La corrida del Domingo de Resurrección en Sevilla vuelve a fracasar por el escaso fondo de los toros y su pobre presentación para la categoría de la plaza de Sevilla. Toros de Núñez del Cuvillo sin raza, sin fuerzas… el toro casi domesticado que provoca la nula emoción del toreo. Daniel Luque, muy sobrado, corta una oreja. Detalles de Morante de la Puebla y Alejandro Talavante.
SEVILLA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo; el primero como sobrero por pocas fuerzas del titular. Corrida de escasa presencia, anovillados, sin trapío para Sevilla, desfondados y desrazados, sin fuerzas.
ESPADAS: –Morante de la Puebla (de burdeos y oro), saludos y silencio.
–Alejandro Talavante (de verde y oro), silencio y silencio.
–Daniel Luque (de verde y oro), oreja y ovación tras aviso.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Juan Contreras y Jesús Arruga tras parear al tercer astado; y Javier Ambel y Manuel Izquierdo en el quinto.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’.
Francisco Mateos.-
Tardaron mucho en aparecer los espadas para seguir a los alguacilillos en el paseíllo. Parecía como si les diera cierto rubor salir al ruedo maestrante para comenzar la temporada. Y ciertamente más de uno -de los taurinos involucrados en la preparación del decepcionante comienzo de temporada maestrante- debería estar ruborizado sabiendo lo que había preparado para el supuesto festejo ‘más importante del año’. Menudo chasco. Esto de Resurrección es ya tradición que no funcione. Y eso que el público está entregado no, lo siguiente. Ganas de toreo, y aún más ganas de triunfo. Tras el despiste general por el parón del paseíllo para un inesperado himno nacional, el eterno cariño a Morante de la Puebla con una enorme ovación tras superar su última etapa de crisis emocional.
El primer astado de Cuvillo ya anunció lo que sería el resto: anovillados, con pocas fuerzas. sin emoción. Esta vez no hizo falta demasiado ruido del público para que el presidente sacara el pañuelo verde de la devolución; y es que sorprendió -en positivo- que el presidente estuviera acertado tanto en esta devolución del primer astado sin esperar mucha protesta, y en el premio de una oreja a la faena de Luque en el tercero. Se intuye que el palco tiene intención de ser más estricto en la concesión de orejas. Pero no es así en los corrales: la corrida de Cuvillo no tenía cuajo, trapío, remate ni presencia para lidiarse en Sevilla. Las exigencias en la presentación de las corridas que llegarán en una semana para el ciclo abrileño debe ser bastante más alta.
La mal presentada corrida del hierro gaditano fue desrazada, con cierto grado de movilidad pero sin fuerzas, aplomados, a menos durante la supuesta lidia… y con esas altas dosis de nobleza que cuando se pasa bordea el ámbito del animal domesticado. La diferencia entre los toros de hoy con un animal domesticado es que con los dos ‘pitones’ y la fuerza de su cuerpo siempre hay latente un peligro, pero poca separación entre la domesticada obediencia. El toro sin emoción.
Con unos astados que necesitaban poco mando, el general Daniel Luque estuvo sobradísimo. Está en un momento de madurez pleno, con un gran poder que hacía ver la extrema facilidad con sus astados. Hizo todo cuanto quiso y más, porque él que es capaz de mandar a toros con poder, a los aplomados de hoy se los llevaba de calle por donde quería. Al primero de su lote -no sabemos aún si era novillo o toro recién cumplido por edad- le cortó una oreja con naturales de calidad y una parte final de ‘arrimón’, metiéndose entre los pitones de un toro que se dejó hacer todo cuanto quiso, permitiéndole inavdir sus terrenos sin protestar. Estocada y aguantó bien el presidente la exagerada petición de segundo trofeo. Con el desfondado sexto, otra faena de cercanías y mando, esta vez rematada con medio espadazo.
Morante regresaba ante el fervor sevillano. Dejó algunos lances de calidad con capote, siempre jaleados apasionadamente. La primera faena tuvo momentos de buena calidad en naturales, aunque sueltos. Esos fogonazos de exquisito gusto del sevillano fueron siempre acompañados de los vibrantes gritos de gozo desde los tendidos, por lo que no se entiende el comentario a media faena de José Antonio preguntando «¿Qué más queréis?»… José Antonio, si tuviera que explicar Sevilla que más quiere para los Domingo de Resurrección de los últimos años en la Maestranza… La faena se fue diluyendo, con un desajuste entre el torero y la banda, que empezaba a tocar cuando cambió la espada. El cuarto no le gustó, o no le vio faena posible. Desinhibido en la lidia, salió ya con la espada montada cuando acabó el tercio de banderillas.
Y Talavante. Curioso el caso de Talavante, un torero que aglutina poder, mando y torería, pero que se enroca en un lío mental en cada faena. No logró conectar con los tendidos en ninguna de sus dos faenas, con mucha voluntad pero poco acierto para unos toros que pedían precisión y todo muy despacio. De todos modos no se puede culpar de nada al extremeño porque no hubo toros para poder valorar faenas inexistentes.
Acabó Resurrección -otro más- con poco balance artístico. Año tras año fracasa este festejo. Podría deducirse que hay que organizarlo bastante mejor, pero empresarialmente el festejo es un gran éxito: la plaza se llena año tras año, y se quedan gente sin boletos. En el mundo empresarial genérico hay una máxima: lo que funciona no se debe tocar. El público funciona con este festejo año tras año, al margen del resultado artístico. Esa es la paradoja de Sevilla y Resurrección.
