UTRERA - Corrida mixta

Ventura, Ponce y Castella, por la puerta grande

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El rejoneador sevillano Diego Ventura, y los diestros Enrique Ponce y Sebastián Castella han salido a hombros por la puerta grande del coso de Utrera tras repartirse nueve orejas y dos rabos de una noble corrida de la ganadería de Albarreal en el festejo mixto de la Feria de Consolación.

LA FICHA

ASTADOS: Se han lidiado toros de la ganadería de Albarreal, desiguales de hechuras y de aceptable presentación, nobles y flojos. Destacó el burraco tercero, un toro de notable nobleza y calidad en sus embestidas.

ACTUANTES: -Diego Ventura, oreja y dos orejas.

-Enrique Ponce, dos orejas y dos orejas y rabo.
-Sebastián Castella, dos orejas y rabo y oreja.
 
INCIDENCIAS: Corrida mixta de Feria. Tres cuartos de plaza.

 

Diego Ventura, Enrique Ponce y Sebastián Castella, a hombros hoy sábado en Utrera. (FOTO: Utrera Digital) 

Manuel Viera.-

     No hay nadie más sabio que él. No hay nadie que, con ingredientes tan a la contra, sea capaz, sin apenas salirse de una baldosa, de mantener la escasez de fuerza en equilibrio y torear con determinante forma de expresión. Sin banalidades, ni efectismos añadidos, en su concepto de tauromaquia perfecta. Tras protagonizar momentos de notable toreo, Enrique Ponce, resolvió con frescura las embestidas nobles del soso segundo de Albarreal. Faena más de derecha que de izquierda, aportando una tauromaquia seria y emotiva en ocasiones. Con la estocada logró tumbar al toro sin puntilla para pasear, después, las dos orejas que el público le pidió y el presidente concedió.

     Con el noble y parado quinto, Ponce dio muestras de un sorprendente abanico de recursos técnicos para lograr la profundidad expresiva de su toreo. Con enorme y depurada técnica supo amoldar a su concepto las complicaciones de unas embestidas paradas e inciertas. Lo mejor, el epílogo de una faena de menos a más en la que el toreo al natural de frente, y citando con la muleta plegada, brilló y gustó. La contundente estocada espoleó a una gente que exigió el rabo para premiar tanta sabiduría.

     Sebastián Castella hizo honor a su excelente momento con el burraco tercero, el mejor toro de la desigual, floja y noble corrida de Guillermo García Palacios. Y a fuerza de naturalidad, cadencia y templanza, el torero francés trenzó una faena de muletazos largos, hilvanados y rematados con los que emocionó a los tendidos con absoluta inmediatez. Así, alternando valor y temple, y con un toreo muy despacio y expresivo, firmó después con una estocada su obra de dos orejas y rabo.

     Con el complicado y manso sexto no pudo hacer más que justificarse en vanos intentos por agradar. No obstante, consiguió algún que otro muletazo propio de su concepto, con el que supo llegar a los tendidos. La estocada ayudó a la petición de oreja que un palco benevolente concedió.

     El rejoneador sevillano Diego Ventura no deja de ser un genio del arte de torear a caballo. Nadie antes había llevado a límites tan extremos la doma para conseguir con ella auténticos caballos toreros. Como siempre, entusiasmó; pero hoy no lo consiguió con la contundencia acostumbrada. De todas formas, no hubo casi nada imperfecto con el noble, aunque escaso de fuerza, primero. Sí un juego perfecto en el que el toreo llegó rotundo y emotivo en un final soberbio con ‘Milagro’. Excelente cabalgadura capaz de provocar el asombro con su desesperante quietud delante de la cara del toro y sus espectaculares quiebros. Ventura toreó. Divirtió. Y falló con el rejón de muerte. La oreja supo a poco.

     Quien ha puesto en valor el rejoneo y lo muestra cada tarde con complejas y conmovedoras faenas, no pudo redondear el triunfo con el cuarto, un toro complicado que se quedaba inmóvil tras clavarles banderillas. Ventura lo intentó con ‘Suspiro’, con ‘Maño’ y con ‘Nazarí’, pero con ninguno de ellos logró su objetivo. Pinchó y todo quedó en el premio de una sola oreja.

     No ha de extrañar el buenísimo aspecto que lucieron los tendidos del cómodo coso utrerano tras el clima de expectación que levantó tan interesante cartel. Algo que alegra e irradia destellos de optimismo para recuperar una plaza y una ciudad que es santo y seña del toro bravo.

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