REAL MAESTRANZA - 10ª Feria de Abril

Hoy, la gente se aburrió

0
1082
Estocada de Paco Ureña.

Los diestros Diego Urdiales, Cayetano y Paco Ureña recibieron ovaciones tras la lidia de sus respectivos toros, en una tarde ausente de emociones. Paco Ureña, que sustituía a Emilio de Justo sufrió una fuerte voltereta, aunque sin cornada. La corrida de Hermanos García Jiménez resultó floja y complicada.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado toros de las ganaderías de Hermanos García Jiménez, desiguales de presentación y hechuras, mansos y complicados. El mejor, el sexto, aunque no terminó de romper. Rajados y de embestidas complicadas. Rajado el primero, flojo el segundo, manso el tercero, sin calidad en las embestidas el cuarto, de inciertas acometidas el quinto.
ESPADAS: –Diego Urdiales (de verde y oro), silencio y palmas.
Cayetano (de rosa y oro), saludos y silencio.
Paco Ureña (de tabaco y oro), que sustituía a Emilio de Justo, saludos tras dos avisos y saludos.

INCIDENCIAS: Algo más de media plaza.


Manuel Viera.-

     De su muleta surgieron naturales que se perfilaron como fuetes de una expresión emotiva. Naturales aislados, pero que reunieron toda la pureza de su toreo. Fue una lidia, la del complicado cuarto, en la que Diego Urdiales convirtió la naturalidad en lentos trazos con la izquierda. Algunos de ellos de una belleza, trasparencia y temple insuperables. Además, lo poco que pudo hacer fue extremadamente sentido junto a ese ramillete de verónicas poderosas, templadas y rítmicas, mecidas con enorme verdad. Faena construida por momentos, de contenido y sensaciones que, sin embargo, se quedó sin acabar.

     El torero riojano abordó la lidia de su segundo toro con ese concepto de intenciones de verdad para torear despacio con la derecha unas embestidas complejas, de escasa calidad, y colmadas de complicaciones. Así que ni el auténtico natural, ni los remates pletóricos de torería, fueron suficientes para que la faena cogiese altura. Tras la contundente estocada le obligaron a saludar.

     El primero de los Hermanos García Jiménez fue un toro manso, buscando tablas y que nunca humilló. Diego, hizo todo lo posible por mantenerlo en las telas y, sobre todo, por encontrar acomodo en unas acometidas que duraron un suspiro. A pesar de ello dejó muestras de su toreo con la mano derecha y algún que otro trazo con la izquierda de calidad suprema. De certero espadazo y descabello lo mandó al desolladero.

     Cayetano anduvo dispuesto con el capote en unos lances genuflexo llenos de sabor al segundo toro de la tarde. También el galleo por chicuelinas de mano baja entraron por derecho propio en la gente. Incluso el inicio de faena, con un bello cambio de mano hacia dentro, atisbó esperanzas. Con la izquierda, el pitón menos malo del noble y flojo toro, mostró su deseo de añadir su dosis de temple al toreo al natural, pero lo hecho no llegó a alcanzar la nota alta deseada. De un perfecto volapié tumbó al toro sin puntilla.

     Tampoco con el quinto alcanzó su objetivo, otro toro de inciertas embestidas, con el que el diestro de Madrid continuó mostrando aspectos de su concepto con pretensiones de construir algo importante, pero le fue imposible. Los derrotes del toro y sus acometidas cambiantes se lo impidieron. Acortó las distancias en su afán de agradar acabando, con el manso en tablas, de baja estocada.

     Paco Ureña dio la cara para triunfar, sustituyendo al lesionado Emilio de Justo. Un mansito, complicado por encastado, lidiado en tercer lugar le puso la tarea de hacerlo muy difícil. Intentó poderle, pero sólo consiguió aislados muletazos con ambas manos, trazados con mucha verdad. Hubo naturales muertos detrás de la cadera de muy buena calidad. Un toreo de izquierda largo y profundo que tuvo poco eco en los tendidos. Pero faltó continuidad en una lidia que no fue fácil. Incluso lo cogió de forma espeluznante sin mayores consecuencias. Hundió el acero hasta la bola para finiquitar.

     Con el sexto, un buen toro al que le faltó fondo, tuvo momentos notables con un toreo de clasicismo refinado y delicioso temple. Expuso valor a través de una forma natural de expresar el toreo. Despacio y ajustado con la diestra delineó muletazos a través de coherente ligazón. Los remates de pecho viajaron al hombro contrario colmados de sutileza, y con el natural corroboró la brillantez de un toreo, despatarrado a veces y vertical en otras, que necesitó de valor seriado para mantenerlo en esencia. Tras otra buena estocada le ovacionaron con fuerza.

     Tarde de detalles sin ocasión para el triunfo. Hoy, la gente se aburrió.


 LA VOZ DEL ABONADO 

La siesta de los toros

Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla.-

     Cuando el toro se deja, es noble, suave y colaborador, la Fiesta se convierte en siesta. Si a esta manipulación de la corrida unimos que llevamos varios días de casetas y sus consecuencias, la corrida invita al descanso reparador del sueño.

     Los toros de García Jiménez (mal presentados los tres primeros; algo mejor, pero sin estridencias los tres siguientes) fueron el prototipo del ‘medio-toro’ moderno que se quiere imponer ahora. Flojos. Mansos. Sin suerte de varas. Quites únicamente reseñar el realizado por Urdiales al cuarto, enjaretando suaves y acompasadas verónicas. El resto del festejo fue un recital de pases y más pases sin profundidad ni calidad y con el resabio de la mala colocación de los tres matadores y mucho abuso del pico de la muleta.

     Debemos hacer una excepción. Paco Ureña en el sexto nos despertó un poco. Puso en la faena el empuje y la casta que le faltaba al torillo. A derecha e izquierda, mano baja, colocación y trazos templados. Mató de estocada fulminante y pensamos que los pañuelos asomarían en los tendidos con cierta rotundidad como en tardes anteriores. Ni hablar, la siesta se imponía.

     Algunos toros mostraron demasiada flojedad, pero la tarde no estaba para reivindicar sobreros.

     Hay que censurar a Cayetano. No son formas de poner los toros en suerte situando el toro a un metro del caballo, entre las dos rayas. No observamos alguacilillo alguno que desde el callejón obligara  al diestro a rectificar la posición del toro. Ciertamente en estos tiempos estos servidores del delegado de la autoridad han quedado sólo para entregar orejas y, a veces, ni eso.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

Dejar respuesta

17 + 13 =