Morante, increpado por Fernando Lozano

Y todo por un quite

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Fernando Lozano, a la izquierda de espalda, increpando a Morante. (FOTO: mundotoro.com)
Fernando Lozano, a la izquierda de espalda, increpando a Morante. (FOTO: mundotoro.com)

«…El genio hundió el mentón en su pecho y dio forma al ensoñador, cincelado y majestuoso trazo meciendo la tela en lento compás. Fue sólo un quite de dos verónicas y una media inacabada al toro del confirmante Juan Pablo Sánchez. Al llegar al callejón, las palabras altisonantes de Fernando Lozano al torero sevillano chirriaban a viejas rencillas…»

Manuel Viera.-

     Toda la semana ha sido igual. Tan igual que, desde el sopor, cundía el desánimo cada tarde. Desde allí, un compañero y amigo periodista me confiesa haber sobrevivido siete días más sin ver el toro. «Ni lo he visto ni me acuerdo de cómo es», me dice. Y es que la Monumental de Las Ventas es un escaparate esperpéntico de feos y grandullones animales, con exagerados cuernos, mansos y agotados, que muestran cada día la antitesis del toro de lidia. O por el contrario ‘cabras’ con puntiagudos pitones impropias para ser lidiadas en la primera plaza de toros del mundo. Y así, veinte mil almas cada día, atrapadas entre lo descomunal y lo insignificante de las exigencias, padecen la mediocridad de una res, a la que llaman ‘toro’, carente de toda capacidad para embestir con bravura.

     Vasta mediocridad que se adueña hasta de un apoderado, que también fue torero, para ofender a Morante con actitud mal intencionada y, sobre todo, sin el menor motivo que la justifique.

     Cuando todavía era posible su presencia para hacer del sueño una realidad, figurábase la plaza casi entera cómo un lance a la verónica se haría dueño de una tarde de naufragio debida a esa absurda imposición del falso toro. Y de una gente engullida y confundida hasta entonces por un toreo anodino y calamitoso. El genio hundió el mentón en su pecho y dio forma al ensoñador, cincelado y majestuoso trazo meciendo la tela en lento compás. Fue sólo un quite de dos verónicas y una media inacabada al segundo toro del confirmante Juan Pablo Sánchez. Al llegar al callejón, las palabras altisonantes de Fernando Lozano dirigidas al torero sevillano chirriaban a viejas rencillas. Porque lo que vociferaba lo decía a verdad cierta o calumniosa mentira, haciendo de lo natural un hecho extraño.

     Romper la situación de la efímera gloria personal, e incluso impedirla en la exactitud de su impacto, es un feo desplante antitorero de hiriente argumento de quien lo ha visto con los ojos llenos de legañas mentales. Y todo por un quite. ¡Pero qué gente, joé!


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como colaborador taurino de Punto Radio en Sevilla y Utrera. (manuelviera.com).


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