REAL MAESTRANZA - 12ª Feria de Abril

Ginés Marín, pletórico

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El diestros extremeño Ginés Marín, con las dos orejas de su primer toro

Ginés Marín le cortó las dos orejas a un buen toro de El Torero, lidiado en cuarto lugar. Morante, en su vuelta tras el gran suceso del rabo del miércoles, paseó un apéndice. Cayetano fue silenciado en una discreta tarde. El rejoneador Antonio Ribeiro celebró el 40 aniversario de su alternativa.


 SEVILLA / Corrida de toros 

TOROS: Se han lidiado un toro de la ganadería de Passanha, noble, para el rejoneador Antonio Ribeiro Telles, y seis de El Torero desiguales de presencia y juego. Destacaron tercero y cuarto. Mansos segundo y sexto. Complicado, por descastado, quinto y séptimo.
ACTUANTES: –El rejoneador Antonio Ribeiro Telles, saludos y silencio.
Morante de la Puebla (de canela y oro), una oreja y ovación.
Cayetano (de rosa y oro), silencio tras aviso y silencio.
Ginés Marín (de coral y oro), dos orejas y palmas tras aviso.
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Antonio Chacón y José Chacón, que también destacó bregando. Picó bien Sergio Molina.
INCIDENCIAS: Casi lleno.


Manuel Viera.-

     Hoy ha vuelto tras el suceso del pasado miércoles Morante, y la ovación que le ha dedicado Sevilla, tras deshacerse el paseíllo, ha sido de órdago. Ha regresado al ruedo maestrante quien con su diferencial concepto ha insistido en despertar los sentidos y acrecentar la capacidad para imaginar. Quien ha evocado el toreo de todos los tiempos. Quien ha invitado a viajar por el pasado para mantener la atención con tauromaquias muy representativas de aquellas épocas.

     Y ha vuelto para hacer un grato recorrido por el universo gallista con la muestra de una lidia, no intuida, de indiscutible atractivo. Un toreo a un toro con problemas de mansedumbre, inspirada y talentosa, de equilibradas virtudes, desde el espléndido trazo diestro, hilvanado y rematado, hasta la lentísima verónica. Una lidia aderezada de detalles con la que siguió rememorando a los grandes maestros del pasado. Pinceladas de una tauromaquia exquisita en la que los ayudados por alto, los cambios de manos y el molinete fueron fragmentos embaucadores.

     El sevillano de La Puebla ha superado con creces este nuevo envite tras la borrachera de toreo del pasado miércoles. Y lo ha superado con nota construyendo una faena que, menos, es más, resumió en cuatro muletazos diestros de extraordinario valor la mágica sencillez de un toreo colmado de torería. Y lo hizo con el segundo toro de la tarde, un mansito al que con sabiduría lo metió en la tela hasta conseguir dominar la embestida y lograr la imperecedera belleza artística de la lidia. Lo mató bien y sumó otro trofeo a su particular, sensacional e histórica Feria.

     No dudó un instante fijar en el capote al quinto, un complicado toro de El Torero, distraído, sin humillar y de complejas acometidas, con el que consiguió, muy cerca de las tablas por las molestias del viento, enormes muletazos diestros por hondura y despaciosidad. Con una media caída oportuna lo mandó al desolladero

     No obstante, la tarde traía consigo un nuevo triunfo, el conseguido por Ginés Marín con el cuarto de la tarde. Un buen toro, noble y bravo, al que toreó con verdadera perfección. Mucha verdad en lo visto, buena calidad en lo hecho y todo sin riesgo de sobresaturación. Así fue cómo deleitó Marín, con unas cascadas de muletazos, ora con la derecha, ora con la izquierda. Momentos de excelencia de clasicismo refinado y delicioso temple. Y unos remates de pecho que iban al hombro contrario llenos de exquisitez. Faena de calidad que corrobora con la brillantez del natural que epilogó la obra. Muy especialmente los de frente. Brillantes trazos que acabaron atrás, en la cadera. Una forma de mostrarse a gusto con versión tan diferente y emotiva, para finalizar con unos ayudados por alto con sabor y torería. Estocada y dos orejas que no se hicieron esperar.

