REAL MAESTRANZA - 3ª Ciclo San Miguel

Manzanares, más allá de la elegancia

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José María Manzanares.

José María Manzanares corta un apéndice tras lidiar dos buenos toros de Juan Pedro Domecq. En el quinto realizó la mejor faena, que podrían haber significado dos orejas más y Puerta del Príncipe de no fallar en la suerte de recibir. Alfonso Cadaval dio una vuelta al ruedo el día de su alternativa. Morante fue ovacionado.


SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Juan Pedro Domecq, aceptables de presentación y nobles. Falta de fuerza acusó el primero; con escasa casta el tardo segundo; muy noble y de notable calidad en sus embestidas el tercero; complicado el cuarto; bravo en los engaños el quinto; bueno el sexto.
ESPADAS:Morante de la Puebla (de blanco y azabache), silencio y saludos.
José María Manzanares (de grana y oro), oreja con petición de la segunda y vuelta al ruedo tras dos avisos.
Alfonso Cadaval (de blanco y oro), que tomaba la alternativa, saludos y vuelta al ruedo.
INCIDENCIAS: Casi lleno.


Manuel Viera.-

   Ha y un más acá y un más allá de las cosas. Más acá, nada, más allá de la actitud estuvo la singularidad de una lidia con momentos sublimes. Más allá de la elegancia. Más allá de la distinción de sus formas existió la naturalidad. Lo inesperado, lo sentido. La riqueza extraordinaria de una manera de mostrarse de un torero que tiene en Sevilla el lienzo ideal para crear y recrear la belleza. En su mano derecha, y en la izquierda, estuvo verdaderamente el toreo, a veces, trascendente, templado, profundo y ambicioso. La emoción del toreo de Manzanares al alcance de los que hoy lo presenciaron.

     En el museo de la memoria se colocará la obra esculpida al quinto de Juan Pedro Domecq, un toro muy noble en sus notables embestidas. Todo un catálogo representativo del toreo ‘manzanarista’. Nadie ha debido dudar que lo mostrado es indiscutible. Con todo, lo hecho carecería de verdad si no hubiese sido revelado de manera tan precisa y sutil con la que explicó el alicantino los entresijos de su arte.

     A Manzanares se le paró el tiempo en un trío de naturales majestuosos. Se hizo evidente en el momento en el que completó la serie con un pase de pecho sensacional. Después el turno fue para los lentísimos muletazos diestros. Ora con la derecha, ora con la izquierda. Los instantes de mérito que ofreció con ambas manos fueron sorprendentes. De peculiar empaque, sentido estético y con el encanto de los cambios de manos, molinetes y fenomenales de pecho. Un descuido, perdiéndole la cara al toro, le pudo costar un serio disgusto por un feo revolcón sin consecuencias finales aparentes. Las manoletinas fueron epílogo de la formidable faena. Obsesionado por ejecutar la suerte de matar recibiendo pinchó, en dos ocasiones, cerrando una Puerta del Príncipe que se vislumbraba casi abierta.

     La belleza y reciedumbre del trazo, la perfección técnica, la impetuosidad rítmica y la gran capacidad para templar estuvieron también al servicio de un toreo tan emotivo como natural. Lo hizo con el tercero. Otro buen toro con el que puso a prueba su despaciosidad en el lance a la verónica. Y su virtuosismo y expresividad en una faena que, aunque con matices de intermitencia, supo mostrar con ambas manos de forma sensacional. La estocada hizo su inmediato efecto y el premio de la oreja no se hizo esperar.

     Morante fue todo voluntad. Pero la Maestranza, Sevilla, se le resiste de manera preocupante. Deleitó con el noble y descastado segundo en unos laces genuflexos sin palabras para explicar. Verdad sin gestos superfluos. Narración sin gesticulaciones. Un toreo en el que todo fue naturalidad. Pero no hubo más. Con una estocada casi entera lo mandó al desolladero.

     Con el complicado, por descastado, cuarto quiso reconstruir la historia del toreo con el galleo del Bu, que combinó con la verónica y la chicuelina para acabar con una vistosa serpentina. El prometedor inicio de faena se desvaneció de inmediato. Sopló el viento y todo acabó. Tras la estocada le aplaudieron su voluntad de agradar.

     Pareció novedad el toreo de Alfonso Cadaval. Quizá porque estuvo dispuesto y decidido a dar versión muy distinta a la de aquellos inicios de titubeante concepto. Y es que el sevillano mostró un toreo serio, amable, elegante, reposado y con tintes muy de aquí, muy de Sevilla. Lo consiguió en un ramillete de trazos diestros y al natural con el toro de su alternativa. ‘Piripi’, de 570 kilos, mostró la deseada nobleza en sus embestidas, pero careció de fuerzas. La falta de emoción fue palpable en lo bien hecho por el nuevo matador de toros. Hundió casi la totalidad del acero y le obligaron a saludar.

