OPINIÓN: El Cid ya es figura histórica

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«…su clara inteligencia, para entender primero lo que requiere cada toro para imponerle después el toreo apropiado, es el don de la sabiduría que se hace evidente en el valor, la calma y la quietud para templar e hilvanar acometidas con despaciosidad infinita…»


FOTO: Javier Martínez.

Manuel Viera.-

     Han pasado siete años desde que Manuel Jesús 'El Cid' inició el largo camino hacia la cúspide. Siete temporadas intentando ocupar los primeros puestos del escalafón de matadores, para acabar esta del 2007 con la regularidad del exaltado triunfo, conseguido cada tarde, cada feria, en cada toro…

     Mientras vivimos el frío invierno, tiempo propicio para la reflexión, se hace necesario reconocer, no defender, que estamos ante uno de los toreros más importantes de la última década. Una figura del toreo indiscutible que lleva desde abril de 2000 -año de su doctorado en Las Ventas de Madrid- planteando sus temporadas sobre la base de dar la cara en plazas de primera, sin dejar de acudir a las de segunda y tercera. Toreando todo lo que le sale de chiqueros: toros complicados, agresivos y con toda clase de dificultades.

     La ambición responsable de El Cid, tantas veces demostrada, ha seguido creciendo ante la adversidad y también ante los que pisaban a fondo el acelerador del triunfo en las primeras ferias del calendario taurino. Sobre todo cuando las comparaciones e intentos por desacreditarlo, en una competencia desleal y absurda, comenzaba a estar en boca de no pocos aficionados y alguna que otra pluma sin escrúpulos.

     Siempre he creído que la rivalidad en las plazas de toros es la mejor de las suertes que le puede tocar al espectáculo taurino. Pero no la impuesta por aquellos que de una u


FOTO: Matito.

otra forma quieren buscarle sustituto al 'ídolo'. Pese a la circunstancia, difícil ha sido que el extraordinario torero de Salteras dejara escapar uno solo de sus más sonados triunfos en las más importantes ferias taurinas de España y Francia.

     Más de media década lleva El Cid queriendo mandar en el toro y en el toreo. Su indiscutible técnica le ha servido para torear al mejor, al bueno y al malo. Toros a los que ha cuajado con soberbia profundidad, ha corregido defectos y ha pulido virtudes, y ha sabido lidiar descubriendo en ellos los que pocos son capaces de descubrir. Su clara inteligencia, para entender primero lo que requiere cada toro para imponerle después el toreo apropiado, es el don de la sabiduría que se hace evidente en el valor, la calma y la quietud para templar e hilvanar acometidas con despaciosidad infinita.

     El Cid, maestro del natural, mérito básico entre muchos otros, que le ha servido para alcanzar altas cotas de calidad excepcional, debe de meditar tras su exitosa temporada y apoteósico e histórico triunfo en Bilbao el planteamiento más lógico para su próximo año taurino. Quiere El Cid repetir gesto y gesta en Las Ventas. No obstante, ahora, que ha alcanzado metas imprevisibles, ha vencido la rivalidad que osadamente le colocaban para ocupar su lugar. Ahora, quizás, es la ocasión para ver y paladear el toreo de Manuel Jesús en actuaciones más dispersas, sin prisas, sin llegar a ese 'atoramiento' de fin de temporada que perjudica más que beneficia. Ver a un Cid, que ya es figura histórica, sin el agotamiento propio del ir y venir, recreándose en la soltura, en la naturalidad, en la profundidad inmensa de su clásico toreo. Mientras eso sucede quedémosno con el recuerdo de una temporada -iniciada en Valencia  y finalizada en Jaén- exitosa y apasionante, en la que el gran torero sevillano escribió en la plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao una nueva página para la historia de la moderna tauromaquia.

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