REAL MAESTRANZA - 1ª Ciclo San Miguel

Calidad de Rafael González y cornada de Calerito

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Oreja para Rafael González y cornada para Calerito en la novillada que ha abierto el ciclo de San Miguel en la Maestranza.

La novillada que ha abierto el ciclo de San Miguel ha mostrado el toreo de calidad de Rafael González, para el que se pidió la oreja con insistencia en el cuarto pero que el presidente no concedió. El otro nombre de la tarde fue Calerito, que pagó con una cornada en el brazo sus ganas por triunfar. Antonio Grande, aplaudido.


SEVILLA / Novillada con picadores

NOVILOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de Villamarta, correctos de presentación y de desigual juego. Deslucidos los tres primeros. El cuarto fue el de mejor juego. Manso y a la defensiva el quinto. Se dejó el sexto.
NOVILLEROS:Rafael González (azul y oro), ovación y vuelta tras petición de oreja con aviso.
Juan Pedro ‘Calerito’ (nazareno y oro), saludos y cogido.
Antonio Grande (grana y oro), ovación y palmas.
INCIDENCIAS: Casi media plaza. En la enfermería fue atendido Calerito de una «herida inciso contusa en el quinto, en región axilobraquial izquierda que afecta el músculo bíceps braquial sin afectar al paquete vasculonervioso. Pronóstico grave». Tras el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo a Andrés Luque Gago.


Francisco Mateos.-

   Abrió el ciclo de San Miguel un cartel de novilleros interesantes. Quizás lo vivido sea un reflejo natural del difícil momento que atraviesa la novillería, con falta de liderazgo que entusiasme al aficionado. En un escalafón en profunda crisis por la falta de festejos menores, sin un ramillete de novilleros que despierte emociones en los tendidos, difícil será remontar el vuelo. Rafael González puso la calidad en el toreo, y Calerito de nuevo fue todo corazón y ganas, pagando esta vez con sangre su buena actitud en busca de un triunfo en Sevilla.

     El primero de Rafael González salió suelto de los lances de capote, distraído, buscando la querencia de chiqueros. Comenzó muy animoso, rodillas en tierra, aunque quizás no fuera lo más conveniente para fijar la atención del distraído novillo. La faena, técnicamente, tuvo buen tono, con sentido, pero todo resultó deslucido con un utrero desagradecido que desparramaba la vista, sin fijeza en la muleta; difícil ligar y emocionar así. En el cuarto volvió a torear técnicamente bien, pero en esta ocasión, con un novillo que se desplazó y embistió por abajo, Rafael, además, mostró su sentido del temple. El novillo derribó en la primera vara. Desde la primera tanda con la derecha imprimió toreo lento, de mano baja. La segunda superó a la primera, y un cambio de mano fue excelente, así como con la zurda al natural. Ante una primera mitad de festejo plana de emociones, este oasis de buen toreo puede que incluso se magnificara por esa ausencia de calidad taurina inicial. La faena fue a menos; también el novillo. Mató de estocada pero no acertó el banderillero y se levantó para caer definitivamente; sonó un aviso por medio. Se pidió la oreja, con insistencia; el presidente no la concedió. Al margen de trofeos o no, el toreo de Rafael González hay que seguirlo.

     Sigue sin tener la suerte de su lado Calerito en Sevilla; no es su sino en los sorteos. El primero, algo descompuesto, no iba a colaborar con el novillero de Aznalcóllar. Antes, en el capote, logró estirarse ganando terreno hacia las afueras. La pelea por sacarle algunos muletazos limpios quedó en tablas. Mató de pinchazo y estocada. Apretó aún más el acelerador en el quinto, en busca del triunfo que se le resiste en la Maestranza, y se fue a portagayola; no salió limpio pero los lances ya en pie fueron vibrantes, todo corazón. Igual de decidido se fue a los medios a abrir faena. El novillo, con un punto de violencia, remataba arriba los pases con un tornillazo a la muleta, levantando la cabeza. Manseó y se fue a tablas. Allí le robó Juan Pedro dos tandas en las cercanías de los pitones de mucho mérito. Cuando estaba a punto de cerrar la faena, en uno des esos cabezazos arriba, el novillo prendió al novillero por la manga en la axila y estuvo colgado del brazo -sin perder el equilibrio- unos segundos, suficientes para herirle. El torero sintió rápido que estaba herido y lo llevaron a  la enfermería. Costó trabajo acabar con el utrero.

     Cerraba cartel Antonio Grande. Pareció que le vino grande la tarde en la Maestranza… En el primero es cierto que no tuvo material, novillo con pocas fuerzas y sin transmisión, justificándose. Otra cosa fue el sexto, un novillo con posibilidades con el que no apostó, sin acople y con una falta de confianza que la potable condición del astado no demandaba, más allá de su mansedumbre. El silencio acompañó la faena.


GALERÍA GRÁFICA (Pagés)

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