REAL MAESTRANZA - Novillada del Corpus

Oreja para De la Fuente, Calerito la pierde a espadas

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Daniel de la Fuente, con la oreja ganada en Sevilla.

Daniel de la Fuente, de La Puebla, corta la única oreja a la noble y floja novillada del hierro de Espartaco. Otra pudo haber cortado el sevillano Calerito en el segundo, pero la perdió por el mal uso de la espada. Emilio Silvera fue silenciado en su lote. Novillada nocturna en la festividad del Corpus.


 SEVILLA / Novillada 

NOVILLOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’. Bien presentados, de bonitas hechuras, nobles y de escaso fondo. Los más destacados: segundo y tercero por la calidad de sus embestidas.
NOVILLEROS:Emilio Silvera (de verde y oro), silencio y silencio tras aviso.
Juan Pedro García ‘Calerito’ (de verde y oro), saludos y saludos.
Daniel de la Fuente (de tabaco y oro), oreja y silencio
.
INCIDENCIAS: Media plaza. Novillada del Corpus. Se guardó un minuto de silencio en recuerdo del torero, apoderado y empresario Roberto Espinosa.


Manuel Viera.-

     Tal día como hoy de hace tres años, tres novilleros con inquietudes coincidían en esta plaza para lidiar una interesante novillada de Fuente Ymbro. Los mismos han lidiado esta otra tarde-noche de Corpus en Sevilla los utreros de Espartaco. Al igual de lo entonces ocurrido, los tres han tenido en el noble encierro del maestro de Espartinas posibilidades de triunfo. El más evidente ha sido el que le ha mostrado el segundo de la tarde a Juan Pedro García ‘Calerito’, un novillo noble, distraído, pero de una calidad manifiesta en su embestida. El idóneo para que el sevillano diera a conocer el toreo que atesora.

     Calerito sabía de la oportunidad de la noche y no la quiso desaprovechar. Además, cuando el esfuerzo da consistencia al concepto ha de llegar el triunfo. Esfuerzo y concepto, singular combinación que dio pie a expresar un toreo ciertamente interesante. Fue lo mejor visto en la Maestranza durante otra calurosa noche sevillana. Un toreo muy útil para contemplar y sobre todo para gozar. Un toreo largo en el trazo y breve en las series, despacio, de mano baja, hilvanado, de notables cambios de manos y rematados con extraordinarios pases de pecho. Una faena con ambas manos que fue ganando intensidad según trascurría la lidia, aunque le sobró finales.

     Y es que Calerito se creció. Pareció que viviera la más feliz noche en Sevilla antes de su ansiada alternativa. Apuró hasta el límite la embestida. Se entregó, toreó y, al final, falló estrepitosamente con la espada. Inaudito.

     A por todas caminó ceremonioso para plantarse de hinojos delante de la puerta de chiqueros. No le bastó la larga cambiada a portagayola que siguió por el mismo palo en el tercio, para terminar en los medios con un vibrante toreo de capa. Lo hizo con el mansito, complicado y parado quinto de Espartaco. Un utrero al que le faltó fondo y con el que Juan Pedro le pudo con la izquierda. Muy pronto se apagó, se marchó a tablas y dejó al sevillano con la miel en los labios. Esta vez, la espada entró.

     Con el tercero, un animal noble, de notables embestidas y de escaso fondo, encontró acomodo Daniel de la Fuente dentro de un discurso constituido por momentos de templado toreo con ambas manos que dieron lugar a una faena que caló con agrado en la gente. Más emotivo fue el natural que, aunque uno a uno, resultó despacioso y muy bien rematado con los de pecho. Unos circulares ligados y unos ayudados por alto pusieron fin a una lidia rubricada con el acero. La petición de oreja fue unánime y el presidente, aunque tardó, la concedió.

     Demasiadas complicaciones ofreció el sexto. Un novillo sin calidad en su embestida que se revolvía con peligro y le costaba pasar. Algún que otro detalle dejó el sevillano de La Puebla en una faena desigual, aunque colmada de voluntad por agradar.

     A Emilio Silvera no le bastó la nobleza del flojo primero para mostrar buen gusto en su clásico concepto. Unos ayudados por alto en el inicio fue lo más destacado de una lidia donde sólo se pudo atisbar el lento natural. Se paró el novillo y desistió.

     También mostró su nobleza el cuarto. Otro bonito utrero que iba y venía sin más. Su escasa fuerza la acusó en una lidia en la que Emilio utilizó su técnica para evitar la tendencia a tablas del novillo. Fue faena de detalles, de naturales, algunos de frente muy buenos, de muletazos diestros de trazo lento. Con el acero no acertó.


 GALERÍA GRÁFICA (Pagés) 

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