GALLEANDO

De verdad, Escribano. En serio. Créetelo

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«…Mientras el genio sevillano fascinaba a Ronda, abriendo vías a una concepción no imitativa de la tauromaquia, en el ruedo de la villa abulense se retenía la tarde y la gente se entristecía porque otro sevillano se asomaba al abismo de la cogida esquivando la muerte en enloquecida huida…”

Manuel Viera.-

     Ya es un hecho. Su tauromaquia campa a sus anchas por las ferias de España. Aquella tarde de abril, de ‘miuras’ en la Maestranza, reveló su toreo hasta acabar produciendo algo irrevocable: el triunfo que invita a soñar para situarse en la altura. A la imaginación de un inmediato y prometedor futuro. Y ahí estaba. En el coleteo final de una temporada donde los toreros se entregan y arriesgan la vida construyendo faenas y provocando incontenibles emociones.

     Sábado de gloria morantista en el albero rondeño de Pedro Romero. Y en Sotillo de la Adrada, la localidad más importante del Alto Tiétar, ese fantasma que acecha los recovecos del toreo alterando los deseos apareció para recordar que el placer en el ruedo no es más que un juego, a vida o muerte, que se silencia y se deja a un lado demasiadas veces.

     Mientras el genio sevillano fascinaba a Ronda, abriendo vías a una concepción no imitativa de la tauromaquia, en el ruedo de la villa abulense se retenía la tarde y la gente se entristecía porque otro sevillano se asomaba al abismo de la cogida, esquivando la muerte en enloquecida huida. Esperanza y miedo en esa carrera contra el reloj en una UVI móvil acelerada a casi cientosetenta kilómetros por hora que hacía aumentar la tensión dramática.

     Nunca, como hoy, estoy más cerca de este ‘maníaco’ referencial del valor, de la ambición y del toreo. Si, a veces, el sueño de la razón produce monstruos, que no producirá la pesadilla de la muerte. Sin embargo, y llegado aquí, estas situaciones, que enumeradas parecerían caer en una cotidianidad menos relevante, son índices de una realidad. Y sucederán otra vez, y otra vez, y otra vez… Es, ni más ni menos, la verdad, la grandeza, el misterio y la magia de este arte de Cúchares eterno y gozoso a pesar de los que quieren tergiversarlo al no querer entender su esencia.

     Está claro, Manuel Escribano, que tu purismo no es baladí, sino fundamentado en el valor, la inteligencia y el talento. Quizá esta jugada del destino te impida acabar tu ilusionante temporada y seguir tocando la tierra de los ruedos de nuevas plazas, pero estás en el camino de tocar la merecida gloria del ansiado triunfo. De verdad. En serio. Créetelo.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina. (manuelviera.com)

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