AVANCE TAURINO

Caviar de La Puebla

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Morante, un genio del toreo.
Morante, un genio del toreo.

«…Morante firmó el día de San José en Valencia una obra para el recuerdo, inspiración prodigiosa, armonía pura, una delicatessen, el toreo que pone a todos de acuerdo, la faena que quisiéramos mostrar a los escépticos para que se aficionasen a la Tauromaquia. Morante no divirtió, sino que emocionó, impregnó, marcó, excitó, turbó… cosas del arte…»

Carlos Bueno.-

     Lo de Morante en Fallas fue tan grande como se decía; se lo contaba entusiasmado a mi buen amigo Joe que se lo había perdido. Como es normal en estos casos que tienen que ver con la fe, Joe pareció algo escéptico a creerlo a pie juntillas. Diez días después, el bueno de mi amigo me mandó un escueto mensaje que decía: «Acabo de ver lo de Morante en internet. Tenías razón. Caviar».

     No conozco ninguna faena que en la pantalla iguale en intensidad a lo vivido en directo en la plaza. Es más, en la mayoría de los casos, cuando se acude al vídeo para corroborar la excelencia de algunas actuaciones que han arrebatado al público en los tendidos, inconscientemente se buscan los defectos y se está más predispuesto a la desmitificación que al enaltecimiento. Nadie lo ha explicado mejor que el irrepetible Rafael de Paula que, respondiendo a quien afirmaba que «no había sido para tanto» después de volver a ver en televisión una de sus gloriosas tardes de inspiración, concluyó: «Es que en el ruedo somos tres: el toro, yo y el Espíritu Santo; mientras que en la tele el Espíritu Santo no sale».

     Vista diez días después a través de un ordenador y sin Espíritu Santo, Joe tildaba la obra de Morante con un elocuente «caviar», lo que por un lado me sorprendía y por otro reafirmaba mi convencimiento: verdaderamente había asistido a algo extraordinario. Lo de Morante ha dado para mucho (sigue dando). Tico, otro buen amigo, me decía que si el de La Puebla fuese más regular sería el mejor de la historia, aseveración con la que yo discrepo abiertamente. Primero porque no creo que se pueda catalogar a ningún torero como el mejor de la historia, y segundo porque si Morante obrase la sublimidad todos los días, la excelsitud pasaría a ser algo ordinario, la exquisitez una vulgaridad, la maravilla una desilusión, lo esporádico se convertiría en habitual, lo sorprendente sería cotidiano, y una de las peculiaridades que convierten a la Fiesta en algo único es precisamente su impredecibilidad.

     «Ca uno es ca uno», lo sentenció Rafael Guerra ‘Guerrita’ y más de cien años después Morante le sigue dando la razón al famoso diestro cordobés. Morante firmó el día de San José en Valencia una obra para el recuerdo, inspiración prodigiosa, armonía pura, una delicatessen, el toreo que pone a todos de acuerdo, la faena que quisiéramos mostrar a los escépticos para que se aficionasen por siempre a la Tauromaquia.

     Durante la Feria hubo quienes cortaron orejas, muchas orejas. Algunas gracias a la diversión provocada. Morante no divirtió, sino que emocionó, impregnó, marcó, excitó, turbó… cosas del arte. Amigo Tico, Morante es un artista, no quieras convertirlo en artesano. Es como el caviar, ¿te comerías un bocata de caviar? No, mejor a pequeñas cucharaditas, ¿verdad?


*Publicado en avancetaurino.com.

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