REAL MAESTRANZA - 2ª Ciclo San Miguel

Un gran Castella y un excelente Manzanares

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Un gran Sebastián Castella corta dos orejas en la Maestranza y rozó incluso el gran triunfo de abrir la Puerta del Príncipe. José María Manzanares paseó un apéndice de su segundo astado, mientras que López Simón fue ovacionado. Buena entrada en la Maestranza en la última corrida de toros de la temporada.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de Olga Jiménez. Muy noble y con calidad en sus bondadosas embestidas el primero, encastadito el segundo y de gran clase el quinto; rajado el sexto de Hermanos García Jiménez; noble y soso el tercero y encastado el cuarto, ambos de Hermanos Sampedro.

ESPADAS: Sebastián Castella(de rosa y oro), dos orejas y ovación.

-José María Manzanares (de azul y oro), silencio tras aviso y oreja con gran petición de la segunda.
López Simón (de lila y oro), ovación y slencio.
 
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas José Chacón, Vicente Herrera, José González ‘Suso’ y Luis Blázquez.
 
INCIDENCIAS: Más de tres cuartos de plaza.

 

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Sebastián Castella, con las dos orejas del primer toro de la tarde. (FOTO: Arjona)

 

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Francisco Mateos
LA VOZ DEL ABONADO
Coctelería taurina

Unión Taurina de Abonados de Sevilla

 

Manuel Viera.-

     Hoy conquistó Sevilla. Excelente intérprete de un toreo templado y natural, desengrasó convenientemente la textura de su muleta para recrearse en una tauromaquia donde la lentitud del excelso trazo, la expresividad y el buen gusto, se erigieron en protagonista de una faena hecha para el goce y la emoción. Una faena muy bien construida, templada, ligada y llena de matices con la que Castella denotó una magnífica manera de hacer el toreo. Una faena hilada con circulares excitantes y necesariamente emocionantes. Una valiosa aportación al buen gusto, a la transparencia, a la nitidez, a la sensibilidad, a la belleza de una lidia con todos los requisitos que el toreo reclama.

     La faena al buen y bondadoso primer toro de Olga Jiménez desbordó la pasión y provocó el delirio. Sobrepasó los límites del gozo en una historia en la que no sólo se hizo el toreo, sino que se contó con una sorprendente naturalidad como nunca lo había hecho el torero francés en la Maestranza. Una lidia que, desde el farol de rodillas delante de la puerta de chiqueros hasta la estocada final fue sublimada, a derecha e izquierda, de forma extraordinaria. Castella hiló fino e incluso le dio consistencia y rigor a una ambiciosa obra que produjo un inmenso entusiasmo.

     Quieto, sin mover un músculo, aguantó la colada del serio y encastado cuarto de Hermanos Sanpedro en un prólogo de tres estatuarios rematados con un soberbio muletazo por bajo y sensacional pase de pecho. Después hubo muletazos cosidos y templados, y otros punteados. De todas formas malogró el esperado triunfo de Puerta del Príncipe con su mala espada.

     Manzanares volvió a plantar bandera en territorio maestrante. Que el toreo del diestro alicantino es expresivo, no hay duda. Que pretende dotarlo de su particular magia y buen gusto, también; pero la intención estética, a veces demasiado fácil y despegada, tuvo matices dignos de tener en cuenta ante la calidad de las embestidas del quinto toro de Olga Jiménez. Un monumental cambio de mano y cuatro naturales lentísimos rematados con el soberbio de pecho perdido en el tiempo resumieron la mágica sencillez de su toreo.

     José María se mostró elegante, estético y, sobre todo, clásico en el mejor sentido del término. Con una tauromaquia que se deslizó con suavidad en los templadísimos trazos largos y acompasados. Ora con la derecha, ora con la izquierda. Un mundo aparte construido sobre la sensibilidad de un provocador de emociones. Una soberbia faena celebrada por una gente al borde de la locura. Un pinchazo recibiendo fue causa, pese a la estocada posterior en la misma suerte, para que el presidente no sacara al unísono los dos pañuelos blancos del incuestionable triunfo. Sin embargo, no anduvo fino con el encastado segundo, un toro de escasa calidad en sus embestidas al que le costó torear y matar.

     López Simón tiene un buen concepto del toreo, pero no lo desarrolla con la verdad de lo auténtico, y el resultado final decepciona. No dice nada pese a ese acostumbrado arrimón que tanto casa con la gente del tendido. Ni con el noble y soso tercero de Hermanos Sanpedro, ni con el mansito y noble sexto de Hermanos García Jiménez atisbó el toreo. Faenas chuscas rozando la vulgaridad. Y con esto está todo dicho, lo que además de breve resulta gratificante para usted, lector.