     No le dejó el séptimo rematar la tarde. La escasez de fuerza -no se le picó- y las complicaciones de la falta de casta lo hicieron imposible. El diestro nacido en Jerez lo intentó todo con una ambición fuera de toda duda, pero nada consiguió a cambio.

     Fue Cayetano un torero dispuesto al triunfo. Lo buscó con el noble y bravo toro lidiado en tercer lugar. Pero algo debió pasar para no alcanzarlo. Una lidia que estaba en aprovechar las primeras embestidas de un buen toro venido a menos. El madrileño toreó a la verónica con ritmo, y tuvo un inicio de faena esperanzador, con una mano diestra que templaba y ligaba. Después, la ligereza predominó en una faena desigual, con momentos de interés, aunque sin la deseada continuidad. El acero se ubicó tendido y la plaza quedó en silencio. Con el manso y complicado sexto nada consiguió, soló cabrearse al intuir que el toro tenía problemas de visión.

     Abrió plaza el rejoneador portugués Antonio Ribeiro Telles con un toro de Passanha. Celebraba su cuarenta años de alternativa y su debut en la Maestranza. Sueño conseguido, aunque no dejó nada para el recuerdo. Serio y clásico, pero con escasa pureza en lo hecho. Le ovacionaron cariñosamente.


 AL QUITE 

Cayetano en la Maestranza, y Oliva Soto en su casa

Antonio Girol.-

     Mientras veía a Cayetano hacerse el remolón para coger montera, estoque y muleta, como si de ese niño consentido que no quiere ir al colegio y esgrime todo tipo de enfermedades y argucias para demorar la ida se tratase, me acordé de Alfonso Oliva Soto. E inmediatamente me vino a la cabeza un refrán que mi abuelo Joaquín repetía de continuo: «El que tiene padrino, se bautiza».

     Cuánta verdad encierran esas seis palabras. Cayetano, a diferencia de Alfonso, tuvo padrino desde el minuto uno en que decidió, ya madurito, empuñar el estoque. Nada malo hay en eso. La suerte no deja de ser eso: suerte. De ahí que siempre haya ido bien arropado en carteles muy cuidados, tanto en compañeros como en ganaderías. Afortunadamente para él, nunca un empresario pérfido ha tenido la macabra ocurrencia de anunciarlo con toros de la divisa que mató a su padre, y de habérsele ocurrido tan artera treta ya se habría encargado su apoderado, y tío, de mandar a semejante sátrapa a dónde merecía: a la mierda, como mínimo.

     Oliva Soto, por el contrario, no tuvo esa fortuna, o esa fuerza para mandar a paseo al empresario de Sevilla cuando no dudó en ponerlo en 2010 con la del Conde de la Maza. Mismo escenario y hierro del astado que acabó con la vida de su tío, Ramón Soto Vargas.

     Cayetano, que no tenía ni pizca de gana de verle la cara al quinto aduciendo problemas de visión, ha cortado la estratosférica cifra de UNA única oreja en la Maestranza desde que tomó la alternativa, allá por 2006. Por cierto, de ese hecho, el de la oreja, se cumplirán siete años el próximo 1 de mayo. Oliva Soto, con ganado menos propicio y en carteles con más aristas, ha paseado tres. No son muchas, cierto, pero es que ha toreado sólo seis tardes. Una, por cierto, la de los toros del Conde de la Maza. El último trofeo lo obtuvo el pasado abril, en el formato de ‘corrida de la oportunidad’.

     Días más tarde, en concreto el 5 de mayo, Cayetano actuó, formando una terna, junto a Urdiales y Ureña, ante toros de Matilla. Saludó una ovación en su primero y fue silenciado en el otro. Escaso premio, pero que sin embargo a él sí le sirvió para estar hoy de nuevo en La Maestranza y poner caritas al palco porque mantuvo en el ruedo a un toro que no era ni por asomo peor que el que minutos antes había toreado Morante. Mientras tanto, Alfonso Oliva Soto, con su oreja a buen recaudo, ha visto la Feria en Camas por la tele, a la espera de a ver si por fin lo anuncian en el cartel que él merece. Mismamente en uno como el de hoy, en el que habría encajado como un guante.


