CUENTO DE NAVIDAD

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1949

…había tenido ya tiempo de pasear a caballo, de preparar la chimenea, de saludar a la familia del casero de la finca, a quien le llevó un queso de La Mancha, un buen surtido de dulces navideños y varias botellas de vino y cava. Además, dos billetes de 500 euros «para que le compres juguetes a tus dos hijos y saques de cena a tu mujer, que se lo merecen»…


Francisco Mateos.-

     Apenas hacía una semana que había regresado de una intensa campaña americana, con una corrida de toros en la plaza de Valencia (Venezuela), una corrida en Morelia y el importante compromiso en la Monumental México. Venía satisfecho porque las cosas habían rodado bien. El veterano diestro sevillano había salido a hombros en Morelia, una vuelta al ruedo en la venezolana Valencia y sólo el fallo con la espada le impidió un importante triunfo en la Plaza México. Tranquilo en su cortijo, en la sierra sevillana, entre olivos y vacas, disfrutaba del calor de su familia. Había sido un año duro. Los años pasaban y ya llevaba varias temporadas entre los diez de arriba. Los jóvenes venían empujando y eso le había obligado a apretar el acelerador. De todos modos, la temporada había sido de nuevo buena, a pesar de que en Écija un toro le corneó en un muslo.

     Había tenido ya tiempo de pasear a caballo, de preparar la chimenea, de saludar a la familia del casero de la finca, a quien le llevó un queso de La Mancha, un buen surtido de dulces navideños y varias botellas de vino y cava. Además, dos billetes de 500 euros "para que le compres juguetes a tus dos hijos y saques de cena a tu mujer, que se lo merecen".

     En el salón de su casa, junto a su hijo de seis años, llevaba dos días montando el portal de Belén. Estaban todas las figuritas puestas: el herrero, los pastorcitos, las ovejas, los Reyes Magos a lo lejos, el papel de plata en forma de río, en el que su hijo se empeñaba en decir que había visto hasta peces chapotear… es la magia de la Navidad, que nos hace ver con los ojos de la ilusión…

     Allí, en aquel rincón del rústico salón, al lado de la chimenea, entre varias cabezas de toros, algunos vestidos de tardes heroicas en vitrinas, trofeos de las tardes triunfales, estaba aquel Belén que, como cada año, montaba junto a su hijo, minuciosamente, delicadamente. La casualidad había hecho que casi encima del Nacimiento hubiera una vieja lámina del Cristo del Gran Poder, con toda la muerte de la Cruz que cada Madrugá sevillana desparrama por las calles de Sevilla. Aquella imagen del Cristo ennegrecido, con los surcos de sangre en su rostro, con la mirada perdida, con los ojos apagándose, con el dolor de la corona de espinas, había llamado la atención del hijo del torero sevillano mientras resplandecían las lucecitas de las casitas del Belén que había montado junto a su padre.

     Allí, mirando ambos el Belén y la imagen del Cristo del Gran Poder, el niño le preguntó al maestro:

-"Papá, ¿cuántos años tiene ese Cristo del cuadro?".

-"Pues… Tiene 33 años hijo", contestó rápido el torero.

-"¿Y el Niño del portal, papá? ¿Cuántos años tiene el Niño del portal?", preguntó contrariado el pequeño.

     El veterano torero pensó la respuesta unos segundos, pero no lo dudó y aseveró:

-"33 años también hijo. Ese Niño del portal también tiene los mismos años, 33 años".

     Pero el hijo del torero tenía aún una duda, y con la inocencia de un niño y la intimidad de aquel salón rústico de la sierra en plena Navidad, le volvió a preguntar al padre:

-"¿Y Dios? ¿Sabes cuántos años tiene Dios, papá?".

     Aquella pregunta cogió de sorpresa al maestro. Se levantó de al lado de la chimenea y anduvo varias veces el largo del salón, pensando en la pregunta, en silencio, mientras su hijo se había quedado de pie junto al Belén que habían montado juntos, esperando la respuesta, siempre sabia, de su padre. El torero regresó a su sillón junto a la chimenea. Se sentó, cogió a su hijo, y le dijo:

-"Pues Dios no tiene edad, hijo. Dios no cumple años. Siempre ha estado ahí. Protegiéndonos. Protegiéndome".

 

NOTA DE LA REDACCIÓN: Todos los componentes de SEVILLA TAURINA te desea una muy Feliz y taurina Navidad, y una temporada 2008 de Puerta del Príncipe.

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