AL NATURAL

Sentirse

Francisco Mateos.-

     La diferencia es la verdad, es la emoción. A los dos triunfadores de esta tarde, Castella y Manzanares, se les ha silenciado profundamente fases de sus actuaciones. Castella, sobre todo con el capote, ha percibido perfectamente el duro silencio cuando se trataban de lances sin sentimiento ni alma, lances mecánicos y accesorios; y también ha sentido el ‘olé’ profundo, seco y pronto cuando lo que dibujaba con el capote era verdad y tenía importancia. Y lo mismo Manzanares, que no ha estado bien en su primero, y hasta que no se centró y apostó en el quinto también sintió como Sevilla no le respaldaba.

     Castella es uno de los toreros cuya presencia de forma reiterada en Sevilla ha sido muy discutida; pocos toreros como el francés han dispuesto de tantas y tan excelentes oportunidades en la Maestranza sin haberlo justificado de forma coherente. Y no es justo decir que Castella no encaja en Sevilla. En Sevilla encajan todos los toreros; todos. Ahora: todos aquellos que sientan lo que hacen, que no vengan con la faena diseñada desde el hotel y que toreen con verdad y profundidad. Por eso hoy Castella ha encontrado la respuesta que ha buscado estos años. No es que no encajara en Sevilla, sino que Sevilla pide verdad, sentimiento, profundidad, sentirse,… Hoy, en varios momentos, lo ha conseguido; y ahí encontró el secreto de Sevilla. Que le sirva. Lección aprendida. Su tiempo le ha llevado. 

 

 


 

 

LA VOZ DEL ABONADO

Coctelería taurina

Unión Taurina de Abonados de Sevilla.-

     Para el espectáculo taurino de esta tarde en Sevilla (en el que se acartelaban tres figuras de lo más alto del escalafón) hubo necesidad de agitar la coctelera con los siguientes ingredientes:

  • Elección de un ganado de procedencia ‘juampedro’ enmarcado en el ‘medio toro’ moderno.
  • Presentar a reconocimiento las reses anunciadas de dos hierros de Matilla con escaso trapío, intentando que la autoridad ‘trague’.
  • La autoridad responde rechazando tres toros del ganado anunciado, más otro de Sampedro y otro más de Parladé.
  • La corrida se completa con cuatro animales de Matilla, más dos remiendos de Hermanos Sampedro.
  • Los seis toros lucían aparatosas testas, desarmónicos, con su estructura terciada, excepto el segundo, de trapío impresionante, del hierro de Olga Jiménez.

     Respondiendo al comportamiento del ‘medio toro’ actual, ni qué decir que todas las varas fueron un simulacro y que por supuesto no se ejecutó ningún quite. Con estos ‘cuidados’ argumentos taurinos, los seis toros, con más o menos fuerza y dificultad, sirvieron para la muleta. Otra cosa fue la respuesta de los matadores.

     Castella en su primero nos obsequia con su acostumbrada tauromaquia de ‘estética desviada’. Compone la figura. Tira del toro para fuera. Abusa del pico. Encandila a la gente y logra dos orejas de pueblo. Con una hubiera bastado de sobra. El cuarto, de nombre ‘Despierto I’, de Sampedro, llega a la muleta sin picar y haciendo honor a su nombre. Saca casta y problemas en su embestida. Castella no puede con el morlaco. La banda ayuda con el pasodoble ‘Puerta grande’, pero la labor deslucida del diestro se diluye y falla a espadas. Hubiera sido un despropósito su salida por la Puerta del Principe.

     El primero de Manzanares es suave y noble en la muleta. Manzanares tira de su repertorio del toreo en línea y desviado que nos tiene acostumbrado. No conecta con la gente y recibe un aviso. En el quinto la historia fue muy distinta. Comienza con los resabios de su repertorio, pero en mitad de faena intercala un cambio de mano que merecía una escultura. A partir de ahí toreó de verdad, en redondo, como mandan los cánones. La gente en pie. La emoción cala en los aficionados. Así debiera ser siempre. Mata a la segunda. Oreja con petición de la segunda que el presidente con buen criterio no concede.

     López Simón sortea dos toros nobles y manejables a los que administra infinidad de pases sin temple, dando tirones de la pañosa y con nula profundidad. Debe colocarse adecuadamente, adelantar la mano y templar las embestidas. Defraudó, en una palabra.

     Suso y Blázquez saludan en banderillas.

 


GALERÍA GRÁFICA (lamaestranza.es)

Sebastián Castella.

Sebastián Castella.

Sebastián Castella.

Sebastián Castella.

Sebastián Castella.

José María Manzanares.

José María Manzanares. José María Manzanares. José María Manzanares.

José María Manzanares.

José María Manzanares.

José María Manzanares.

José María Manzanares. López Simón. López Simón.

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