CUADERNOS DE TAUROMAQUIA

Ese Morante eterno

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Espectacular toreo de capote de Morante en Zafra el pasado fin de semana. (FOTO: Gallardo / Badajoz Taurina)
Espectacular toreo de capote de Morante en Zafra el pasado fin de semana. (FOTO: Gallardo / Badajoz Taurina)

«…Ahora ya estoy curado. Morante me reencontró con el toreo, con el auténtico toreo. Sus raíces son profundas como todo lo clásico, y vive al margen de las modas y el novelerío. No se añora, pues queda para siempre en la memoria. Y da igual que sea en Zafra, la México o en una plaza de tientas. El milagro, milagro es…»

Álvaro Acevedo.-

     El último espectáculo televisivo, en Las Ventas, me había dejado muy confuso, y las ‘cosas’ que había leído en las redes sociales al hilo de ello, me tenían aún peor: estupefacto. El caso es que necesitaba ver torear a Morante, así que acepté la invitación para ir a Zafra de mi amigo Diego Bardón, que dicen que es un tipo raro porque con 75 años corre maratones (a veces, marcha atrás) o se presenta en primera fila de barrera con un pantalón blanco y unas zapatillas de deportes naranja fosforito. Yo, en cambio, le veo bien. De hecho, su mente está mucho más sana que la mía y al encontrarme tan aturdido, me preguntó: «¿qué te pasa?». «Nada, que tengo Twitter…»

     Ahora ya estoy curado. Morante de la Puebla me reencontró con el toreo, con el auténtico toreo, que es lento y jondo; un toreo tan de verdad que para hacerlo, hay primero que sentirlo. Sus raíces son profundas como todo lo clásico, y vive al margen de las modas y el novelerío. No se añora, pues queda para siempre en la memoria. Y da igual que sea en Zafra, la México o en una plaza de tientas. El milagro, milagro es.

     Porque un milagro fue la faena de José Antonio el cigarrero al cuarto toro de la tarde, cornicorto, enmorrillado y fuerte de culata, un castaño noblote y un punto brusco, fijo pero de media arrancada. Sin clase. A Morante le gustó, porque así es el genio, y brindó sonriente a un público que, minutos después, ovacionaría al creador puesto unánimemente en pie mientras volaban los sombreros. No era para menos. Acabábamos de presenciar una indescifrable obra de arte asentada en un valor limpio, sin exhibicionismos, y nacida casi de la nada, pues enfrente hubo un toro sin recorrido ni entrega. Una maravilla de toreo cabal en redondo, de naturales por Sevilla a pies juntos, de molinetes y recortes corraleros. No sabría decirles cómo surgió ese ritmo profundo, esa pureza blanca, ese cante antiguo… Ese Morante eterno.

Post scriptum: Diego Bardón ha cortado la temporada.


*Publicado en el blog de cuadernostm.com

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