     Cadaval resolvió la tarde de su doctorado con dignidad. Incluso con buen toreo. Todo lo mostrado lo hizo con absoluta honestidad en su planteamiento. Su toreo ha ido tupiéndose hasta ofrecerlo más reposado, más despacio, con enorme gusto, para conseguir con solvencia la profundidad que necesitaba. Satisfactorio hacer en la lidia del noble sexto. Con el que se enfrentó a la difícil tarea de capturar la atención de la gente tras lo hecho por Manzanares. Y lo consiguió tras un prólogo de rodillas en el que templó la embestida de forma sorpresiva para continuar con la expresividad de un toreo hondo e hilvanado, hecho con enorme despaciosidad y buen gusto. Muy seguro en la lidia, no dudó en los quites e, incluso, le replicó a Morante en el suyo. Un pinchazo lo dejó todo en una justa vuelta al ruedo.


AL QUITE

La dificultad de abrirse paso ante el inmovilismo

Antonio Girol.-

     Desde esta tarde, Alfonso Cadaval ya es matador de toros. El diestro sevillano une así su nombre al del amplio elenco de toreros sevillanos que a lo largo de la historia tomaron la alternativa en la Real Maestranza de Caballería. Pasa por tanto a engrosar en la profesión más difícil del mundo. Dificultad acrecentada aún más en estos últimos años. No porque ahora el toro sea más fiero de lo que fuese en tiempos pretéritos o porque en estas fechas para cortar las orejas se exija más que en décadas pasadas. Lo es porque nunca hubo menos oportunidades para los que arrancan en el escalafón de las que hay en la actualidad.

     Estamos viviendo una época en el toreo como no se ha dado otra a lo largo de su historia. En la que los toreros estiran mucho sus trayectorias. Hace décadas era impensable que una figura aguantase más de quince años en el escalafón. Sin embargo, ahora, la longevidad de los que más torean en las principales ferias es notable, provocando con ello que no haya opción al relevo generacional.

     El caso más reciente de un torero que ha conseguido abrirse paso en ese estrecho cuello de botella es el de Roca Rey. Y para buscar algo similar hay que retrotraerse a 2006, cuando irrumpió Alejandro Talavante. En una década, sólo ellos dos han sido capaces de auparse al escogido elenco de diestros que se reparten los principales puestos en los carteles.

     Sin ir más lejos, el año pasado, también por San Miguel, Pablo Aguado tomó la alternativa. Repitió en Sevilla en preferia. Cortó una oreja de peso de un toro de Torrestrella y se ha pasado la temporada casi inédita hasta llegar a su confirmación, por la vía de la sustitución, en la madrileña Feria de Otoño, en donde también ha tocado pelo. Y ni de esa manera se puede asegurar que vaya a tener un 2019 menos complicado.

     Este inmovilismo del escalafón es uno de los males que aqueja a la Fiesta en esta década. Inmovilismo que acarrea la falta de interés del aficionado medio por acudir a las plazas, dado que a los de siempre los tienen muy vistos y a los nuevos casi no los conocen. Pescadilla que se muerde la cola y que hace que los empresarios, en estos tiempos en los que cada vez quedan menos románticos, continúen tirando del mismo muestrario de toreros temporada tras temporada ante el hartazgo de los aficionados.

     Ante este panorama, la Fiesta da la bienvenida a un nuevo torero, en este caso Alfonso Cadaval, al que desde SEVILLA TAURINA le deseamos toda la suerte del mundo en la más difícil que nunca singladura por el escalafón mayor.


LA VOZ DEL ABONADO

El toro artista

Unión Taurina de Abonados de Sevilla.-

   Tras el deplorable espectáculo que la tarde de ayer nos ofreció el ‘imperio del monopolio’, la corrida de esta tarde -sin llegar a ser nada del otro mundo- nos ha sabido a gloria. Los toros de Juan Pedro se mostraron como quería el progenitor del actual ganadero. Que fueran artistas, obedientes y sumisos en la muleta, poca fuerza y embestida cansina. El comportamiento en la suerte de varas poco importa. Este guión se cumplió fielmente. Todos los astados ‘se dejaron’ en el peor sentido del término. Ofrecieron posibilidades de lucimiento al modo y manera de hoy. Otra caso es que fueran aprovechadas. El primero y el quinto, sin trapío de plaza de primera. El resto de sus hermanos, adecuados simplemente para estas figuras de cristal, pero muy alejados de ser cabeza de camada. Una vez más, y no nos cansaremos de denunciar, la suerte de varas brilló por su ausencia, una autentica vergüenza este teatro.

     El novillero ‘apadrinado’ por la empresa Alfonso Cadaval cumple su sueño de hacerse matador de toros en la plaza de Sevilla. El paisanaje le arropa y jalea lances y muletazos a sus oponentes. Voluntad toda para torear, pero la realidad se queda en que pegó pases, templó poco y su labor no pasó de discreta. En el sexto dio una vuelta al ruedo por su cuenta.

     Morante, en su línea: prueba a los toros de salida, enjareta lances a su peculiar estilo predominando la estética a la profundidad que encandila a sus seguidores incondicionales. Bien es verdad que hemos notado actitud positiva para intentar hacer cosas, pero si falla el andamio el edificio no se construye.

     Manzanares sorteó el lote más potable. Hizo el toreo desviado de su repertorio y en otras ocasiones le lució en dos tandas de naturales a su segundo. Cortó una oreja al toro ‘Noramalo’, predominando el temple y la limpieza de sus desviados muletazos.

     Con estos mimbres nos dimos por satisfechos porque en el recuerdo estuvo la nefasta tarde de ayer. Finalizó con más pena que gloria la Feria de San Miguel 2018.


GALERÍA GRÁFICA (Pagés)

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