El diestro de La Puebla del Río se despide de la Feria de Abril con otra buena lección de toreo de calidad y valentía. Daniel Luque regala una buena tarde de toros, por encima de las condiciones de sus astados, a los que los hizo mejores de lo que eran; cortó una oreja. Otra oreja para Tomás Rufo. Noble y floja corrida de Garcigrande.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado cuatro toros de Garcigrande, de aceptable presentación, nobles y de interesante juego. Noble y muy flojo, el primero; poquita fuerza, el segundo; muy noble y con buen son, el tercero; flojo el cuarto; con escaso poder, el quinto; con clase en sus embestidas, el sexto.
ESPADAS: –Morante de la Puebla (de nazareno y azabache), saludos y saludos tras aviso.
–Daniel Luque (de corinto y oro), vuelta al ruedo tras petición y oreja.
–Tomás Rufo (de verde botella y oro), saludos y oreja.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Joao Ferreira y José María Amores.
INCIDENCIAS: Plaza llena de ‘No hay billetes’.
Manuel Viera.-
Otra vuelta de tuerca a su toreo para ratificar todo lo hecho por este monstruo de la Tauromaquia en esta Feria de Abril metida en mayo. Monstruo en la lopesca que acuñó Cervantes. El prodigioso capote de Morante abrió y cerró la tarde, con tres y tres verónicas de lujo en el quite al sexto, para hacer pleno con ese toreo de capote altamente diferencial.
Posiblemente la mejor manera de volver a ver la coherencia de su toreo sea recordar el conjunto de ambos trasteos. Contemplarlo haciendo un itinerario de ida y vuelta: primero siguiendo el orden cronológico de la lidia, para después invertirlo y acabar por el principio. De este modo, sus sensacionales lances de capote, su toreo diestro ajustadísimo y los instantes con la mano izquierda, se ven como abstracciones extraordinariamente emotivas.
Morante dejó detalles exquisitos en la lidia del noble y flojo primero de Garcigrande. Naturalidad y torería, valor, ritmo y verdad con la mano derecha. Escasa, pero deslumbrante versión del natural claramente emotivo hasta que el toro se le paró. Interpretación interiorizada, sentida, sobria y contenida. Un toreo de brillantez y expresividad. Pinchó y saludó una clamorosa ovación.
Con parecidas características se comportó el cuarto, flojo pero muy noble en sus buenas embestidas. El diestro cigarrero parecía acariciar la acometida tras un comienzo enorme de un toreo por abajo colmado de torería. Molinetes y otros detalles de autor en los que hay que acuñar algún que otro natural inmenso, abrochado con el singular pase de pecho. Pese a pinchar antes de la definitiva estocada la gente le ovacionó con fuerza.
Un toreo cada vez más sentido, tras un inicio con atinada declaración de valor y técnica, y que, en adelante, fue mostrando con enorme firmeza y excelsa lidia, interpretó Daniel Luque al noble segundo. Un toro con las fuerzas justas al que no se le picó. El diestro de Gerena se hizo con la embestida hasta conseguir series completas con la derecha de exquisito temple. Tapó la posible huida del animal dejándole siempre muy cerca la tela hasta conseguir hilar cuatro naturales de órdago, rematados muy atrás de la cadera. Un toreo en plenitud ascendente identificado con el valor. Unos soberbios muletazos por bajo sirvieron de epílogo a una faena rubricada con la espada. Le pidieron la oreja con clara mayoría de pañuelos, apéndice que no sé por qué extraña circunstancia el presidente no concedió.
Sin embargo, sí le dio la del quinto, un noble toro de escaso poder, posiblemente con menor petición. Doble error. La emoción se sintió en unas verónicas a compás de lento recorrido. Prologó faena con la derecha hilvanando muletazos diestros en una labor técnica admirable. No fue igual con la izquierda, con la que sólo lució el natural suelto sin ligazón. Unas luquesinas finales pusieron fin a la obra premiada, esta vez, con oreja.
Hubo momentos en la lidia de Tomás Rufo al buen tercero de gran interés, aunque el resultado final quedó por debajo de las intenciones. El valor fue innegable y la actitud intachable. El diestro toledano lanceó a la verónica hasta los medios con candencia y compás. Después templó de rodillas muletazos diestros en un prologo de faena muy aplaudido por el público. Bajó la mano, arrastró la muleta hasta ver como unos pitones dejaban surco en la tierra de albero queriéndola coger. Toreó en redondo de forma discontinua, y una mano izquierda que se aceleró en el trazo del natural. Tras la estocada algo desprendida fue ovacionado.
Rufo es una extraordinario muletero que supo mostrar la excepcionalidad de su toreo de derecha e izquierda con esa notable embestida del sexto toro de la tarde. Toreó despacio con la diestra, ligando muletazos muy profundos y largos con el compás abierto. Volvió a arrastrar la tela para conseguir unos naturales muy hondos y de ejemplar trazo. Toreó acompañado con la cintura, aunque desigual, que finiquitó con su buena espada.
AL NATURAL
La valentía de Morante
Francisco Mateos.-
Se destaca de Morante su acusada personalidad, su toreo diferente, la carga emocional de su toreo, la calidad y belleza estética de su toreo… Pero es que Morante no sólo ha sido el que mejor ha toreado en esta Feria de Abril, el que más variado lo ha hecho, el que con más verdad ha usado capote, muleta y -creo- que hasta espada, sino que ha sido el torero más valiente. Si bien el concepto de calidad del toreo puede estar más claro y acotado, el concepto de valentía tiende a confundirse entre el gran público.
El valor no se ciñe -exclusivamente- a un desplante delante de la cara del toro tirando arrebatadamente muleta y espada, acariciar con los muslos a un toro moribundo a final de faena, plantarse de rodillas delante de la puerta de chiqueros, hacer un pase cambiado por al espalda… Para todo esto hace valor, por supuesto que sí; pero los toreros que realizan esos detalles y gestos de valor están alertas, con el cuerpo en tensión, los reflejos en estado de alerta máxima y con las manos a la defensiva para poder asirse de un derrote del toro porque no dejan de ser momentos muy comprometidos y evidentes de valor.
Sin embargo, el valor que ha desplegado Morante a lo largo de esta Feria de Abril ha sido un valor callado, silencioso, ‘tapado’ para el gran público. Ahora que ya ha pasado la Feria de Abril, si a Morante le hubiera levantado los pies del suelo un toro en la Maestranza lo hubiera reventado. Morante ha toreado asentado, con las zapatillas planas sobre el albero, con la figura relajada, pasándose al toro por la faja y rematándolos para los adentros. La musculatura está relajada, sin tensar, y el cuerpo entregado, a merced del toro, que si hunde el pitón, penetra sin oposición, sin un torero ‘en alerta’, y en una cornada profunda y amplia segura. Es la verdad desnuda del toreo.
Morante ha sido el más valiente de los toreros. Su forma de entregarse, la relajación de su toreo, el darle ventajas al toro, el olvidarse de su cuerpo y tener sólo como elemento disuasorio el mágico toque de muñeca y el mando que impone han demostrado que el que torea de verdad, con mayor autenticidad, es, además, el más valiente.
GALERÍA GRÁFICA (Pagés)