El peso de la púrpura

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«…A Perera no le ha valido su gran triunfo en la pasada Feria de Abril; tampoco su temporada arrolladora en toda España y Francia. Si Eduardo Canorea hubiera seguido la norma de su padre, la de contratar a los toreros por orden de jerarquía, Miguel Ángel debería haber sido llamado en primer lugar, ya que José Tomás no interesa, por sobrevalorado, en la Maestranza (Canorea dixit), pero lo llamaron en séptimo lugar…»


José Carlos Arévalo.-

     Aunque quien más empujaba era él, todo el mundo apoyaba la increíble ascensión a la cumbre de Miguel Ángel Perera en 2008. Lógico, Miguel Ángel era ya una figura aunque no una gran figura. Pero cuando cerró su campaña con la heroica y dramática encerrona de Madrid, nadie dudaba de que se había proclamado líder de la temporada. Era, con El Juli, el único que podía rivalizar con José Tomás, supremo torero de su época y desconcertante figura de la temporada, que se impuso a todos en Madrid y se limitó a torear veinte corridas.

     La jerarquía tiene un precio muy alto en el singular planeta de los toros, que se rige por leyes distintas. La primera es que cuesta más mantenerse en la cima que subir hasta ella. La segunda, que la jerarquía incontestable se torna discutible por sistema. Y la tercera, que los triunfos ya no son suficientes, casi ni en las tardes de máximo esplendor ni, obviamente, en las mediatizadas por la suerte o por el toro.
Es el peso de la púrpura.

     A Perera no le ha valido su gran triunfo en la pasada Feria de Abril, privado de la Puerta del Príncipe por la ridiculez contable de las tres orejas; tampoco su temporada arrolladora en toda España y Francia. Si Eduardo Canorea hubiera seguido la norma de su padre, la de contratar a los toreros por orden de jerarquía, Miguel Ángel debería haber sido llamado en primer lugar, ya que José Tomás no interesa, por sobrevalorado, en la Maestranza (Canorea dixit), pero lo llamaron en séptimo lugar, cuando ya estaba casi todo el pescado vendido. Es posible que este año no toree en Sevilla. ¿A quién beneficia esa postura? No a la afición bética; a la Fiesta, tampoco.

     Pero la exclusión de los ases es un deporte empresarial que no conoce fronteras. Sin ir más lejos, El Juli se ha visto expulsado de la Temporada Grande de la México. Pero todo esto se ha dicho con la boca pequeña. ¿Por qué?

     Por el peso de la púrpura. Y porque vivimos una época de periodistas valientes con los toreros y sumisos ante los empresarios. O porque las televisiones. O porque los pequeñitos clanes. Menos mal que la gente no traga y ya sólo cree lo que ve.

*José Carlos Arévalo es periodista taurino madrileño, director de 6Toros6. / Extracto del editorial publicado en la revista taurina 6Toros6.

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