GALLEANDO
«¿Qué queréis?»
Manuel Viera.-
La Maestranza volvió a lucir esplendorosa toda su belleza. La plaza bullía abarrotados los tendidos por una gente ansiosa por dar la bienvenida al toreo. Quizá resulte tópico, incluso me atrevería a decir que cansino, el aludir a la majestuosidad que ofrece el coso maestrante la tarde de Domingo de Resurrección, pero es inevitable. Y lo es porque en sus tendidos se advirtió el entusiasmo, una decidida inclinación hacia el logro del triunfo. El torero, en el patio de cuadrillas, intenta controlar lo que se trae entre manos, y ello hace imaginar el toreo. Sin embargo, demasiadas veces, el toro lo descontrola.
Entro a saco, no hubo toro. O quizás sí. Salió el toro de hoy, el de saturada nobleza y nula casta. Toros que, además, manifestaron una flojedad desesperante. Y ante tales animalitos es complicado hacer la lidia que emociona. Aunque Sevilla canta lo pases más malos que buenos como se cantan los goles en un estadio de futbol. Sevilla ya no es la Sevilla de antaño. Le aplaudió a Morante en su reaparición y después se quedó en silencio cuando el diestro cigarrero trazó los mejores naturales de la tarde. Tanto le tuvo que molestar la aparente desidia del público para exclamar con voz nítida: «¿Qué queréis?». Explotó y siguió toreando con ese delicioso toreo que bebe de lo más hondo del ‘gallismo’. Detalles de una tauromaquia complaciente y auténtica.
A Luque no hay quien le pare. Tal vez le minimiza su portentoso toreo el toro flojo y noble. Aunque su lidia fue poderosa, consistente y nada arrogante. ¿Qué podría haber sido con la brava acometida? Daniel toreó variado con el capote y dijo el natural para quedarse ensimismado viendo el recorrido interminable de una tela arrastra. Es verdad que obsequió con un arrimón de órdago y unas luquecinas que enloquecieron al personal. Todo muy bonito pero escasamente emotivo por la nula bravura del animal.
¿Y Talavante? Con el extremeño soy un eterno insatisfecho. Quiso toda la tarde, toreó con gusto de capote, brindó y prologó de hinojos una faena de muleta que se fue diseminando como se disemina el agua del rio al llegar al mar. Su toreo fue anodino, inconcluso, triste…
LA VOZ DE LOS ABONADOS
No resucitó ni Dios
Unión taurina de abonados y aficionados de Sevilla.-
El Domingo de Resurrección es el día más importante de la temporada taurina en Sevilla. Los sevillanos se ponen guapos para la ocasión y lucen palmito en la no menos guapa Real Maestranza de Caballería para poder contar al día siguiente que han estado en ese monumento maravilloso y que han visto resucitar a Belmonte… pero con 100 euros menos en el bolsillo.
Este año, además, era el día señalado para la ‘resurrección taurina’ de José Antonio ‘Morante de la Puebla’, que volvía después de la retirada del año pasado por sus problemas crónicos de salud mental. Y resucitó en parte, pero la parte mala de Morante, la que le da a los toros hasta en el carné de identidad en el caballo, ante cualquier dificultad que le ponga el burel: ocurrió en el cuarto y lo dejaron para una imposible resurrección. En el primero nos hizo concebir esperanzas con algún natural de buena factura.
Resucitó también la parte pesada de Daniel Luque, un torero de una capacidad enorme y al que hay que reconocerle las ganas, pero que se empeña en alargar faenas a toros que no pueden ni con su alma a base de subirse encima prácticamente, de modo que parece que abusa de ellos más que torearlos.
A Talavante no lo resucitan ni en una UCI. Desde que volvió de su retiro es un zombi que deambula por las plazas sin alma y sin ángel. Le tocó el mejor, el quinto, y allí se entretuvo el hombre en hacer la noria descaradamente.
Para esta resurrección dominical se trajeron los señoritos una corrida; más bien una novillada de Núñez del Cuvillo, pensando -supongo- que habría milagro y resucitaría tiempos pasados. Nada más lejos de la realidad. Salió un muestrario de ‘toros’ sin fuerza, sin casta y sin un ápice de lo que es un toro bravo verdadero. La suerte de varas no sólo no resucitó, sino que le siguen cavando los taurinos una profunda tumba. Sí creo que resucitó el bolsillo del empresario con semejante corrida. Deben ser ‘toros mileuristas’, que le cuestan mil euros, vamos cómo el sueldo de muchos españoles. Y lo que por supuesto no resucita en este tipo de fiesta es la tauromaquia de verdad, que la tienen arrastrándola por el suelo como una caja de pescado, que diría Curro.
Sí hubo una pequeña resurrección en el palco, donde estaba esta tarde Gabriel Fernández Rey, devolviendo ante la sorpresa general el primer toro, no porque no lo mereciera, sino porque no había actuado así prácticamente nunca; y aguantando la concesión de la segunda oreja a Luque en el tercer toro ante una petición que en otros tiempos no hubiera aguantado. Metió la pata cambiando el tercio después de un único puyazo en el quinto toro, aunque se dio cuenta y rectificó. No se puede cambiar tanto en tan poco tiempo. Esperemos que la presidencia siga por este camino.
GALERÍA GRÁFICA (Pagés)