La exposición «Cossío y el mundo taurino» pone en valor los lazos culturales de la Fiesta

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Desde que el pasado día 4 de febrero quedase inaugurada la exposición, la sala expositiva del restaurante «Río Grande» de Sevilla que la alberga se ha convertido en un centro de la cultura del toreo en su máxima expresión. La muestra, que tiene su arranque en Santillana del Mar, continuará su periplo por tierras gaditanas una vez clausurada en Sevilla el próximo día 29.


Importante colección de carteles de época.
FOTO: Javier Martínez / TorosComunicacion.

Elena Aguilar Riqueni.-

     El mundo de Cossío no fue otro que el de las artes. Esta muestra, la colección de Cossío, las compila, casi todas, con la tauromaquia. Su Casona de Tudanca (Cantabria), hoy casa-museo, quedó convertida un día en silo donde albergaba grano a grano, con suma delicadeza, cada una de las piezas que comforman su colección. Paladear estos objetos nos transporta a otro tiempo ajeno, aún, al devenir de la 'revolución de las masas'. Un ambiente selecto y mágico se hace palpable al observar la correspondencia entre literatos, toreros, pintores, y escultores.

     Innumerables las fotografías dedicadas al erudito por Joselito, Belmonte, Cayetano Ordóñez, Antonio Ordóñez, Pepe Luis Vázquez, Juan Belmonte; cartas que testimonian el respeto, la admiración y la cercanía entre el autor del célebre tratado técnico e histórico de los Toros, 'El Cossío', y los toreros; manuscritos enviados por sus amigos: la 'De Re Taurina' de Fernando Villalón, un ensayo histórico-crítico publicado en 1926 y que consta de 710 páginas. Muy interesante el fragmento que se nos permite leer, y que dice: "La influencia francesa de la casa de Borbón. Muerte oficial de la jineta española. No dio Felipe V ninguna ley prohibitiva de la fiesta como su heredero y sucesor Carlos III, más la nobleza que hasta entonces la había monopolizado, la fue abandonando poco a poco, y como consecuencia las fiestas de toros comenzaron a decaer de una manera lamentable".

     Sin duda, una alusión a ese periodo histórico en el que la corte francesa es trasplantada "de verbo ad vérbum". Se convierte en un modelo a seguir, que en términos taurinos se traduce en el rechazo o el poco interés de la nobleza hacia las corridas de toros. La escasa afición francesa, eso, sí, conocedora y gustosa de la cabalgadura, traslada a España la modalidad de monta a la brida larga. Esto supuso la ruptura con la tradicional forma de monta a la jineta y el empleo del rejón, volviéndose a usar la lanza, pues es lo que ese modo de monta permitía y que, finalmente,


Recreación del despacho de José María de Cossío.
FOTO: Javier Martínez / TorosComunicacion.

desembocaría en el surgimiento de la figura del varilarguero. Se retomaba así de nuevo el sistema utilizado por los caballeros militares en el siglo XVI, durante el periodo de la Reconquista.

     Alguna sobras importantes que se muestran en la exposición son 'Chuflillas al Niño de la Palma', de Rafael Alberti; 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías', de Federico García Lorca; 'Pepe Luis Vázquez', de Gerardo Diego, que dice: "Ese colegial tímido de resplandor trigueño/ en la cabeza fina como un hueso de fruta/ es un torero nuevo de Sevilla la vieja/ que los rancios saberes perpetúa y destila…"; y 'Patio de Cuadrillas', de Conchita Cintrón.

     En una esquina de la sala hay una recreación del despacho de José María de Cossío, con los volúmenes de Los Toros, sin duda un manual indispensable en la bibliografía taurina. Fue un proyecto ideado por José Ortega y Gasset, que cumplió con creces lo deseado o previsto. Diversas revistas que sirvieron de estudio al polifacético José María; un retrato de 'El pintor' a Cossío, que no es otro que Ignacio Zuloaga, gran aficionado a los toros. Aquel que considerase como maestros a Velázquez, Greco, Zurbarán, Ribera, Goya, ha dejado plasmada, con dibujo a lápiz, carboncillo y albayalde, la figura de Cossío, con gran verismo.

     Además de otros óleos, no deja de estar presente la obra escultórica, así como innumerables carteles de mano, carteles históricos, carpetas con reseñas, kilométrico de la cuadrilla de Joselito, telefonemas… Muy ilustrativos son los dos grabados de Goya. Pese a no estar su serie completa, 'El Cid Campeador lanceando toro' y 'El animoso moro Gazul es el primero que lanceó toros en regla', realizados, ambos grabados, al aguafuerte, nos dan la clave para descifrar el contenido de esa colección. Estas dos obras nos remiten a la Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España, cuya autoría se debe a Nicolás Fernández de Moratín (1737-1780).

     Basándose en una tesis refutada, rechaza por completo la argumentación de quienes sostienen que los juegos romanos constituyen el antecedente de la fiesta


Valiosas obras originales de literatos.
FOTO: Javier Martínez / TorosComunicacion.

taurina. Moratín sostiene que la Fiesta taurina es, netamente, española. Afirma que "las corridas españolas son un fenómeno autóctono y casual". Nicolás, hace acopio de corridas documentadas del siglo XII, así como de creencias de la época. Una de las más frecuentes fue, según el propio autor, que el caballero virtuoso de la Reconquista, Rodrigo Díaz de Vivar 'El Cid', luchó a caballo con los toros, al igual que lo hicieran los árabes que, por entonces, poblaban tierras españolas. Afirma Moratín: "los árabes españoles eran aún más apasionados de estas corridas caballerescas que los mismos españoles, ya que, en definitiva, la costumbre de combatir los toros fue en la España cristiana una de las muchas costumbres que la superior cultura árabe contagió a los reinos cristianos. Algunos de los elementos importantes de la lucha taurina, por ejemplo, esperar al toro de pie engañándolo con la capa, sería una antigua práctica de origen árabe que realizaban con el manto de lana, su vestido habitual”.

     El silogismo empleado por Moratín, sirvió de inspiración a Goya, que si bien realizó una serie magnífica de grabados, ilustradores de diversas suertes del toreo, contribuyó así a apoyar la tesis defendida por su amigo.

     La exposición de Cossío gravita por el que fuera su mundo, por las artes. En ella queda muy presente la edad de oro y de plata del toreo, la generación del 27, así como su máxima: "La Fiesta de los toros no es tan sólo una diversión más o menos recomendable desde el punto de vista moral, pedagógico, estético o sentimental, sino un hecho de profunda significación en la vida española, y de raíces tan hondas y extensas, que no hay actividad social o artística en que no se encuentren sus huellas, desde el lenguaje a la industria o el comercio".

 

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