La fotografía lo dice todo: una grada semivacía en plena Feria, un aficionado entre abatido y aburrido, y un empresario Eduardo Canorea en la soledad de su laberinto de difícil salida. Las figuras se ajustan en todas las ferias, aun con sus tensiones… Entonces, ¿qué tienen de distinto los empresarios sevillanos para que sólo aquí esté ocurriendo el mayor escándalo de los últimos tiempos?
Una gravísima crisis de difícil solución