REAL MAESTRANZA - Domingo Resurrección

Los cinco naturales de Roca Rey

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El diestro Roca Rey, con la oreja del tercero.

Una oreja para el diestro peruano Roca Rey por una notable faena a un buen toro de Victoriano del Río en la corrida inaugural de la temporada en la Maestranza. Vuelta al ruedo para el extremeño Antonio Ferrera y ovación para Manzanares. Se llenó por completo el coso sevillano.


SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Victoriano del Río y dos de Toros de Cortés, en primer y quinto lugar; el primero, como sobrero. De diferentes hechuras y desigual presentación, nobles, descastados y de escasa fuerza. Destacaron el bravo tercero, de notable fijeza y calidad de embestida; y el cuarto, por clase y humillación.
ESPADAS:Antonio Ferrera (de berenjena y oro), saludos y vuelta al ruedo tras aviso con petición de oreja.
José María Manzanares (de azul pavo y oro), saludos y silencio.
Roca Rey (de tabaco y oro), oreja tras aviso y ovación tras aviso.
CUADRILLAS: Picó bien Paco María al segundo de la tarde.
INCIDENCIAS: Lleno de ‘No hay billetes’. Minuto de silencio por los ganaderos Victorino Martín y Domingo Hernández; el puntillero de la plaza Enrique Muñoz ‘Lebrija’; y el delegado de callejón Miguel Ángel Ocaña.


Manuel Viera.-

     Sonó el pasodoble Maestranza y en apenas un par de compases quedó claro que todo ha vuelto a empezar. Que el toreo recuperó su protagonismo en la tarde de Resurrección. Volvió a sonar la banda cuando la elegancia infinita de un natural se hizo sublime. Cuando fue un poco más allá de un bello pase que, sin perder la excelencia, se transformó en algo tan poderoso que consiguió la locura de quien lo vio.

     La forma, despaciosa y contenida, que le imprimió Roca Rey al trazo zurdo aún emociona. Lo hecho ocurrió con el buen tercero de Victoriano del Río. Ambos, torero y toro, se encontraron en plena ebullición de sus recursos. Expresión y bravura para conseguir una brutal obra. Una faena, bien concebida en su forma, con el vigor de la verdad y la despaciosidad infinita del temple. Al principio fue quietud en unos estatuarios de miedo. Después, penetrante juego de muñecas que, a compás, reforzaba el armazón de un toreo que iluminó los tendidos. Y es que Andrés toreó. Sin florituras. La fórmula fue simple y sencilla: el natural. Hondo, de precisión milimétrica, lento y eterno, hilvanado y acabado con el monumental de pecho. Fueron combinaciones letales de naturales y redondos de muleta a rastras. La razón de ser de una faena con la que el diestro limeño descifró todos los argumentos para atrapar el triunfo.

     Una faena representativa de una manera de torear que, además, hermanó inteligencia con valor sin descartar lo auténtico. Pureza y elegancia en su concepto más expresivo. Tras el enorme espadazo paseó una oreja de esas que valen por dos.

     Sin embargo, no pudo revalidar triunfo con el manso sexto. De todas formas, quien hace nada no era más que un chiquillo con ansias de  ser torero, hoy ha quedado patente su enérgica vena de figura. Su toreo, que volvió a viajar por la intrahistoria del valor, estalló en una explosión de contenidos y verdades con resultado notable.

     La corrida de Victoriano del Río resultó desigual en presentación y hechuras, feos unos y guapos otros, con el denominador común de la falta de casta. El primero, con exceso de kilos, no se mantuvo en pie y fue devuelto. El sustituto lució el hierro de Toros de Cortés y mostró parecidas características: escasa fuerza y nula casta. Ferrera anduvo con él elegante y discreto, y el resultado careció de emoción.

     Mejor lo hizo con el cuarto. Otro buen toro con excelente forma de humillar. El diestro ibicenco reveló su habilidad para hacerse con las nobles embestidas hasta conseguir pulidos y templados muletazos con ambas manos en una faena equilibrada y sugerente. Destacaron lo toreros detalles del pase por bajo y el vistoso molinete. La media estocada atravesada necesitó de un certero golpe de verduguillo, y todo quedó en una vuelta al ruedo que supo a poco.

     Manzanares poco o nada pudo hacer con el complicado y descastado segundo. Quizás la falta de confianza minimizó una apuesta más contundente. Sí que expuso en una colada con el resultado de un feo y espeluznante revolcón. Pinchó antes de dejar la espada hundida. Con el quinto, marcado con el hierro de Toros de Cortés, manso acobardado en tablas, poco más de breves intentos a derecha e izquierda. Media estocada sin puntilla y… toca esperar.


