Empate a una oreja

Los tres actuantes en el segundo festejo de promoción de la Feria de novilladas de La Algaba, los noveles Miguel Andrades, Adrián Henche y el local Álvaro López, han cortado una oreja ante erales de la ganadería de Tornay, que dieron un buen juego. El público llenó en tres cuartos de aforo la plaza algabeña.

Teresa Carreto.-

     Segunda tarde consecutiva que se salva de la lluvia gracias a las labores de acondicionamiento del ruedo llevadas a cabo por el Ayuntamiento y la empresa, Gracias a ello los algabeños han tenido otra tarde de entretemiendo, y han respondido nuevamente acudiendo en tres cuartos de aforo a la plaza de La Algaba.

     El primer actuante, el jerezano Miguel Andrades, recibió a su oponente con una larga afarolada en el tercio. Se llevó al novillo al centro con una serie de verónicas con gusto para rematar con una revolera. Quiso agradar y levantar a los tendidos poniendo banderillas con soltura; hasta cuatro pares logró poner, destacando uno al quiebro y otro al violín. Comenzó faena con ayudados por alto con toreria, seguidas de varias tandas con clase. Remató trasteo con malotenias muy ceñidas. Mató tras varios intentos y le concedieron una oreja.

     A Adrián Henche le tocó en suerte el mejor novillo de la tarde, el que más juego dio. Jugó bien los brazos a la verónica, rematando con una media en el centro del ruedo. Brindis al público y esperó al eral en los medios con la muleta plegada. Se hizo pronto con el novillo, dejando constancia de su clase. Más metido en faena tras probar al novillo por ambos pitones se asentó y jugó bien la muñeca, arrancándole los muletazos de mayor calidad por el pitón derecho. Mató de pinchazo y estocada, cortando una oreja.

     Álvaro Lopez abrió el compás a la verónica con gusto y torería, llevándoselo a los medios. Brindó a un público entregado y dio comienzo a su faena con unos remates muy toreros. Le puso valentía y entusiasmo a un novillo distraído con el gentío de los carros, consiguiendo varias tandas de derechazos notables. Le pedía sitio el animal y puso todo su empeño el joven novillero en meterlo en la muleta, llevándose una voltereta sin consecuencias. Mató tras varios intentos, cortando también una oreja. 

GALERÍA GRÁFICA (Teresa Carreto)

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