Andrés Romero, suma y sigue

El rejoneador onubense Andrés Romero y el alicantino Andy Cartagena han cortado dos y una oreja, respectivamente, a buenos toros de la ganadería sevillana de Benítez Cubero en una tarde en la que faltó la emoción. Leonardo Hernández, lidia clásica. Se justificó Manuel Manzanares. Desdibujados Fernandes y Armendáriz.

Manuel Viera.-

     Poca cosa. Sólo detalles. No hubo, ni mucho menos, esa explosión de toreo a caballo tan esperada y deseada por los amantes del arte de Marialba, pese a que los toros de Benítez Cubero mostraron nobleza y calidad en sus embestidas. Quizá les faltó fondo y empuje mediada la mitad de la lidia a una corrida que terminó casi parada. De ahí que la emoción escaseará en un espectáculo que resultó anodino para el aficionado y divertido para un público muy específico y sin demasiada exigencia.

     Así las cosas fue el onubense Andrés Romero, al que le cantaron dos fandangos de Huelva desde un balconcillo, quien más motivó a un público que no dudaría en exigirle al palco el doble trofeo tras la lidia del sexto. Un buen toro que sangró en exceso tras el doble rejón de castigo, hasta tal punto de echarse en dos ocasiones al final de la lidia. El onubense demostró valor y sinceridad en las distintas suertes. Tuvo un comienzo emotivo al recibir al toro adentrado en la bocana de chiqueros y torear después, sirviéndose del marsellés, a lomos de ‘Perseo’. Quebró y clavó banderillas arriba con ‘Guajiro’, y finalizó con las cortas, ya a toro parado, montando a ‘Bambú’. Tras el rejón de muerte las dos orejas se antojan excesivas.

     También le cortó un apéndice al segundo Andy Cartagena. El alicantino toreó muy despacio de salida al noble toro de Benítez Cubero, y aunque después clavó dando el pecho de ‘Sol y sombra’ y se lució en los quiebros, los encuentros resultaron desajustados dejando algún que otro palo clavado a la grupa. También utilizó para encandilar a la gente los mordiscos del caballo ‘Pantera’ a la testuz del toro. Y puesta en escena epilogal del caballero, dándose una vuelta al ruedo, tras dejar un palitroque arriba y clavar al estribo. Banderillas cortas, rejón que basta y oreja.

     Bueno fue el tercero con el que Leonardo Hernández tuvo una actuación clásica y auténtica. Anduvo seguro y puro con ‘Despacio’, clavando en todo lo alto y templando la embestida mientras cabalgaba a dos pistas. Se quedó quieto dando el pecho en los cites con ‘Xarope’, espectacular en los saltos, y clavó banderillas cortas y al violín con el toro totalmente parado. El fallo con los aceros le privó de una segura oreja.

     Rui Fernandes anduvo desdibujado y frío con el primero. Expuso en excesivo a sus cabalgaduras siendo alcanzadas en ocasiones. Clavó demasiado a toro pasado y los palos quedaron bajos. Demasiados fallos. Rejón caído y ovación tras la habitual provocación al público con carreras y alardes finales.

     Tampoco brilló Roberto Armendáriz. El caballero navarro ofreció una lidia con demasiadas brusquedades. Sus cabalgaduras fueron alcanzadas en repetidas ocasiones y su toreo a caballo resultó anodino y demasiado banal. Clavó a la grupa y expuso y exigió con exageración a sus caballos. Tras dejar introducido el rejón le ovacionaron la voluntad.

     A Manuel Manzanares le faltó la emoción de la lidia. Toreó con temple de salida al quinto, un buen toro que, como todos, se quedó sin fondo a mitad de faena. No obstante, el alicantino supo aprovechar las nobles embestidas para torear despacio con ‘Príncipe’ y dejar arriba las banderillas. Sin aspavientos realizó una lidia muy clásica pero falta de emotividad por las condiciones del toro. Pinchó antes de dejar el rejón adentro y fue ovacionado.