AL NATURAL

Cada año lo mismo; o no…

Francisco Mateos.-

     Cada año es lo mismo. Lo cursis dirán que no, que cada año es diferente. Puede ser. Diferente en las edades, que tenemos un año más; pero en esencia es lo mismo. La misma expectación; o no. Quiero decir, este año se ha llenado pero sin expectación. No había el ‘run-run’ de los corrillos a la entrada, ni había grandes atascos, ni la ciudad hablaba de la corrida durante cada día de la Semana Santa previa,… Se ha llenado, pero el termómetro del calor taurino sevillano sigue sin recobrar los niveles de hace una década. La degradación en Sevilla es notoria. Hoy parece que se ha puesto algo firme la autoridad y ha rechazado hasta cinco de los catorce toros presentados, pero viendo algunos de los que se han lidiado, la pregunta es ¿cómo serían los que han ido de vuelta al campo? Y estos veterinarios, ¿para qué van unas semanas previas al campo, precisamente para que no ocurra este alto índice de rechazo por falta de trapío? La delegada de la Junta de Andalucía en Sevilla no debe conformarse con pasear por el callejón de la plaza; es necesario ofrecer información.

     Parece que el abono no ha mejorado. El desplome del número de abonados sólo se ha logrado frenar en su caída, pero no se recupera. El otrora abonado ahora prefiere sacarse cuatro corridas y ver el resto por la tele en el salón de su casa. Ni es toda la culpa del empresario, ni el empresario tiene toda la razón cuando culpa sobre todo a la delicada coyuntura económica global. Por cierto, que la bajada del iva del Gobierno en las entradas de toros se la ha quedado casi al completo el señor Valencia. Y eso que con la ausencia obligada de Morante en el cartel de Resurrección de este año ya no podrá llorar amargamente Ramón Valencia sobre pérdidas hoy a plaza llena.

     Algo distinto sí ha habido hoy: la obra para dotar de más escaleras los tendidos de sol ha ofrecido su lógica recompensa, y a la hora del paseíllo no había tapones en los accesos de los tendidos de sol; sí los había, en cambio, en algunos de sombra.


LA VOZ DEL ABONADO

Entre el acto social y el ‘medio-toro’

Unión Taurina de Abonados de Sevilla.-

     Una vez más, la tarde taurina más importante del abono se la cargan los de siempre, los taurinos. Para empezar, pretenden colar cinco toros sin trapío de Victoriano del Rio, pero al blandengue presidente de hoy -Gabriel Fernández- le cuelan siete toros terciados impropios de plaza de primera y de entradas tan caras (más el 10%, una gran parte de los boletos).

     Argumentos taurinos en estos tiempos apenas podemos encontrar en este tipo de corridas impuestas por las figuras; debemos referirnos a ese gran acto social que en el monumento de la Maestranza se desarrolla cada año. Mucho ‘postureo’, caras conocidas a reventar, modelitos de estreno, políticos de postín y lo peor de todo: la represión de la libertad de expresión de los espectadores. Señor Ramón Valencia, tome buena nota. El Artículo 20.1 de nuestra Constitución dice «se reconocen y protegen los derechos a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción». El Artículo 20.2 dice «el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa». Así que disponga lo necesario para que sus empleados no impidan ni llamen la atención de ningún espectador por hablar durante la lidia de un toro, y menos aún por mostrar una pancarta de apoyo a la Tauromaquia en Cataluña. Es lamentable que en pleno siglo XXI ocurran estos sucesos.

     El ‘medio-toro’ de esta tarde da para poco que no sea el aburrimiento en los incómodos tendidos. Animales sin la fuerza y el fuelle necesario para ofrecer una lidia digna del toro bravo y encastado. El primero fue devuelto de milagro; sí, de milagro. El blandengue presidente, tras visionar las caídas del toro de algodón, le dice a Ferrera tras la segunda entrada al caballo que mueva el toro. Lo habitual, el torero quiere quedarse con el toro blandengue y capote al cielo. Nuestro temor se iba a hacer realidad cuando el blandengue saca el pañuelo blanco para mantener el toro en el ruedo, pero debió tener un rayo de inspiración taurina: guarda el blanco y saca el verde. Menos mal.

    Sobre los toreros, el que obtuvo mejor nota fue el torero de la empresa, Roca Rey. Al terciado tercero de la tarde le recetó unas ajustadas y templadas verónicas rematadas con una media estimable. De quites, nada de nada toda la tarde: el ‘medio-toro’ no lo admite. Roca Rey estructura una buena faena de muleta a base de colocación, valor y templar los muletazos, aunque algunos de ellos al principio pecaron de poco ajuste. Defecto que, a medida que el torete fue a menos, cambió por arrimones de su estilo que encandilan al respetable. Le dieron una oreja.

     Lo más destacable de Ferrera es que ratificó su buen momento de esa torería de veterano destacando ese saber llevar muy bien a los toros, cargar la suerte hasta conseguir algunos muletazos estimables. Manzanares, en su línea. Consentido por sus incondicionales al mostrar una vez más ese toreo desviado y en la mayoría de las ocasiones con desplazamiento del toro más de lo debido. En su primero quedó al descubierto en la faena de muleta sufriendo un espectacular volteretón que, afortunadamente, no tuvo consecuencias graves.

     Paco María picó bien al segundo de la tarde y fue justamente aplaudido.


GALERÍA GRÁFICA (Matito)


LOS TOROS, UNO A UNO (Javier Martínez)


OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez)


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