REAL MAESTRANZA - 6ª Feria de San Miguel

Juan Ortega cincela el toreo de capote

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El excelente toreo de capote de Juan Ortega.

Decepcionantes toros de la ganadería de Juan Pedro Domecq, que lastra brillo al mano a mano sevillano entre Morante y Juan Ortega. Juan Ortega, que esculpió en la tarde el toreo a capote, le cortó la oreja al sexto sin demasiado clamor. Morante sólo fue aplaudido tras acabar con el quinto.

SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Juan Pedro Domecq; el quinto lidiado como sobrero, aceptables de presentación, nobles, flojos y descastados. Decepcionantes por su mal juego en conjunto. Sin fuerza, el primero; flojo, aunque con calidad en su embestida, el segundo; flojo y soso, el tercero; parado y a la defensiva el cuarto; muy soso el quinto; sin motor el sexto.
ESPADAS:Morante de la Puebla (de caldera y oro), silencio, silencio y ovación.
Juan Ortega (de tabaco y oro), ovación, silencio y una oreja.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Fernando Sánchez y Sánchez Araújo.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’ según el aforo permitido por restricciones Covid.

Manuel Viera.-

     Decir que Juan Ortega es unos de los mejores artistas con el capote que ha dado el toreo en los últimos años resulta no por obvio, menos necesario. El diestro de Triana se hace grande en la plaza con el lentísimo trazo de la verónica. Su portentoso lance se ha convertido esta otra tarde, y van dos, en un suculento placer. En una emoción sin límite. Juan ha vuelto a colmar todas las expectativas dando muestras fehacientes de un toreo de capa sublime, natural y diferente. Verle torear así ha supuesto asistir a un espectáculo de contagioso gozo. Podría escribirse acerca del desbordante entusiasmo del público sevillano, de la precisión y ritmo de cada lance, de la belleza… cuando en realidad debería hablarse del valor y la verdad de una obra esculpida y cincelada con el percal de hondo calado emocional.

     Así que Ortega la ha vuelto a liar con su portentoso capote. Y de nuevo la banda comenzó a tocar subrayando lo sublime. Morante se animó y dejó tres verónicas y una media a pies juntos sin demasiado clamor. Todo ocurrió con el segundo de Juan Pedro, un toro con la acostumbrada nobleza de la casa, pero soso y parado hasta aburrir.

     Los ayudados por alto, la trinchera y el pase de pecho en el inicio de faena fue la chispa que encendió el proceso creativo de un concepto de ingeniosa sencillez y naturalidad, unificando los más diversos ingredientes en formas de toreros detalles. La despaciosidad y el refinamiento del trazo diestro y, sobre todo, la exquisitez y perfección en la ligazón de la serie, hicieron posible una faena de detalles y buen gusto, aunque de escasa emoción por las sosas embestidas del ‘juampedro’.  De todas formas, parecía tener ganado el apéndice, pero, otra vez, la punta roma de su espada lo impidió.

     Poco o nada pudo mostrar el sevillano con el descastado cuarto, un toro parado y a la defensiva al que, en los medios, intentó hacerlo pasar por el engaño sin conseguir el objetivo.

     Al sexto le faltó fondo y le sobró nobleza. Un ramillete de verónicas y una media sin tiempo hizo sonar las alarmas del triunfo. Quitó Morante por Chicuelo y replicó Ortega por el mismo palo. Muy ajustadas las chicuelinas y otra media de cartel.

     De su muleta surgieron muletazos con la mano derecha que se perfilaron como fuente de una expresión tan emotiva como diferencial. No fueron muchos, pero con detalles vivamente emotivos que lo convirtieron en lo mejor de una faena de expresiva naturalidad.  La estocada le ayudó a cortar una oreja, quizá, en reconocimiento a un toreo de capa con el que volvió a ilusionar a Sevilla.

     ¿Y Morante? Al diestro de La Puebla no hay forma que le embista por derecho un toro en la Maestranza. El primero se le paró muy pronto por su escasez de fuerza y casta. Algún que otro detalle con su habitual torería y poco más. Con una estocada casi entera lo mandó al desolladero.

     Noble, soso y descastado fue el tercero, y tampoco le sirvió. Logró hilvanar una serie con la derecha de puro trámite. Y por la izquierda no le pasó. Con facilidad lo finiquitó.

     Con el quinto, lidiado como sobrero, sólo recodar el sabor de los ayudados por alto del inicio de faena. Después, intentos nulos con un toro que se negó a andar.

     No hubo más historia en este ilusionante mano a mano cargado de expectación, y que unos toros, exigidos por partida doble en esta Feria por las figuras, lo transformaron en auténtica decepción. Y el próximo viernes, más de lo mismo para los dos. A ver si cambia la luna.


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