GALLEANDO

Los gestos de El Cid

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El Cid, en la soledad de la Maestranza.
El Cid, en la soledad de la Maestranza.

«…Y aquí, donde se tiende tanto a provocar la derrota al que consigue escalar la cúspide con la sola ayuda de su valor y talento, algunos le quieren mandar a casa sólo por sufrir un resbalón. Un torero que vuelve a desmontar los tópicos más manidos pidiendo seis ‘victorinos’ para lidiarlos en solitario en la plaza de mayor responsabilidad del planeta taurino…»

Manuel Viera.-

     Se ganó a pulso su condición de figura del toreo. Con planteamientos sólidos y artísticos construyó y afianzó su tauromaquia tras excelentes obras maestras por las más importantes plazas de toros de España, Francia y América. Retos difíciles superados con no más de media docena de excelsos naturales. Lejos del esnobismo o la figuración quiere dar ahora una nueva lección de valor no exento de naturalidad y, sobre todo, de compromiso con su gente y con su plaza.

     El lúcido gesto es una constante en el proceder de Manuel Jesús ‘El Cid’. Resuenan por doquier la histórica lidia de seis ‘victorinos’ en Bilbao. O la de Sevilla con astados de tres ganaderías distintas. O el ‘mano a mano’ con Morante de la Puebla en la Maestranza con reses marcadas con el hierro del ganadero de Galapagar. Sirvan estos ejemplos como muestra de su categoría como torero. Pues éste que, desde que remontó el vuelo en la lejana temporada de 2003, lleva más una década toreando los toros de Victorino Martín, quiere ahora algo más: quiere seis sólo para él en Las Ventas de Madrid.

     El toreo de El Cid se ha depurado de manera notable, su forma de ejecutarlo se ha hecho más íntima y su trazo más sabio y transparente, pese a ello una sucesión de infortunios iniciados, quizá, tras el fallecimiento de su progenitor, le han desequilibrado en las últimas temporadas. Y aquí, donde se tiende tanto a provocar la derrota al que consigue escalar la cúspide con la sola ayuda de su valor y talento, algunos le quieren mandar a casa sólo por sufrir un resbalón.

     Así que como si tuviese que remediar esos pasados desencuentros nada mejor que apostar por lo que con notable decisión siempre hicieron los auténticos figurones del toreo. Un gesto que, si lo consigue hacer realidad, supondrá una nueva gesta en la extensa obra del sevillano. Un torero que vuelve a desmontar los tópicos más manidos pidiendo seis ‘victorinos’ para lidiarlos en solitario en la plaza de mayor responsabilidad del planeta taurino. Una invitación al toreo. Pero también una respuesta impecable a la duda. Lo justo para superar el trance y transformar el desencanto. Tal vez porque la memoria congela el pasado para así entender mejor el presente.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina. (manuelviera.com)


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