O sí, o no

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«…La insatisfacción de Martín Núñez alcanzó, quizá, su expresión más agónica en la tarde del último festejo de la temporada en Las Ventas sin encontrar respuestas a las mil preguntas sobre su futuro cuando más entregado estaba a su afición, que no a su toreo…»

Manuel Viera.-

     El gesto quizá fuese un reflejo cabal de las carencias en el ruedo. O más bien debido al secular sentimiento de rabia ante la impotencia de alcanzar un triunfo necesario y vital. O por el contrario una forma de autoprotegerse ante el eminente fracaso y la imposibilidad de resolver su tarde. O su futuro. De todas formas, más allá de arrebatos y rabietas de quien es humano siempre ha de prevalecer lo que determina el torero, si torero se es. O sí, o no. Con comportamientos como este se pierde el sentido de la seriedad. Ni aunque después sea sincera, justa y elegante la disculpa.

     La insatisfacción de Martín Núñez alcanzó, quizá, su expresión más agónica en la tarde del último festejo de la temporada en Las Ventas sin encontrar respuestas a las mil preguntas sobre su futuro cuando más entregado estaba a su afición, que no a su toreo. Sin premisa, y como un animal herido que se revuelca en un lecho de ortigas, decidió retirarse de los ruedos con descontrolado impulso. Decisión con la que agravó su conciencia de identidad dañada que, de inmediato, mitigó con el perdón a la equivocación. Como hombre tal vez Luis haya subsanado su error; como torero ha malogrado su osadía.

     Tras la noticia, que robó titulares a la novillada que finiquitó el año taurino en la plaza de toros de Madrid, Martín Núñez tuvo tal sentimiento creciente de incomodidad que a la vuelta de la esquina estaba el arrepentimiento.

     Deseo lo mejor para quien con colosal esfuerzo ha querido alcanzar su objetivo en la Maestranza de Sevilla y Las Ventas de Madrid. Y espero que esta vuelta atrás en la decisión tomada no determine y condicione parte de su vida y su futuro como torero. Que con renovada ilusión alcance su meta y logre subir de nuevo al podio del triunfo. Que la pataleta de aquella tarde no le haya quitado un ápice de credibilidad.


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