AL NATURAL

La ley del mínimo esfuerzo

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El empresario de la Maestranza, Ramón Valencia.
El empresario de la Maestranza, Ramón Valencia.

«Una vez más la empresa que gestiona la Maestranza, con el consentimiento y visto bueno de los maestrantes (auténticos culpables de la caótica situación y hundimiento del toreo en Sevilla por complicidad) da muestras de su falta de ganas, de una estructura obsoleta, arcaica, sin ideas de promoción y que lo único que hace es ‘atracar’ de forma desorbitada el bolsillo de los aficionados…»

Francisco Mateos.-

     El fin de semana se celebrará en Sevilla el miniciclo de san Miguel (dos festejos, ya que esta empresa que padece Sevilla también eliminó el tercer festejo que creó). Un ciclo totalmente descafeinado y sin brillo ni lujos. No seamos demagogos, y al margen de que todos admitimos que cada uno de los cinco toreros anunciados (cuatro de ellos sevillanos) tienen argumentos suficientes para romper a lo grande este fin de semana, no dejan de ser carteles exclusivamente para aficionados. Y sólo con aficionados ya no se llena la Maestranza.

     De aquellos festejos de San Miguel con nombres como Curro, Espartaco, Ojeda, Emilio, Joselito, Cepeda, Manzanares,… se ha pasado en los últimos 15 años de gestión de Ramón Valencia y su hasta hace poco compañero empresarial Eduardo Canorea a un plantel de Esaú, Escribano, Borja Jiménez, López Simón y Lama de Góngora. Ya digo que no nos engañemos, y al margen de méritos taurinos y cualidades, ninguno de los dos carteles anunciados tiene el brillo y el lujo que Sevilla solía imprimir a los carteles de septiembre. Fíjense en el caso de Lama de Góngora: alternativa en la Feria de Abril… y hasta este fin de semana (otra vez en Sevilla) no sumará su segundo paseíllo…

     Es la ley del mínimo esfuerzo. Es la ley impuesta por el empresario Ramón Valencia, que les cobró por estas dos corridas a los abonados en abril (sin ningún descuento como el año pasado) el mismo precio que si toreara este fin de semana Morante con seis toros; lo mismo. Y creo que entre los cinco espadas no sumarán de gastos ni un tercio de lo que tendría que haberle pagado al genio de La Puebla. Así, con unos costes bajos, aunque la asistencia sea floja, la ley del mínimo esfuerzo indica que se salvarán los muebles e incluso puede quedar algo que rebañar.

     Y el mínimo esfuerzo de Ramón Valencia llega a cotas tan insospechadamente elevadas que ni tan siquiera convocó una rueda de prensa para explicar estos dos festejos, después del mes de agosto y lo que va de septiembre (casi dos meses) con la Maestranza cerrada. El mismo día de la pasada semana que por la mañana los aficionados leían en las esquinas de la ciudad el cartel ya impreso, se enviaba una nota de prensa a los medios a mediodía con el cartel cerrado del primer día. ¡Vaya nota de prensa! ¡Pero si ya estaba el cartel por las marquesinas de la ciudad! Esa es la importancia y respeto que le merecemos al empresario Ramón Valencia los periodistas taurinos de esta ciudad: ninguna. Ni una rueda de prensa para explicar si en estos meses se ha intentado hacer un cartel con las figuras; si se han tomado conversaciones enfocadas a intentar resolver el conflicto que esta empresa generó con los toreros principales,… Nada: la ley del mínimo esfuerzo. Y manda a los dos toreros del ‘mano a mano’ del sábado a una rueda de prensa, como si fuera un acto de promoción (¿sabrá esta empresa lo que debería ser promocionar los toros en una ciudad como Sevilla?), un acto que no va más allá que la única búsqueda de asegurarse una página publicitaria del festejo en los medios a costo cero. 

     Una vez más la empresa que gestiona la plaza de la Real Maestranza, con el consentimiento y visto bueno de los maestrantes (auténticos culpables de la caótica situación y hundimiento del toreo en Sevilla por complicidad) da muestras de su falta de ganas, de una estructura obsoleta, arcaica, sin ideas de promoción y que lo único que hace es ‘atracar’ de forma desorbitada el bolsillo de los aficionados, aprovechándose precisamente del pequeño reducto de aficionados indestructibles, con una afición tan desmedida que ni siquiera el propio Ramón Valencia es capaz de echarlos de la plaza, como ya han desertado muchos. Y la fecha del 12 de octubre está al caer; y nunca mejor dicho… lo de caer…

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