REAL MAESTRANZA - 12ª Feria de Abril

Morante esculpió el toreo

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Excelencia en el toreo de Morante de la Puebla.

Morante de la La Puebla esculpió el toreo con un sobrero de la ganadería de Garcigrande lidiado en cuarto lugar y al que desorejó. El Juli y Manuel Perera, que tomaba la alternativa, fueron ovacionados en sus toros. Decepcionante el juego de los astados del hierro de Torrestrella.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado cinco toros de la ganadería de Torrestrella; mansos y sin fuerzas; y un sobrero de Garcigrande, lidiado en cuarto lugar, bravucón y exigente. La corrida de Álvaro Domecq, exigida por Morante, fue decepcionante.
ESPADAS: –Morante de la Puebla (de verde y azabache), silencio tras aviso y dos orejas.
Julián López ‘El Juli’ (de coral y oro), saludos y palmas.
Manuel Perera (de purísima y oro), que tomaba la alternativa, saludos y ovación tras aviso.
CUADRILLAS: Destacó en banderillas Javier Perea.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’.


Manuel Viera.-

     Lo ha vuelto a hacer. A distinguirse por lo que hace y cómo lo hace. A engrandecer el toreo. Además, colocó a quien lo vio en una situación difícilmente imaginada. Siempre es así, imprevisible, intimista, poético, trascendente… para después hacer de la lidia una sensacional tauromaquia preñada de torería. La intensidad abrumadora de su toreo colmado de naturalidad alcanzó la cima.

     Un toreo hecho con argumentos que se extendieron a la pureza y delicadeza de unos trazos brillantes, despaciosos y largos, con sentido del ritmo y la coherencia de un concepto que transita entre el pasado y el presente para alcanzar el futuro.

     Fue el culmen del toreo la gran faena realizada al cuarto, un toro de Garcigrande lidiado como sobrero. Un toro bravucón y exigente que, visto su comportamiento en las primeras suertes, nadie apostaba por él. Menos Morante. Incluso algunos creían que el diestro cigarrero, que esperaba apostado en las tablas a que Lili, su hombre de confianza, le aproximara el toro, llevaba montada en la muleta la espada de matar. Pero no era así, de inmediato se puso a torear.

     Un toreo excelso con el que pudimos degustar auténticas joyas de arte. Ora con la derecha, ora con la izquierda, casi alcanzaba la perfección. Una lidia brillante, tanto en su pureza como en la naturalidad de su ejecución. Y es que el torero de La Puebla ha hecho y dicho el toreo de forma arrolladora, pura, templada, ligada y lleno de matices, entre muchos los portentosos cambios de manos con los que realzó el carácter divino de la gran obra. Morante volvió a parar el tiempo. Se hizo evidente en el momento en el que completó una faena con la que abrió las puertas de la recreación. Naturales intactos en su esencia. Modélica versión del toreo diestro con el que estableció la consabida y lenta escalada hacia la emoción. Un toreo que escondió una profundidad impresionante. Muletazos con una templanza y suavidad al borde del alcanzar el infinito.

     Fue algo más que un divertimento, que una locura colectiva. Fue la ceremonia solemne, el instante mágico en el que cada trazo se glorifica y se convierte en algo tan bello y efímero como majestuoso y único. Como es él, único. La estocada entró por derecho y las dos orejas fueron a sus manos.

     Y poco más que contar, porque la corrida de Torrestrella, exigida por Morante de la Puebla, fue decepcionante. Un compendio de falta de casta y fuerza que dio al traste con muchas ilusiones, sobre todo las de Álvaro Domecq. Una pena. Y con estos, el sevillano desistió de inmediato con el manso segundo. El Juli lo intentó todo, incluso mantener en pie al inválido tercero y torear al parado quinto. No pudo ser. Tampoco tuvo opciones Manuel Perera en el importante día de su alternativa. Es obvio que las ganas de triunfo le nublaron la ideas con el complicado primero. Se le vio decidido y nervioso en una pelea cuerpo a cuerpo que no ganó. Y con el descastado sexto se puso de rodillas delante del portón de chiqueros y le echó ganas a una lidia donde algún que otro muletazo diestro le pudo robar antes de que el complicado toro se quedase parado. Le aplaudieron por sus ganas de agradar.


 AL NATURAL 

La diferencia de la calidad

Francisco Mateos.-

     La corrida de Torrestrella salió como se esperaba. De limitada durabilidad y con ese fondo ‘picantito’ que pone la emoción en el ruedo pero que tanto incomoda a los toreros. No se entiende bien por qué Morante exigió este hierro para la Feria de Abril. De hecho no toreó ninguno del hierro jerezano: en su primero ya salió con la espada armada en la muleta porque, a pesar de darle fuerte y lo siguiente en el caballo, no le dejaba estar y se llevó una fuerte bronca tras pasar penurias para hacerle doblar con la espada y el descabello; y al cuarto volvi´´o a triturarlo en el caballo, ordenó bajarles las manos a los banderilleros para que doblara las manos y forzar su devolución.