 AL QUITE 

Después de lo de Morante

Ignacio Sánchez-Mejías.-

     El sábado, después de la corrida nos vinimos un grupo de aficionados a la Cervecería Internacional a comentar la tarde. Otras veces me retiraba un ratito y escribía el artículo de la corrida, pero esta vez no lo hice porque no tenía mucho que decir. Ayer nos dimos un baño de realidad y viendo que ‘después de lo de Morante’ lo que hay es un vacío que no se va a poder llenar. Quizás con el tiempo podamos ir acumulando otras sensaciones, pero por ahora, tan cercano el milagro del miércoles, estamos como vacíos.

     Después de saludar la ovación en el tercio tras romper el paseíllo, perecía que sólo Morante tenia fe en repetir el milagro. Su primero era mansote y bajo de casta. Pero ahí estaba el torero para doblarlo por bajo y poderle con el arte y la armonía a la que nos tiene acostumbrado. Le dimos la oreja quizás en desagravio por la que le negaron el lunes en su primero y para animarlo para el segundo. Su segundo fue incómodo, deslucido y con la cara por las nubes. Morante lo intentó con gallardía, seguridad y exposición, pero el lucimiento era imposible.

     Ginés Marín ha estado superior. Artístico y mandón en su primero. En otros tiempos esto era una oreja de peso, pero hoy se ha convertido en dos por el triunfalismo que nos invade y porque hay que dejar la Puerta de Príncipe a medio abrir. La ambición del torero se topó con el poco toro que tuvo en su segundo y, aunque lo intentó de todas las formas posibles, aquello no daba para más. Deja mejor sabor de boca que alguna Puerta del Príncipe de las que llevamos.

     Lo de Cayetano no está ni para comentar. A su primero se lo pasó a una distancia sideral y en su segundo se descaró con el presidente por un posible defecto en la vista, que más parecía que era por desviar las culpas de sus propias carencias.

(www.ignaciosanchezmejias.es)


 LA VOZ DEL ABONADO 

El toreo comercial

Unión taurina de abonados y aficionados de Sevilla.-

     Se anuncia por delante de la lidia ordinaria al rejoneador portugués Antonio Ribeiro Telles que para lo que hizo, mejor no haber venido. Mucho saludar al bondadoso público que lo aplaude todo, pero defectuosos y desiguales los dos rejones, cuatro banderillas y dos farpas en el amplio lomo del toro de Passanha. Mata de dos rejones.

     Toros de El Torero, desiguales de presencia y de comportamiento. Primero manso al principio y potable después. Buenos para la muleta segundo y tercero y mansos; flojos y aburridos los tres restantes. Para hacerse una idea de la clase de público que llena la plaza todos los días, el primero de Morante que sale haciendo cosas de manso pregonao, solicitan su devolución a chiqueros ignorando que por manso no se puede devolver un toro. Luego, el toro en el caballo cambia y de buenas o regular maneras embiste a la moda comercial que impera hoy.

     Morante no es el de antes que cuando preveía complicaciones tiraba por la calle de ‘enmedio’. Ahora lo intenta. Buen quite y al buen toro-borrego, educado y dócil lo torea bien con la diestra pero baja calidad con la izquierda. El señor Luque Teruel, este buen presidente que regala orejas, indultos, vueltas al ruedo y hasta un rabo, tiene a bien hacer otro nuevo regalo en forma de oreja para el diestro de La Puebla del Rio.

     Lo más destacado de la tarde lo hizo el extremeño Ginés Marín a un ‘novillote’ al que, por supuesto, simulan la suerte de varas que se aplaude por este entendido y estupendo público. Marín construye una faena maciza por ambos pitones, en la que destacamos un natural largo, limpio, bello, estético, de los que se quedan en la retina por mucho tiempo. Mata bien y el ‘orejero’ presidente le otorga a la vez las dos orejas del toro.

     Cayetano sigue en su línea de torear desviado abusando de resabios y ventajas de embarcar a los toros con el pico de la muleta. Es una labor que no llega ni a este dadivoso público. Reseñar que a su segundo enemigo, que se mostraba manso y bullidor, hizo creer que estaba reparado de la vista. Luego, en la muleta, repite y busca la pañosa, pero la cara descompuesta de Cayetano lo decía todo. Mucha pena y poca gloria.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

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