REAL MAESTRANZA - Corrida de la Hispanidad

Miguel Ángel Delgado, dispuesto a salir del olvido

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El diestro sevillano Miguel Ángel Delgado ha cortado la única oreja en una aburrida tarde por la descastada y mansa corrida de la ganadería de Las Ramblas que cerraba la temporada de toros en la Maestranza. Esaú Fernández fue ovacionado y Antonio Nazaré silenciado. Muy pobre asistencia de público.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de Las Ramblas, bien presentados y desiguales de hechuras, serios, cornalones, descastados y mansos. Destacó el sexto, con mayor movilidad y nobles embestidas.

ESPADAS: -Antonio Nazaré (de blanco y oro), silencio y silencio.

-Miguel Ángel Delgado (de malva y oro), ovación y oreja.
Esaú Fernández (de azul y oro), silencio y ovación.
 
CUADRILLAS: Saludaron en banderillas Raúl Ruiz y Fernando Sánchez.
 
INCIDENCIAS: Corrida a beneficio de la Cruz Roja. Última de la temporada. Un cuarto de plaza. Tras la lidia del tercero, un grupo de niños en el tendido desplegaron una pancarta en defensa del toro en la dehesa, con el texto ‘Jóvenes Ecologistas Taurinos’.

 

 

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Miguel Ángel Delgado, con la oreja del quinto. (FOTO: Arjona / Pagés)

 

 

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Maestranza rancia

Francisco Mateos

 


Manuel Viera.-

     Resultó esperanzador ver nuevamente un toreo tan bien hecho, tan clásico, tan despacio y rematado, en un momento en el que la tarde se hundía en el abismo de la pesadez y la desesperación. Fue reconfortante volver a encontrarse con unas formas tan personales, y liberadas de lo monótono, en manos de un torero dispuesto a salir del ostracismo y comenzar a funcionar. El interés de la lidia de Miguel Ángel Delgado al manso y complicado quinto residió principalmente en la excelente versión del natural. De los que provocan la emoción. De categoría superior.

     Despacio, muy metido en la faena, atemperó un toreo fluido y susurrante, lento y sin goteo, de mano baja, largo, y hecho y dicho por debajo de la pala del pitón Un toreo capaz de llegar a los tendidos para de inmediato convencer. Delgado, que toreó genuflexo y con exquisito temple con el capote, realizó después una lidia de emotivos naturales y lentos muletazos diestros hasta que el manso se paró. Un toreo chispeante que alternó con notables pases de pecho. Calidad en una faena, con voltereta incluida, epilogada con firma de autor y que tuvo ingredientes suficientes para aupar a un lugar destacado el toreo del ecijano. Fenomenal estocada que por sí sola bien valió la oreja.

     Fue lo mejor de un final de temporada triste y monótono. La paupérrima asistencia de público debió mermar el ánimo de los de abajo y de los de arriba, al límite del bostezo y, sobre todo, el pésimo comportamiento de los toros de Las Ramblas, feos de hechuras, serios, cornalones, descastados y mansos, además de complicados y con eminente peligro en sus desclasadas embestidas. Así que Delgado, con el segundo, un toro de parecidas características, no tuvo otra opción que echarle valor y ganas desde el inicio de la lidia. Citó de largo, se lo pasó por la espalda, para aguantar, entre notables muletazos diestros y algún que otro natural, las tarascadas de un manso que le buscaba en el camino hacia la querencia. Tras la estocada le ovacionaron.

     Antonio Nazaré poco pudo mostrar con el feo, bruto y descastado primero. Dejó muestras de su concepto con enorme voluntad en aislados y bien trazados muletazos diestros y dos escasos naturales. Pero la falta de calidad de las complicadas embestidas revelaron la incomodidad de una lidia en la que sólo hubo intentos por agradar. Pese a matar bien fue silenciado.

     Enorme seriedad en sus dos inmensos pitones lució el cuarto. Y poco más, porque el manso dijo no embestir, y cuando lo hizo fue para intentar coger a su presa. Antonio, con algunas dudas en los inicios, se arrimó después en un intento por salvar una tarde que no fue la suya. Con la espada, mal.

     Esaú Fernández, que acometió la faena al noble sexto con absoluta convicción, convirtió el natural de mano baja en sinónimo de calidad. Sin duda porque lo trazó con la muleta a rastras, largo y templado. Y así se percibió, dando forma a una manera de torear que penetró en la gente de forma limpia e inmediata. No se prodigó demasiado con la derecha, pero fue faena que gustó y que de nuevo malogró con la espada. Con el tercero, de feas embestidas, a la defensiva y parado casi desde los inicios de la lidia, acabó de certera estocada.


AL NATURAL

Maestranza rancia

Francisco Mateos.-

     Acaba la maltrecha temporada en la Maestranza con los nubarrones del incipiente tiempo invernal… Incertidumbre sobre un futuro desconcertante, con una empresa que, a nadie se le escapa, vive su lenta agonía al frente del coso maestrante. Tras agosto y la mayor parte de septiembre con sus puertas cerradas, la temporada en la Maestranza se ha acabado con tres festejos en los que la afluencia de público ha sido escasa. Carteles sin brillo ni el lujo de aquellos ciclos de San Miguel y 12 de octubre de hace no más de 15 años, justo desde que llegó Ramón Valencia al frente de la gestión de la Maestranza (hasta hace poco junto a su cuñado Eduardo Canorea). Con la asistencia de público en los dos festejos de San Miguel y este último de hoy del 12 de octubre no se hubiera llenado (entre los tres juntos) ni una plaza de la Maestranza entera.

     Los maestrantes, no obstante, como propietarios y responsables últimos de la plaza, son los verdaderos culpables. La empresa, ante el gravísimo problema que planteó al ponerse bravucona con las figuras y tensar demasiado la cuerda, rompiéndose finalmente por la parte de los gestores, hace lo que puede salvando su taquilla y parcheando estas nobles fechas de final de temporada con toreros locales necesitados de un triunfo (a ver cómo reconpensan el triunfo hoy de Delgado) que suponen el menor coste posible a sus cuentas, junto a una corrida de toros viejos y desechados a precio de saldo. Lo peor de todo, ya digo, el absoluto inmovilismo de los maestrantes, que por esa falta de acción se convierten en máximos responsables del hundimiento de Sevilla.

     Un nuevo invierno taurino se acerca y nada va a cambiar. Vengan o no vengan las figuras, no es la solución. Sevilla necesita un impulso nuevo, un tiempo nuevo, una ilusión nueva, mucho trabajo por desarollar; y una empresa caduca, alentada por un cuerpo de maestrantes arcaico, hacen un conjunto rancio que no es precisamente lo que necesita Sevilla.

 

 


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Debido al veto que sufre SEVILLA TAURINA por parte del empresario de la Maestranza, Ramón Valencia, con el consentimiento de los maestrantes y la colaboración de la Junta de Andalucía, nos es imposible ofrecer galería gráfica del festejo.


 

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Debido al veto que sufre SEVILLA TAURINA por parte del empresario de la Maestranza, Ramón Valencia, con el consentimiento de los maestrantes y la colaboración de la Junta de Andalucía, nos es imposible ofrecer galería gráfica del festejo.


 

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