso, y que para torear hay que dejar la muleta en la cara del animal, y tirar de él. Corrida irregular de Garcigrande, pero con varios toros de nota, que provocaron esa Puerta del Principe al diestro de Velilla de San Antonio.

     Lo segundo vino el sábado (de la gloria al indulto) y que provocó que después de una semana de aburrimiento apareciese una corrida de Núñez del Cuvillo (que volvía a la Maestranza después de 4 años) con el juego suficiente para motivar al aficionado. Y esa motivación vino de la mano de Manzanares, que tuvo el valor, en Sevilla, de provocar el indulto de un buen toro de nombre ‘Arrojado’, con 4 años recién cumplidos, y de ‘convencer’ al público y al presidente para que el animal fuese indultado después de 40 años hacerlo el último. Manzanares toreó magistralmente, y con una despaciosidad enorme, ante un toro que repetía y que demostró su bravura plena en la muleta, pero su indulto es una mera anécdota para las condiciones y circunstancias que rodearon al mismo, sobre todo por el ánimo y fervor popular que la gente tenía con la faena -reitero- magistral de Manzanares. Casi todo el mundo ha llamado a esta Feria como ‘la del indulto’, pero para este modesto aficionado la Feria debe llamarse la de ‘la gloria del toreo’, en honor a Manzanares y a ‘El Juli’, por lo bien que han toreado en esta Feria. Todavía estoy esperando que algún jurado premie como mejor toro al primero de Aparicio, cuya embestida era más pastueña que la del toro de la Feria (para algunos jurados).

     Después del viernes y sábado de gloria la Feria tenía otra mirada, otra sonrisa, otra perfume bien distinto que en la preferia, por supuesto, y que provocaba que la gente mirara las repeticiones aburridas de Talavante y Perera (que se han ido con más pena que gloria) y se esperanzase con Esaú Fernández, los detalles de ‘El Cid’ -sin terminar de explotar con un buen toro de El Pilar-, con un Luque que luchó por ‘robarle’ pases a un manso, y con Manzanares, que siguió dando lecciones de toreo con una corrida descastada de Jandilla. Esa mansedumbre y descastamiento predominó en farolillos, que terminó contagiando a la corrida de Miura, donde Rafaelillo hizo lo más destacado.

     Sigo manteniendo la reflexión que dije en la crónica del dia de ‘la gloria de Manzanares’, cuando se indultó al toro, y es que la ‘indultitis’ que nos espera a los aficionados en las plazas (sobre todo andaluzas) debe hacer reflexionar a la autoridad y aficionados sobre la conveniencia de concederlos y los daños colaterales que dicha concesión conlleva para la Fiesta. Hay tesis para todos los gustos. Yo las acepto, pero no las puedo compartir, por muchas causas, pero sobre todo porque hay que mantener un equilibrio en todos los tercios de la lidia -reconozco que es difícil de apreciar objetivamente- y ajustarse a un protocolo que provoque que no haya arbitrariedad ni ‘consejos’ por la parte interesada. En Jerez, un rejoneador se quiso subir al carro de lo antirreglamentario para indultar un toro de rejones de su propia ganadería, y eso provoca cierta confusión al aficionado. No confundamos al aficionado.

     En conclusión, una Feria que dictaminó la gloria y arte del toreo para Manzanares, y la gloria y dominio del toreo para Julian López ‘El Juli’,  que -no nos olvidemos- tuvo también su protagonismo en la Feria de ‘la gloria del toreo’, mucho mejor que ‘la del indulto’, que para algunos fue un insulto en una plaza como la de Sevilla.


*Publicado en perezalarcon.blogspot.com.

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