GALLEANDO

Manzanares, la pasión según Sevilla

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Manzanares, saliendo a hombros de su propio hijo y rodeado de toreros el día de su retirada en 2006 en la Maestranza.
Manzanares, saliendo a hombros de su propio hijo y rodeado de toreros el día de su retirada en 2006 en la Maestranza.

«…Desde ayer Sevilla llora a un torero íntimamente ligado a su plaza. Ayer se puso fin a una bonita historia, sincera y auténtica, que ha hecho lagrimear a todo el toreo. Hoy, mañana, y siempre, seguiremos sintiendo en el alma los fogonazos continuos de una tauromaquia en todo su esplendor…»

Manuel Viera.-

     El hábito de la evocación, legítimo y acaso indispensable en esta Fiesta nuestra, no pudo desempeñarlo aquel 1 de mayo de 2006, tarde de su improvisada despedida del toreo activo. Su concepto, sevillano y auténtico, se disolvió el emotivo día en el horizonte de la nostalgia.

     Se fue Manzanares sin el regusto del triunfo. Se fue en la Maestranza. Pisando la tierra amarilla de albero dijo adiós. Y Sevilla se le entregó. La misma que gozó con el cúmulo de circunstancias que provocaron la emotividad del festejo. La pasión desatada y eufórica saltándose las reglas del juego para celebrar el adiós de un torero. Las ajustadas verónicas, las chicuelinas de manos bajas, los hondos y lentos muletazos, los improvisados remates del seductor toreo de José María Manzanares, cobraron vida en el recuerdo mientras su chiquillo le cortaba la coleta tras drástica decisión.

     Y Espartaco, Morante, Ponce, Litri, Padilla, El Cid, Rivera Ordóñez… lo izaron a hombros y empujaron la Puerta del Príncipe para cruzarla con el gran maestro. La pasión, según Sevilla.

     Desde ayer Sevilla llora a un torero íntimamente ligado a su plaza. A un torero que, pese a sus propias limitaciones de ánimo, con una carrera profesional llena de altibajos, pese a ser tachado de torero abúlico, conformista, falto de ambición, pese a que su peculiar personalidad no le permitiera nunca el mando absoluto en la Fiesta, siempre quiso, y lo hizo suyo Sevilla, a este genial artista de las más puras esencias ortodoxas.

     Ayer se puso fin a una bonita historia, sincera y auténtica, que ha hecho lagrimear a todo el toreo. Hoy, mañana, y siempre, seguiremos sintiendo en el alma los fogonazos continuos de una tauromaquia en todo su esplendor.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina. (manuelviera.com)


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