REAL MAESTRANZA - Novillada de abono

Cansan más que deleitan

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El novillero madrileño Fernando Adrián sólo ha sido ovacionado tras la lidia de sus respectivos novillos, dos buenos utreros de Villamarta que se fueron al desolladero con sus apéndices auditivos. Álvaro Sanlúcar también saludó sendas ovaciones. El debutante Juan Leal fue silenciado en su lote.

LA FICHA

NOVILLOS: Se han lidiado novillos de Villamarta, desiguales de presencia y de juego. Destacaron primero y cuarto por nobles, encastados y con clase en sus embestidas; y el tercero por noble.

NOVILLEROS: -Fernando Adrián, de purísima y oro, saludos y saludo tras aviso.
Juan Leal, de turquesa y oro, silencio y silencio.

Álvaro Sanlúcar, de celeste y oro, saludos y saludos.
 
 INCIDENCIAS: Media plaza.

 

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Media de remate de Fernando Adrián. (FOTO: lopezmatito.com) 

 

 

 

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Muletazos

Francisco Mateos

 


Manuel Viera.-

     A veces, con la poca capacidad para el asombro propia de este tiempo, se ve como normal hecho tan insólito como que exista un torero capaz de dar cien pases sin decir ni hacer el toreo. Cien pases comparables a los que podría trazar el automatismo de una moderna máquina. Y mientras esto sucedió, el contemplativo público mostró su indiferencia ante la ‘excelencia’ de los inacabables y estandarizados muletazos a derecha e izquierda. Ya quisieran contar muchos de los que por ahí se la buscan a cara de perro con tan notables embestidas. Y en la Maestranza de Sevilla.

     La escasa emotividad de la faena al encastado cuarto novillo de Villamarta, se reflejó también en su pobre contenido, que se redujo a los cuatro muletazos diestros de inicio. Porque después, Fernando Adrián, se pasó de metraje, queriendo pero no pudiendo, con un sinfín de pases desiguales con los que cansó más que deleitó. Acortó las distancias en un esfuerzo final sin que la ligazón, los invertidos pases, y el estar muy cerca de los pitones se apoderase de la atención de una gente que pidió, por favor, punto y final.

     Distó mucho el toreo del madrileño al realizado otras tardes en esta plaza. En este epílogo como novillero dejó entrever su escasa aportación al nuevo escalafón que en poco tiempo va a estrenar. Y lo dijo durante dos faenas que, por su desigualdad e intermitencia, no sumaron nota. La realizada al también noble y repetidor primero, un novillo que quedó mermado de fuerzas tras espectacular voltereta, siguió transitando por la superficie sin llegar a profundizar en la contundencia de una muleta que en su día hizo concebir esperanzas. Pese al algún que otro muletazo con estilo, el trasteo continuó inmerso en la disparidad. Acertó con la espada en este primero y necesitó de pinchazo y estocada para finiquitar al cuarto.

     El desparpajo, la enorme actitud y la valentía del debutante Juan Leal no han sido suficientes para hacerle conseguir su objetivo. Sobre todo, su obsesión por mostrar un valor seco y frío le ha podido costar un serio disgusto. Su peculiar forma de ejecutar la suerte de matar quedándose entre los pitones ha sido lo único que ha hecho reaccionar a los apagados tendidos. Y es que el francés hizo toda una demostración de ganas y exhibió sus arrestos en un toreo de quietud y de cercanías que no le sirvió para convencer. Con el segundo, sin clase en sus sosas embestidas, mantuvo un trasteo de anodinos muletazos en el que destacó el prólogo del pase cambiado por la espalda y la quietud para sumar tres más. Con el apagado quinto poco más. Tras irse decidido a portagayola se enredó en una faena muy variable, de pases enganchados y obligada cercanía final. Tras el primer intento con el acero, y quedarse en la cara del utrero al pinchar, fue cogido y volteado sin mayores consecuencias. Mató con acierto al segundo y falló con el quinto.