     Sabía que el sobrero no era de Álvaro Domecq, sino uno de Garcigrande de días anteriores, la ganadería que le encanta a El Juli y que el miércoles propició la salida a hombros por la Puerta del Príncipe del madrileño. El toro salió desconcertante en los primeros tercios, se fue a terrenos de la solanera tras banderillas y Morante apostado sobre las tablas esperando a que se lo trajeran; nada hacía pensar que el sevillano apostara de verdad por este toro. Pero su inexplicable y sorprendente personalidad volvió a echar raíces en la Maestranza. Se fajó con poder y decisión en varios ayudados por alto para iniciar faena y el toro entregó la cuchara. A partir de ahí, el toreo se escribió con ‘M’ de Morante, con ‘M’ de Monumental, con ‘M’ de Maestranza. Todo lo que diga será imposible de captar las sensaciones si no estuvo en la plaza. Se lo perdió. La Maestranza crujió como hace tiempo no lo hacía.

     Con esta faena de Morante, premiada con dos orejas como otras tantas durante esta anómala y desigual Feria de Abril, el torero de Sevilla marca la diferencia de la calidad. El premio de esta faena quedará en otro campo de valoración muy diferente. Sin duda, la mejor faena con bastante diferencia, de cualquier otra de la Feria.


 LA VOZ DEL ABONADO 

Torrestrellas desfondados

Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla.-

     Esta tarde, los toros de Álvaro Domecq se parecían más al medio-toro en boga que a aquellos ‘torrestrellas’ de hace años encastados, duraderos y que sembraban el albero de emoción. Salían con fuelle, algunos cumplieron en el capote, otros con la cara media altura y con algo de dificultades, pero cuando salían del caballo, todos con varas simuladas, denotaban una flojera preocupante que lógicamente se ponía de manifiesto en la muleta, pues parecían muertos en vida.

     Con este material se enfrentaban dos veteranos y un novel que tomaba la alternativa. El más veterano se dio cuenta del percal y se dijo a sí mismo “mi segundo ‘torrestrella’ no me lo trago”. Deja la lidia a un subalterno, deja que se lo carguen en el caballo y propicia pañuelo verde del nefasto Luque Teruel. Sabía que los dos sobreros eran de Garcigrande (hoy toreaba El Juli). El sobrero en los dos primeros tercios sale respondón, pidiendo guerra. Morante se inhibe de su lidia y de nuevo un peón se encarga de moverlo. El picador no pica simuladamente como nos tienen acostumbrados. Morante se acuesta en tablas y ordena que el peón le traiga el toro que estaba en el lado contrario de la plaza. Pensamos que el de La Puebla le quitaría las moscas como a su primero. Craso error. Morante se embraguetó con el toro, plantó pelea y a partir de ese momento surgió lo mejor de la Feria. Una sinfonía de toreo al natural, toreo en redondo, adornos, torería máxima. Sin duda, faena de premio.

     Mata mal de estocada casi entera algo caída y, tras escuchar un aviso, cae el toro. Surge el público triunfalista  de clavel y gin-tonic, y pide las dos orejas, que se conceden. El nefasto señor Luque Teruel no sabe, o si lo sabe no quiere aplicarlo, que el Artículo 59.2 de la norma taurina andaluza dice que la segunda oreja entre otras cosas «requiere buena dirección de la lidia». Morante se inhibió por completo y, fundamentalmente, la estocada: fue algo más de media y caída.

     Entre el nefasto señor Luque Teruel, la banda de música y el público de clavel y pandereta se cargan la poca categoría y dignidad que le queda a la Maestranza.

     Del Juli, decir que en su primero, toro con una flojera manifiesta que se derrumba al inicio de la faena, se inventa una labor de enfermero cuidando (cuidar, que feo es decirlo refiriéndose a un toro) la embestida para mantener la mole de carne en pie. En su segundo, más de lo mismo, pero éste estaba más moribundo que el primero, así que nada que  hacer.

     El extremeño Manuel Perera se precipita en tomar la alternativa. Está verde, necesita experiencia, calma y no tratar de parecerse a su apoderado. Tiene que tener su propia personalidad. Le queda mucho camino taurino por recorrer al joven. Debe  aprender para seguir progresando.

     Destacó poniendo banderillas Javier Pérez y lidiando Vicente Varela.

     Algunos toros de esta tarde merecían que sus astas fueran analizadas, pero ya sabemos que ni presidentes ni la administración ‘pepera’ taurina andaluza están por la labor.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 


 OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) 

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