Expectativas taurinas (hispalenses) para un nuevo año

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«…Un desagravio que debería hacer olvidar, especialmente, el amargo sabor de boca que dejó el calamitoso festejo que cerró la feria de San Miguel y el abono sevillano. Eduardo Canorea y Ramón Valencia han orillado los planteamientos de otro tiempo…»

Álvaro Rodríguez del Moral.-

     Esperanzas.- Que según dicen, son lo último que se pierde. El caso es que el toreo afronta un año trascendental en el que deben ponerse en orden todas esas piezas desencajadas de las que tanto hemos hablado en los últimos 365 días, analizando lo que pasaba dentro y fuera de los ruedos. Dejemos hoy al lado toda esa fatigosa tramoya y centrémonos en las expectativas puramente taurinas que se abren en una temporada hispalense que se hará esperar por los caprichos de la primera luna llena de una primavera, Jarabe de Palo dixit, que no llega…

     Los de aquí.- La afición sevillana ha consolidado su romance con Morante de la Puebla aunque aún no ha podido gozar toda la dimensión actual del diestro cigarrero, que sigue sin ver salir por los chiqueros ese toro boyante que le permita desparramarse en todos sus registros más allá de esfuerzos titánicos o destellos aislados. Ése es uno de los deseos, o quiza sueños, de la temporada que está por venir. La misma temporada que tiene que servir para olvidar la visión de ese Cid en horas bajas que no se marchó de Abril sin sentir el cariño de la mejor Sevilla. Sigamos caminando por los estratos del escalafón: suspenso para septiembre en el examen de farolillos, Daniel Luque pagó con dureza las exigencias de una estrategia desmesuradamente ambiciosa. Prematuramente sentenciado por algunos, el joven diestro de Gerena sacó su mejor fondo a la vez que se lanzaba la campaña para volver a convertirse en una seria apuesta de relevo. Posiblemente, Luque vuelva a Sevilla menos cargado de oropeles, pero lo hará más seguro y cuajado; renovando su papel de figura en ciernes: que lo veamos. El resto de la torería hispalense que se mantiene en activo lucha por salir del pelotón aunque hay algunos jóvenes –Oliva Soto, Pepe Moral, Antonio Nazaré, Miguel Ángel Delgado– que merecen una reválida. Y dentro del controvertido mundo de los novilleros, sólo podemos andar pendientes de Esaú Fernández, que mostró su mejor versión y anunció grandes posibilidades el pasado mes de septiembre.

     Forasteros.- Pero el toreo sevillano no es entendible sin las grandes figuras nacidas lejos de las orillas del Guadalquivir que han dado sentido a sus últimas ferias. Es el caso, sobre todo, de El Juli y Manzanares. Si el madrileño fue el triunfador rotundo y absoluto de los fastos de Abril, el alicantino ha amarrado un romance con el coso del Baratillo que no ha logrado quebrar el largo rosario de dolencias que estuvo a punto de impedirle actuar el pasado año en Sevilla. Ambos son hoy ahora los preferidos de una afición que no debería despedir a Enrique Ponce sin asistir a uno de sus más genuinos recitales. Mientras, se sigue especulando con la vuelta de José Tomás, que aún no ha refrendado su particular séptima profecía en la Maestranza. Él sería la mejor guinda para una temporada que debería oficiarse como un desagravio.

     La empresa.- Un desagravio que debería hacer olvidar, especialmente, el amargo sabor de boca que dejó el calamitoso festejo que cerró la feria de San Miguel y el abono sevillano. Eduardo Canorea y Ramón Valencia han orillado los planteamientos de otro tiempo y no han dudado en pujar por una corrida de Victoriano del Río, que finalmente no lidiará, y por un encierro de Núñez del Cuvillo que podría esconder la llave de otros acontecimientos. La temporada sólo puede organizarse al máximo nivel en toreros y ganaderías. Luego saldrá el toro… Suerte para todos.


*Álvaro Rodríguez del Moral es periodista taurino sevillano. / Publicado en El Correo de Andalucía.

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