El toro siempre acaba en el desolladero

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«…Vivimos en la cultura de la incertidumbre. A dos meses de la anunciada celebración, el futuro de la Feria del Toro está en aire. Ni patrocinadores, ni subvenciones oficiales, que para eso estamos en crisis, ni nadie de los que viven del negocio del toro ven la urgencia de preservar una muestra en peligro de extinción. Ahora, cuando más falta hace..:»

Manuel Viera.-

     Uno tiene la impresión, la verdad, que últimamente las grandes marcas o importantes firmas comerciales han tenido que fingir una barbaridad sobre la idoneidad de estar, o no estar, junto a todo lo que huele a toros, haciéndose eco de esos ‘malestares de la cultura progre’, tan de moda, de la que parece no pueden librarse.

     Se palpa todo esto, sin ir más lejos, en la queja del director gerente de Fibes cuando dice que no encuentra quienes estén dispuestos a soltar la tela para hacer posible la que habría de ser XII Feria Mundial del Toro. Ante semejante perspectiva, Felipe Luis Maestro, grita un «necesito patrocinio» a quienes con impecable traje y clavel clavado en la solapa ocupan las primeras filas de barrera en el escaparate maestrante de Feria de Abril. Los mismos que esgrimen ahora como causa para sacudirse la ayuda que muchos de sus clientes no apoyan el mundo del toro.

     Grito, por otra parte, que no se reduce a un sentimiento agónico e impotente del directivo, sino al compromiso práctico de un empresariado cómodo y fantasma capaz de patrocinar una muestra que, por otro lado, ha sido incapaz de corresponderle. Y es que en ella los ganaderos, con su soberanía en el sector, controlaban y la hacían suya dejando a un lado a quienes en mayor o menor medida contribuían a su celebración. Puede que estuvieran en su derecho, pero de ninguna forma su protagonismo de vino, jamón y ‘güisqui’ fue bien visto.

     Vivimos en la cultura de la incertidumbre. En lo incierto. A dos meses de la anunciada celebración, el futuro de la Feria del Toro está en aire. Ni patrocinadores, ni subvenciones oficiales, que para eso estamos en crisis, ni nadie de los que viven del negocio del toro ven la urgencia de preservar una muestra en peligro de extinción. Ahora, cuando más falta hace.

     Lo malo no es que no se celebre esta edición bienal de 2011, sino que no le hagan caso nunca más. Y es que, a fin de cuentas, el toro acaba siempre en el desolladero.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como director del programa ‘Toros y Punto’, de Punto Radio-Utrera. (manuelviera.com).


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