GALLEANDO

Morante es lo que es

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Morante de la Puebla.

«…No hubo más. Muy poco para tanto deseado. La cuestión es que al torero de Sevilla se le fue, otra vez, Sevilla. No hubo gozo convincente ni placentero para poder guardar en la memoria y permanezca en el recuerdo. ¿Y mañana qué? El genio de La Puebla es imprevisible. Morante, es lo que es…»

Manuel Viera.-

     Se distingue por lo que hace y cómo lo hace. Coloca a quien lo ve en situación difícilmente imaginada. Siempre intimista, poético, trascendente… sublimando una lidia preñada de torería. Tal refinamiento y naturalidad produce una abstracción en la gente que, a veces, imaginan más que lo que ven. Gusta su concepto intemporal, su premonición del barraco más clásico. Con él mantiene vivo, además, el pasado deambulando entre el recuerdo de los grandes maestros que en aquellos años causaban furor.

     Sin embargo, en su reciente paso por la Maestranza en el finalizado ciclo de San Miguel, el deleite emotivo sólo se atisbó en escasísimos chispazos de antiguas tauromaquias, con los que saldó sus dos más importante citas en su ilógica temporada taurina. Sevilla pendiente de un arte que únicamente esbozó en insignificantes gotas de personal toreo. Un toreo donde hubo poco que gozar pese a esos detalles con el capote de intimismo interiorizado de talante gallista.

    Fue todo voluntad. Pero Sevilla se le resiste de manera preocupante. No bastaron los detalles sin palabras para explicar ni gestos superfluos para encandilar. Fueron narraciones cortas sin gesticulaciones innecesarias. Naturalidad en hacer y decir. E incluso quiso reconstruir la historia del toreo con ese esbozo de galleo del bú que combinó con verónicas y chicuelinas rematadas con vistosa serpentina. Reflejos de su pasión por el barroquismo del XIX.

     No hubo más. Muy poco para tanto deseado. El toro de su propia exigencia se lo impidió. Birrias que sólo fueron carne de matadero. Una obviedad que algunos le llaman tomadura de pelo, que es una manera de definir la aparente realidad de una Fiesta en su lado más oscuro. Una forma de acabar con ella. Y no por culpa de los radicales políticos populistas que la quieren aniquilar, sino por los que la utilizan sólo para sus propios intereses.

     La cuestión es que al torero de Sevilla se le fue, otra vez, Sevilla. No hubo gozo convincente ni placentero para poder guardar en la memoria y permanezca en el recuerdo. ¿Y mañana qué? El genio de La Puebla es imprevisible. Morante, es lo que es.

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