     Sólo unos escasos destalles desvelaron el gusto en el toreo de Álvaro Sanlúcar. Detalles con el capote y menos con la muleta que, sin llegar a la perfección, sí atisbaron la calidad y atractivo del concepto del sanluqueño. Y todo quedó en eso, porque las buenas y nobles primeras embestidas del tercero no fueron aprovechadas en una faena que disminuyó en calidad de forma alarmante. Sólo los primeros muletazos diestros convinieron la esencia de su toreo, porque después todo fue a menos en el intento del natural. Se apagó la embestida y se esfumó el toreo. Algún que otro adorno con estilo y poco más. El sexto empujó con clase en el caballo y se picó, que ya es noticia. Tanto que quedó parado a mitad de faena. Intentos vanos y final. A ambos los mató mal.


AL NATURAL

Muletazos

Francisco Mateos.-

     Difícil entresacar algo en positivo de la novillada de esta tarde. Una pesadez. Y menos mal que esta vez no ha sido culpa del ganado, que varios de ellos fueron precisamente los que mantuvieron despierta nuestra atención desde el tendido. Sevilla de nuevo lo supo ver y hubo varias novillos aplaudidos en el arrasytre mientras eran silenciados los novilleros. Los terna de jóvenes aspirantes no terminó de aprovechar las condiciones del manejable encierro de Villamarta. Quizás merezca la pena destacar la disposición del francés Juan Leal, que fue el que más en novillero ha estado y quien ha buscado de una u otra forma el triunfo sin descanso. Los otros dos, Fernando Adrián y Álvaro Sanlúcar, no terminaron de centrarse en sus faenas con los utreros. Demasiado pasees hasta decir ‘basta’ los novillso de Villamarta. Muchos pases… pero pocos -muy pocos- con el sello de la distinción.

     En la película ‘City of angels’ le preguntan a Set (Nicholas Cage) si le mereció lam pena dejar de ser ángel y convertirse en humano para perder a su amor en tan sólo unas horas; Set le respondió que «amarla sólo una vez, acariciarla sólo una vez, vale más que toda una eternidad». Pue eso: así Morante anda por donde anda, porque sólo un muletazo o un lance con el sello de lo distinto y lo único, vale muchísimo más que cien muletazos tan fotocopiados como los ‘sufridos’ esta tarde.

   

 


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Fernando Adrián.

Fernando Adrián.

Fernando Adrián.

Fernando Adrián.

Fernando Adrián.

Fernando Adrián.

Fernando Adrián.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Juan Leal.

Álvaro Sanlúcar.

Álvaro Sanlúcar.

Álvaro Sanlúcar.

 


 

OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez)

El núcleo central de la empresa Pagés. Los carpinteros, manos a la obra. La afición de los maestrantes sigue en entredicho.
Pasada la Feria de Abril, los tendidos maestrantes se van despoblando a paso acelerado. El delegado de la Javier Fernández no estuvo, pero sus 'sustitutas' encantadas. Curiosa chaquetilla del picador Gabin Rehabi, con sus iniciales bordadas.
Inventos sevillanos para quitarse el sol de la cara. Otro invento para la sombra, y no menos sevillano. Picador derribado, y trabajo para los monosabios.
Un arreglo de urgencia en la taleguilla. El diestro sevillano Antonio Fernández Pineda. Antonio Lorca, de 'El Pais', en la faena de la crónica.
El quinto 'voló' por encima de Juan Leal en la portagayola. El francés fue volteado cuando lanceba ya de pie. Reflejos de la Maestranza en los espejos de las gafas de sol.
Los turistas nipones y sus cámaras siguen asistiendo en buen número. Dicen que mejor sólo que mal acompañado; quizás sería por eso... En el Día de la Madre, ¿qué mejor compañía mutua que madre e hija en los toros?


 

LOS NOVILLOS, UNO A UNO (Javier Martínez)

El primero de Villamarta. El segundo de Villamarta. El tercero de Villamarta.
El cuarto de Villamarta. El quinto de Villamarta. El sexto de Villamarta.


PUERTA DEL PRÍNCIPE (Javier Martínez)

Curro Puya. El Rabioso y José Luis Parada. Curro Durán.
Manuel Blanco, director de Mercasevilla, y el abogado Joaquín Moeckel. Rafael Torres, Miguel Flores y el hijo de César Pastor, el novillero José María Pastor. El banderillero Santi Acevedo, el picador Rafael Telera y Agustín Marín.

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